¡Hola de nuevo! Espero que este último mes haya transcurrido de la mejor manera. Y adivina: ¡estoy de vuelta con la secuela de canciones estrambóticas! Hoy hay bastante que decir también, así que lo mejor será empezar sin más dilación.
¡Vamos allá!
Si el tema te resulta insulso, recurre al (auto)insulto
Aunque en esta sección voy a ahondar en canciones que tienen que ver con asuntos amorosos es preciso aclarar que, si están en mi lista de canciones cuadro, es porque muy normales no son. Las canciones que vamos a ver son temas que decidieron sustituir la elegía al corazón por la oda al rencor hacia la persona amada… O hacia sí mismos. ¡Lo más normal del mundo!
Así era ella, Cristian Castro (2013):
Yo no supe entregarle
Ni la mitad del corazón
No sabía lo que yo tenía
No sabía hasta que lo perdía.
Arrancamos con unas líneas tan dramáticas como honestas, lo cual honra al artista. Cristian ha hecho examen de conciencia y se ha dado cuenta de que perdió a su amor por no valorarla lo suficiente. Hasta aquí, vamos relativamente bien.
Era una ángel, era un sol (…)
Un milagro que no merecía
La verdad de todas mis mentiras
Era blanca y yo era gris.
Llega el estribillo y, con él, el declive del estado de ánimo y autoestima de Cristian. Ahora exacerba la oda a su antigua amada hasta el punto de hacerla parecer una santa etérea; todo para reiterar que ella lo valía todo y él, básicamente nada. Cristian, ¿de veras era necesario que pusieras en nuestro conocimiento lo poco que crees que vales tú? Es tan preocupante como reseñable su determinación por ensañarse consigo mismo solo para que nos quede claro que lo que aconteció en su relación fue enteramente su culpa.
Entre que no merece milagros y que se consideraba un ser ceniciento al lado de tan prístina criatura, esta canción parece más una penitencia autoimpuesta por portarse mal. En lugar de copiar cien veces «no volveré a mentir ni minusvalorar», quedando así el castigo en petit comité, Cristian se arranca con una balada para manifestarle al mundo su sufrimiento y arrepentimiento. Espero que semejante ejercicio le sirviera de algo, aunque fuera solo desde una perspectiva didáctica.
Pero, claro, si resulta que realmente ella era la única verdad entre todas sus mentiras entonces, Cristian, entiendo un poco mejor tu plañidera penitencia. Si optas por la falta de transparencia no es de extrañar que termines perdiendo el amor, sobre todo si te lo ofrece una mujer sin tacha ni defecto casi nominada al Premio Nobel de la Paz. ¡Normal que dijera que ella era blanca y él gris, considerando su rechazo por la transparencia! Yo le recomendaría darse un paseíto por su (extensa y maravillosa) discografía; revisitando canciones como Si me ves llorar por ti, El culpable soy yo o Vuélveme a querer, igual podría llegar a alguna conclusión. Más introspección objetiva y menos auto-insulto podrían ser la panacea a tu sufrimiento, Cristian Castro.
Ahora quién, Marc Anthony (2004):
Solo existirá la vida amándote (…)
¿Y quién te contará sus miedos y faltas?
¿A quién le dejarás dormirse en tu espalda?
A mí este señor me da un poco de angustia, la verdad. Ya arranca mal con esa suerte de tercer grado musical, acosando a la mujer a la que se dirige con más de seis preguntas solo en las dos primeras estrofas (sí, las he contado). Aparte de ser bien intenso con la preguntadera también parece ser intenso con sus sentencias, con aquello de que la vida solo va a existir amando a la víctima de su interrogatorio policial. Empezamos a torcernos, Marco Antonio. Y luego nos vienes contando que sufres porque ya no tienes psicóloga a quien contarle tus problemas gratis ni tampoco una almohada humana. ¿Y ahora qué, y no quién?
Oh, ¿ahora quién, si no soy yo?
Me miro y lloro en el espejo
y me siento estúpido, ilógico.
Tanto el señor Anthony como yo llegamos al súmmum de la angustia en el estribillo. ¡Otro cantante atormentado que se insulta! En este caso la ofensa es incluso mayor no solo porque se autocalifica de estúpido e ilógico hasta tres veces en una sola canción, sino también porque nos canta lo que opina de sí mismo con un tono algo desquiciado y rabia contenida. Por favor, Marc Anthony, cálmese y no se insulte tanto. En cuanto se compre una almohada normal y acuda a terapia, seguro que deja de llorar al mirarse en el espejo.
Ese hombre, Rocío Jurado (1979):
Es un gran necio
Un estúpido engreído
Egoísta y caprichoso
Un payaso vanidoso
Inconsciente y presumido
Falso, enano, rencoroso
Que no tiene corazón.
