Esta tarde me senté a tomar un café con Ben en una librería donde reinaba un delicioso aroma. El lugar, acogedor, nos abrazó a los dos para ponerle la magia que se necesitaba para realizar una entrevista que se transformó en una charla amena y entretenida llena de preguntas fuera del libreto. Benjamin Ellis Browne profesor de la Universidad de la República (UdelaR), trompetista de la Sinfónica y de la Filarmónica nació el 4 de mayo de 1978 en Waukesha (Wisconsin, EE. UU). Es padre de cuatro hijos, entre ellos gemelas, y tuvo dos matrimonios. En su hogar escucha muchísima música country, country nuevo, especialmente a Morgan Wallen y a Laney Wilson: “en otra vida debí haber sido un cowboy”, dijo riéndose. También rock de los 80, 70, grunge de los 90: Pearl Jam está dentro de sus favoritas. Se define como una persona feliz en su ámbito.

Al año sus padres se mudaron a una casa en Oconomowoc. Realizó toda la educación en EE.UU, donde tenía una beca para realizar sus estudios. Sin embargo, no era feliz allí. Por eso fue hacia Milwaukee. Allí obtuvo su título y vino para Uruguay. Ben tenía muchos intereses hacia otras disciplinas, como física, religión, educación. Llegó a perder la beca que le habían otorgado. Sin embargo, se la concedieron de nuevo. No eligió Uruguay para vivirlo específicamente, sino que conoció a su primera ex esposa quien estaba haciendo su título en EE.UU. Se enamoraron y se casaron en 1999.

Él estudiaba todos los días en el apartamento de sus ex-suegros y enfrente vivía Federico García Vigil. El compositor, profesor y director orquestal uruguayo lo escuchaba todos los días, y así consiguió su primer trabajo. Luego su ex esposa y él regresaron a Estados Unidos, terminaron sus títulos universitarios y en diciembre del 2000 volvieron a Uruguay. Ben vivió la crisis del 2002 en Uruguay. Pasó seis meses sin cobrar: “Estaba mi esposa en ese momento embarazada de mi primer hijo. Tenía un alquiler en dólares. Y el banco de crédito cerró y no cobré por seis meses porque yo cobraba por los sponsors. Después la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) me pagó, pero fue duro”.

En su familia existe el amor hacia la música desde generaciones. Era como una obligación familiar saber tocar algún instrumento. En su hogar había un órgano. A los 5 años empezó a tocar en la casa de sus abuelos. Le llevaron la trompeta pero él se resistía, quería el saxo. Sin embargo, su madre le insistió en que lo hiciera. Browne tiene sus teorías de porqué su madre se opuso al saxo: quería que su hijo tocara en una orquesta. Consiguió una pequeña trompeta usada a los 8 años y fue así que surgió el amor por este instrumento. Concursó en el Sodre y logró ingresar en el 2003. Allí entró como suplente solista. Al año el principal que estaba se jubiló y Ben quedó en su lugar. También concursó en la Universidad y hoy da clases en la Facultad de Artes de la UdelaR. Tiene a los dos únicos alumnos recibidos como trompetistas. Antes de él no se recibió ninguno.

Al preguntarle cuál es su pieza musical favorita para interpretar en la trompeta, respondió titubeando: “Muy difícil. muy difícil… Te puedo decir compositores, imagínate. Tres compositores: Mahler. Strauss. Strauss. Hay muchos. El punto de la vida es la variedad, ¿no?” A lo que asentí con la cabeza. “Ahora estamos haciendo Star Wars en el Sobre y... También... Es maravilloso lo que se hace”. Ante la pregunta de cómo es trabajar como músico en Uruguay en comparación con Estados Unidos su respuesta fue muy racional: “en Estados Unidos no llegué a trabajar. Trabajaba, pero como freelance mientras estudiaba. Yo me recibí a mediados de diciembre del 2000 y no fui a la ceremonia. En inglés tenemos un dicho: Means to an end. Means to an end. Era como algo que tenía que hacer para lograr otra cosa”.

En EE.UU., a diferencia de Uruguay, hay mucha competencia, al igual que no hay mucha tradición en instrumentos de metales. En EE.UU. hay mucha tradición alemana: la mayoría de las fábricas y luthiers están ahí en donde él nació. En Uruguay hay jóvenes que tocan muy bien, es por eso que terminan llamando a estudiantes que están todavía formándose para tocar en la orquesta. Para ellos es una gran oportunidad de crecimiento y para seguir avanzando. Sin embargo, el desafío es la informalidad que presentan los estudiantes: “solo quieren ganar bien y conseguir un trabajo”.

