La relación entre el cine y la pintura es algo de lo que ya se ha hablado bastante. El punto en que más se hace hincapié es en las obras pictóricas que sirvieron de inspiración para cineastas, al punto de ser recreadas en sus películas. Para citar un ejemplo, son innumerables las películas en que podemos ver citas a La Última Cena de Leonardo da Vinci. Pero esta relación es mucho más profunda, sobre todo porque hay un aspecto del que no se habla tanto: es una relación de inspiración mutua. No solo la pintura influyó en el cine, sino que también el cine influyó en la pintura.

Referencia estética y legitimación

Por una cuestión cronológica, fue primero el cine quién se inspiró en las artes que habían venido anteriormente. Cuando las primeras películas empezaron a desarrollarse a fines del siglo XIX, ya existía una inmensa tradición estética implementada en la pintura y, luego, en la fotografía. Ya existían conceptos de composición, iluminación, perspectiva y otros recursos que fueron adoptados por las primeras imágenes en movimiento, aunque haya sido de forma inconsciente. Ya en el siglo XX, el cine buscaba afirmarse como una forma de expresión. Hasta ese momento, los pequeños cortometrajes que existían eran tomados por el público burgués como un espectáculo vulgar, que solo era exhibido en ferias como una mera atracción. Entonces, la pintura se volvió no sólo una influencia, sino una herramienta de legitimación del cine.

Algunas películas comenzaron a usar cuadros como referencias estéticas evidentes, para empaparse del prestigio que tenía un arte tan consagrado por la tradición como la pintura. Tenemos un ejemplo tan atrás en el tiempo como en el año 1912 con Del pesebre a la cruz (From the Manger to the Cross) de Sidney Olcott, una película que narra la vida de Jesucristo. Muchos de los planos de esta película se basaron en los dibujos y acuarelas de escenas bíblicas realizados por el pintor James Tissot.

Técnica más allá de la imitación

Podemos encontrar un sinfín de ejemplos de películas que recrean cuadros, dotando de movimiento a aquellos trazos sobre lienzos. Pero el cine no se limitó a la imitación de imágenes puntuales, sino que tomó a grandes maestros de la pintura como referentes para el tratamiento general de su estética. Martin Scorsese, por ejemplo, citó al pintor italiano Caravaggio como una de sus influencias en lo que respecta a iluminación y puesta en escena. Otro caso interesante es el del director de fotografía de Días de gloria (Days of Heaven, 1978), Néstor Almendros, quien tomó como referencia los paisajes rurales del pintor Edward Hopper para la iluminación y los espacios que quería filmar. Porque el objetivo no era meramente recrear imágenes, sino tomar técnicas como el tratamiento de la luz y el color.

Edward Hopper, inspirador y cinéfilo

Hopper es, probablemente, el pintor que tiene la relación más estrecha con el cine. Directores como Wim Wenders y David Lynch lo citan como fuente de inspiración, pero el ejemplo que considero más relevante es Alfred Hitchcock. En Marnie, la ladrona (Marnie, 1964) podemos encontrar los colores con los que Hopper retrataba el ambiente monótono de los trabajos de oficina. El diseño del Hotel Bates de Psicosis (Psycho, 1960) está directamente inspirado por la pintura Casa junto a la vía del tren. Y en La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) hay una inspiración tanto estética como temática. En este film protagonizado por James Stewart y Grace Kelly, Hitchcock toma el componente voyeurista de varios trabajos de Hopper y así transforma a la cámara, y por lo tanto al espectador, en un espía que observa pequeñas escenas íntimas de vidas ajenas a través de las ventanas. Al mismo tiempo que representa el aislamiento, otro gran tema hopperiano, en su personaje principal.

Lo especial de este pintor es que también nos da un ejemplo de influencia en sentido inverso. Nacido en Nueva York en 1882, Hopper era apenas un niño cuando comenzaron a proyectarse los primeros cortometrajes, y tenía más de 40 años cuando llegaron las películas sonoras. El cine fue una gran fuente de inspiración para él. "Cuando no estoy de humor para pintar, voy a ver películas por una semana o más. Hago maratones de películas", confesó el artista.

Francis Bacon y el montaje cinematográfico

Otro pintor influenciado profundamente por el cine fue el irlandés Francis Bacon. Cinéfilo declarado, admiraba a Luis Buñuel, Abel Gance, Jean-Luc Godard y Alain Resnais. Pero su mayor inspiración fue el soviético Serguéi Eisenstein y su película El acorazado Potemkin (Bronenosets Potyomkin, 1925). La icónica escena de la escalera de Odessa, en la que los soldados disparan al pueblo, inspiró varias de sus obras; sobre todo su serie de pinturas Cabezas (Heads). La influencia del cine inunda todo el trabajo de Bacon, se puede notar en su intención de retratar movimiento con los trazos. Además, tenía predilección por los trípticos: obras de arte separadas en tres paneles. Este formato le permitía a Bacon crear un relato, como si estuviera componiendo los planos de una escena. En una entrevista con un crítico de arte en el año 1979, Francis Bacon declaró: "Los trípticos son lo que más me gusta hacer y pienso que eso puede estar relacionado con el pensamiento que algunas veces he tenido de hacer películas”.

Guernica y una posible inspiración en el cine

El motivo que impulsó a Pablo Picasso a realizar uno de los cuadros más importantes del siglo XX fue la noticia de los bombardeos sobre la villa vasca de Guernica, en el contexto de la Guerra Civil Española. La pintura no contiene ningún elemento que haga referencia a un hecho particular, sino que funciona como un retrato general de los horrores de la guerra. El director de fotografía español José Luis Alcaine propone que Picasso tomó como punto de partida para su cuadro una escena de Adiós a las armas (A Farewell to Arms), película bélica estrenada en 1932, cinco años antes de que se pintara el Guernica. Hay hechos que indican que Picasso vio este film: estaba basado en una novela de Hemingway, de quien era amigo, y por cómo funcionaba la distribución en aquellos tiempos, Adiós a las armas seguía en cartelera en 1937 en París, donde se encontraba viviendo Picasso.

En el Guernica hay varias imágenes que parecen inspiradas directamente en una escena de la película. Ambas representan un bombardeo sobre una población civil y muestran, con puntos de vista y sensibilidades semejantes, una mujer gritando de terror con los brazos alzados, caballos desesperados y confundidos, una madre que toma a su hijo en brazos, una mujer angustiada ante el horror y la destrucción, y una mano que se estira con el último aliento de un moribundo.

La retroalimentación entre formas de arte

Estos ejemplos nos muestran que entre el cine y la pintura hay una simbiosis. No se trata solo de un arte ejerciendo su influencia sobre otro, sino de un diálogo de ida y vuelta del que ambas partes se nutren. El cine necesitó de sus antecesores artísticos para establecer su lugar en el mundo de la expresión humana; y, cómo un sabio maestro, cuando la pintura notó que el cine había desarrollado un lenguaje propio del que podía tomar elementos, la relación entre ambas formas de arte se volvió de inspiración mutua.