Creo que podemos afirmar que Rocío no se dejó absolutamente nada en el tintero de su estribillo. ¡Madre mía! Hay que tener talento para lograr incluir nada menos que doce insultos y medio (la última frase no tiene adjetivos descalificativos, pero es un insulto en sí misma), en siete líneas de canción. ¡Si hasta consigue hacer un tres en uno! Es impresionante; en lugar de ser una carta de odio hacia su examante, esta canción más bien parece una lista de la compra de improperios. No sé quién fue el objeto de la ira de Rocío, pero, desde luego, no debió de volver a ser el mismo después de esta canción.
{Lleno de celos (…)
Pocas veces cariñoso
Soportable como amigo
Insufrible como amor.
Ah, bueno, ¡que Rocío no ha acabado! Antes de despedirse de su oda a la tirria, ella añade algunos atributos más a la personalidad de su acérrimo enemigo por si acaso no nos habíamos hecho un retrato claro de sus virtudes. Es celoso, pero hosco; soportable en la amistad, pero insoportable en lo sentimental. ¡Es todo un dechado de virtudes, este señor! Desde luego, no se puede dudar que Rocío se quedara bien a gusto al terminar de cantar este tema. En cuanto al hombre… No debió de volver a dejarse ver.
Ciega, sordomuda; Shakira (1998):
Si te acercas nada es útil
Para esta inútil
Bruta, ciega, sordomuda
Torpe, traste y testaruda (…)
Por ti me he convertido
En una cosa que no hace
Otra cosa más que amarte.
No sé que habría sucedido si Rocío y Shakira hubieran hecho una colaboración artística, la verdad. Con casi dos décadas entre ellas, ambas ostentan el primer lugar en el podio de insulto por segundo musical. Cierto es, no obstante, que la elección de la víctima de su ira es tan diferente como desconcertante. .
Se supone que esta canción es un ejercicio terapéutico (de los que Marc Anthony no puede hacer solo), para que Shakira desahogue la rabia que siente cuando se ve subyugada por el susodicho. Pero, ¿en qué momento pasamos de un ejercicio para soltar rabia a uno para soltar injurias contra una misma? Yo me pierdo, honestamente. Y encima se autodenomina «una cosa» dedicada únicamente a amar al señor, como si fuera una piedra con dependencia emocional. Shakira, ¿te encuentras bien?
Que la detengan, David Civera (2002):
Ahora vivo atrapado
Esa mujer no me deja vivir.
Esta canción fue extremadamente icónica en su época, y permanece inmutable en su éxito hoy en día. Sin embargo, al indagar un poco más en su letra, descubrimos a un David atormentado y prácticamente secuestrado. ¡Volvemos a tener material para una película de terror! Estupendo.
Que la detengan
Es una mentirosa,
Malvada y peligrosa
Yo no la puedo controlar.
Que la detengan
Me ha robado la calma
Se ha llevado mi alma
Y no me ha dejado ná.
El retrato de la musa de David Civera se vuelve aún más turbio con el estribillo. Aparte de dedicarse a atrapar a sus víctimas y no dejarles vivir, resulta que esta mujer es pura mentira, maldad y peligro, alguien a quien no se puede ni controlar. Pero esta mujer quién es, ¿la niña de El exorcista? A mí la verdad es que no me termina de quedar claro si es una villana de Disney, una ladrona de calmas, una suerte de mantis religiosa que no arrebata cabezas sino almas, o todo en uno. Pues parece que David Civera guarda buen recuerdo de su amor, ¿no?
Futuro ex-novio, RBD (2005):
Ella no comprende todo lo que tengo
No va cambiando lo que siento
Ella es mi tormento, fiebre del momento
Soy su futuro ex-novio.
Otra canción en la que el artista no escatima en descripciones. Christopher, Christian y Alfonso (integrantes masculinos de la legendaria RBD), coinciden con David Civera en su exasperación: la musa de su canción también los tiene atormentados, aunque no sabemos si secuestrados también. En este caso, además, la mujer en cuestión casi pareciera tener poderes sobrenaturales, visto que provoca fiebre momentánea en sus víctimas y logra convencerlos de que no cambien su sentir por ella. Según el trío rebelde, es una especie de Medusa que te deja febril en lugar de petrificado, y que encima no presenta ni un ápice de empatía por lo que tienen los muchachos. ¡Fatal!
Aun así, creo que es interesante subrayar la incongruencia cíclica de la canción: «me atormenta y voy a dejarla, pero me puede el deseo y voy a darle todo lo que tengo. ¡No!, me atormenta y voy dejarla. A ver, que puedo decirle que no, pero igual podría quedarme un poquito más… Pero es que me atormenta, ¡y voy a dejarla!». Y así, toda la canción. Habría que replantearse cuánto de verdadero hay en este retrato poco favorecedor de la Medusa rebelde.
La mejor vía es la positiva
Para contrarrestar el deprimente y/o agresivo punto anterior, ahora voy a centrarme en canciones que podrían ser la antítesis del auto-insulto o el insulto en general: ¡las canciones sobre amor propio! ¿Para qué buscar a alguien que pueda quererte para más tarde atormentarte, si puedes quererte a ti mismo?