La escena musical en Uruguay se diferencia de la de Estados Unidos en cuanto que en la primera se encuentra en una burbuja protegida, hay toda una infraestructura que promueve los conciertos, los planifica, se venden entradas, se hacen propagandas por todos lados. “Nosotros no sentimos esa presión que tiene un músico particular que toca en un boliche el sábado a la noche. Básicamente tiene que armar todo. Es un lujo para mí. Los que están siempre a la vuelta en las noches están teniendo que conseguir lugar, conseguir el público, hacer su propia publicidad; tienen que hacer malabares”. Ben destacó que estudiar es la clave para ser buen músico: “Es un desafío físico que requiere años. Yo estudié hace seis meses y recién siento que están integrados a mí. Y la juventud es muy ansiosa y no entiende. Estás jugando a largo plazo con los instrumentos, no es corto plazo”.

Ben narró que no recuerda lo que vivió la semana pasada en un concierto al tocar. “Una semana de conciertos y después la siguiente, siguiente, siguiente y siguiente”, pronunció con su acento inglés mezclado con un buen español. Al querer saber cómo se prepara mental y físicamente para un concierto importante, él asumió que se prepara distinto a como lo hacía antes siendo siempre responsable: “Claro que preparaba a la perfección, solamente que no era muy consciente de la magnitud de lo que estaba haciendo y podría haber preparado de otra manera más eficiente. Ahora soy mucho más consciente de lo que hago”. Antes no trabajaba la parte psicológica: enfrentaba los nervios a lo bruto e iba adelante, como buen taurino. En determinados momentos le ocurrió que no pudo controlar los niveles de ansiedad y tuvo que dejar lo que hacía para retomar con más ganas. En otros momentos, él se sienta atrás en su silla y no se pone nervioso. Él logra concentrarse de una manera intensa, aunque con su cuota de estrés.

El sistema de las orquestas en su país de origen es privado –con ayuda del gobierno– es muy elitista, en cambio en Uruguay el público es popular. El público uruguayo aprecia la música. En EE. UU. existe el sistema de orquestas universitarias mientras que en Uruguay no hay un sistema de bandas y orquestas escolares, lo cual es un gran debe. Este es, para Ben, un semillero de grandes potencialidades. En las orquestas se limita a hacer su trabajo, a ser lo más profesional posible. En su carrera ha tenido posibilidades de tocar con músicos conocidos como Plácido Domingo, José Carreras, Donna Summer y músicos de rock. Rechaza muchos ofrecimientos laborales porque trabaja mucho y quiere hacer otras actividades. No es amante de la tecnología en la música, sin embargo reconoce que esta tiene su valor en los auditorios (cadena de sonidos, grabación): acepta la tecnología pero no funciona tan bien, en algunos casos, como lo anterior. El público a veces se olvida de apagar sus teléfonos y eso hace que lo desconcentre.

A pesar de estar solo, tiene un buen grupo de amigos que se hizo en Uruguay. Son músicos de la orquesta: trompeta, trombones, tuba y percusión. También tiene amigos fuera de la música, lo cual valora muchísimo. Es un hombre agradable en el trato, muy sociable. Es amante del buen vino, tiene amigos bodegueros. En la pandemia estuvo trabajando, de manera gratuita, en la vendimia. En un momento pensó en anotarse en la Escuela de Enología pero no le daban los tiempos para trabajar y estudiar, por esa razón desistió. En cuanto a su trompeta favorita le gusta mucho la marca Bach porque tiene un sonido inigualable. Aún no sabe cómo su profesor se la vendió. En el exterior ha aprendido mucho de profesores.

Lo que realmente aprecia y agradece de Uruguay es el poder de aislamiento que tiene aquí para concentrarse; ha logrado tener esa fortaleza. Él disfruta tocar la trompeta pero está cansado de tanto estrés. “El artista hace una buena obra para él y luego lo vende a quien le gusta”. Es 99% autodidacta con el español y prefiere el fútbol americano. A pesar que el mate le cae mal al estómago, tiene el suyo en su hogar. Este artículo es un homenaje a Ben y a todos los músicos que, con su talento y dedicación, enriquecen la vida de los amantes del arte y demuestran que la música es un lenguaje universal que trasciende fronteras y culturas. Ahora a celebrar la música como una fuerza poderosa que une a las personas.