Aquí estoy, Cami (2019):
Vengo del simio, la cigüeña, del Adán y de la Eva (Y aquí estoy).
¿Qué hay más poderoso que comenzar una canción repasando los orígenes del homo sapiens desde una perspectiva científica, fantástica y religiosa, todas coexistiendo en una frase? La propia cantante chilena hace sus coros para recordarnos que aquí está ella con tamaña plétora de orígenes que la respaldan.
Aunque proceda del mono, llegara mágicamente a sus padres en un medio de transporte tan inseguro como antihigiénico o descienda de los expulsados del Edén, Cami sigue aquí, cantando. ¡Pues muy bien!
Que vengan, que vengan de a uno
Con esta canción yo les doy por el (y aquí estoy)
Y aquí estaré, no me iré
Y no me iré.
He de reconocer que la promesa de Cami de no marcharse nunca se me asemeja un poco a las letras que veíamos antes de examantes que tenían el acoso por oficio. Pero, teniendo en cuenta el tono y mensaje general de la canción, creo que es más acertado tomar esta frase como un recordatorio de que ella piensa mantenerse en su sitio pase lo que pase, pese a quien le pese. Además, deja bien claro que no le teme a ningún adversario, porque esta canción es su escudo infranqueable contra posibles hostilidades. ¡El epítome de la determinación y la confianza en una misma, esta mujer!
A quién le importa, Alaska y Dinarama (1986):
Mi destino es el que yo
Decido, el que yo
Elijo para mí
¿A quién le importa lo que yo haga?
¿A quién le importa lo que yo diga?
Yo soy así, así seguiré
Nunca cambiaré.
Alaska, aparte de ser un icono en su época, es una artista que desde luego se aseguró de dejar su pintoresca huella en la historia de la música en español. A las pruebas me remito: casi al término de la movida madrileña (movimiento contracultural posfranquista), aparece un tema que anuncia la intención de la señora Alaska de ignorar alegremente, ahora y en lo venidero, la opinión de absolutamente todo el mundo. Considero su letra especialmente significativa si atendemos al contexto histórico y al hecho de que se trate de una mujer cantando por su libertad. Ella elige lo que quiere; nadie más lo hará por ella. ¡Esta canción debería ser un absoluto himno intemporal para todo el mundo!
¿Qué más me da si soy distinta a ellos?
Quería dejar este verso para el final porque considero su mensaje tan esencial como respirar. Cada persona es un mundo lleno de matices, capas, experiencias y, sobre todo, diferencias. El planeta sería un absoluto tedio si fuéramos exactamente iguales como en esas películas de ciencia ficción, ¿no crees? No lo digo solo yo, también la lengua española: ¡resulta que las palabras «diversidad» y «diversión» poseen el mismo origen etimológico! Vaya casualidad…
¿No crees que el planeta sería mucho más divertido si celebráramos aquello que nos hace diferentes, en lugar de tratar de eclipsarlo u ocultarlo por reservas o juicios de otros? Alaska, desde luego, es de esa opinión. ¡Y yo, también! Si alguna vez te has sentido diferente a los demás, ¡que esta canción cantada a pleno pulmón te alivie el corazón! (Hasta aquí mi alegato pastelero).
Diferente, Lasso (2016):
¡Eres tan especial!
¡Te lo voy a gritar!.
Aunque nuestro amigo Lasso tenga una extraña relación amor-odio con esta canción, yo la considero tan divertida como importante en su esencia y mensaje. ¡Mira qué majo Lasso, que nos dice que somos especiales y que nos lo va a gritar con absoluto entusiasmo musical! De nuevo, me parece primordial recordarle a quien alguna vez se ha sentido especial (en su connotación negativa), que, en realidad, es bueno serlo. ¡Aunque solo sea por tener canciones dedicadas a tu especial esencia! Poca gente podrá decir que artistas actuales o del pasado han compuesto canciones en su honor. Si eres raro, ¡resulta que tienes ese beneficio VIP!
Todo, todo lo que haces, nunca deja de impresionar, eres diferente
Todos, van a criticarte, (…) por ser diferente
No se te ocurra cambiar.
Como lo hiciera Alaska tres décadas antes, Lasso hace uso de su música y su letra para recordarnos la importancia de ser fiel a uno mismo, independientemente de las etiquetas y juicios que puedan hacer de nuestra esencia. Si te ayuda, recuerda lo que dice Lasso: todo lo que haces, ¡nunca deja de impresionar! Ser diferente, querer serlo y mostrarlo nunca fue tan esencial (ni aparentemente impresionante).
Con esta última oda a la diferencia terminamos este artículo. En esta segunda parte, hemos recorrido el terreno pantanoso de las canciones (auto)insultantes para, al final, llegar a las vivas praderas de las canciones con letras tan variadas y bonitas como florecitas. ¡Lo siento! Ahora sí que he terminado con mi cursilería.