La obra cinematográfica de Pedro Almodóvar siempre ha sido el reflejo de las emociones y las relaciones humanas. Recordemos Todo Sobre Mi Madre (1999), ganadora del Óscar a la Mejor Película Extranjera, donde narra la historia de una madre luego de la muerte de su hijo; o La Piel Que Habito (2011), ganadora de los premios Bafta a Mejor Película de Habla No Inglesa, donde la locura se apodera de un cirujano plástico luego de la muerte de su esposa. Pero estamos acá para hablar de La Habitación de al Lado (2024), trabajo que no es la excepción de cómo el director puede trabajar sobre temas emocionalmente fuertes.

La película está basada en la novela Cuál es tu tormento (2020) de Sigrid Nunez, y no solo representa una adaptación literaria, sino que también nos enfrenta de manera directa, aunque no por ello brutal, a la fragilidad de la vida. La muerte y el dolor forman parte inevitable. La influencia literaria en la adaptación cinematográfica que Almodóvar utiliza es el punto de partida para abordar el tema de la muerte como tema más determinante; pero también el tópico de la amistad es el contrapunto esencial. La obra de Nunez es adaptada a la pantalla de una manera profunda y sin tapujos.

La trama central sigue a una mujer con cáncer terminal, Martha (Tilda Swinton), que pide a su amiga Ingrid (Julianne Moore) que la acompañe en su último viaje de la vida. Pero, para la enferma, no es un último viaje porque se acerca el inevitable final de su existencia, sino porque decide apropiarse de su propia mortalidad. Martha ha probado toda terapia; la ciencia ya no tiene más nada que ofrecerle. No le es posible imaginar cuánto dolor físico y emocional le queda por transitar. La decrepitud se le acelera, y no está dispuesta a darle más lugar del que ha conseguido siguiendo esperanzadores tratamientos experimentales.

Creo que es un error regresar a los lugares donde fuimos realmente felices. Arruinas los buenos recuerdos de la primera vez.

Transformación de la prosa a la imagen

La adaptación del director, que también escribió el guion, fue una labor maestra porque logró captar las sutilezas emocionales de los personajes que emanan del libro que escribió Sigrid Nunez. “... En un libro nuevo que estoy leyendo, encuentro que alguien compara la experiencia de ver a una persona morir con la intensidad de enamorarse… ”, dice una de las protagonistas en el libro. Y a eso apuntó Almodóvar: que la relación que unía a la moribunda Martha, una corresponsal de guerra, y la temerosa Ingrid, una escritora a la que le da terror la muerte, se asemeje a una historia de amor, a un enamoramiento de las almas que se descubren desde el umbral de la muerte. En este viaje, ambas redescrubren el concepto de amistad. Era como un sueño, no siempre bueno, pero un sueño que estaban creando.

El enfoque visual adoptado en la producción prioriza, sin dudas, la conexión íntima; las tomas de los primeros planos permiten ver los gestos que se expresan en el rostro de los personajes, herramienta imprescindible que logra darle sustento a la complejidad del tema. El director, en una entrevista dada últimamente a razón de la cantidad de premios que obtuvo el film, expresó que él suele ser un actor más a la hora de dar indicaciones en el momento de actuar. En el caso de Julianne Moore, cuyo personaje debe ir entre la incredulidad de lo que tiene que hacer, el terror que le provoca el tema de la muerte y de lo que va aprendiendo en la marcha, Almodóvar tenía una serie de indicaciones que había ordenado para la artista; sin embargo, ella pidió que no lo haga, que primero se grabe y, una vez realizadas las tomas, él, con base en lo visto, le daría todas las indicaciones que considere, de acuerdo a lo que tenía en su cabeza. Hecho que el manchego aceptó, y quedó sumamente satisfecho por lo logrado por la actriz.

Que el director quiera sacar cada detalle del rostro de las protagonistas no es nuevo. Sabemos que es un artista meticuloso con el detalle. Y ante estas estrellas de Hollywood, no es para menos. Sus rostros hablan por sí mismos, sin palabras que pronunciar. Lograron microexpresiones que revelaban el papel que estaba en juego en cada una. Sus miradas, sus lágrimas, sus sonrisas fueron un mapa de emociones que cuenta una historia honda: la hondura de querer tener el control de la existencia, y que Almodóvar logró trazar correctamente, para llevar al espectador a donde él quería que vaya.

Por un lado, la etérea Tilda Swinton (Martha), que a veces aparece como fantasmal; y, por el otro, la honestidad de Julianne Moore (Ingrid), que está en una ‘aventura’ que no hubiese elegido, pero la aceptó, aun con sus miedos, y la está atravesando con valentía; con una fuerza más grande de la que ella misma hubiese imaginado. El director español utiliza el color y la iluminación para acentuar estas vivencias que presentan las protagonistas. La paleta cromática, rica y variada, actúa como un complemento muy rico que acompaña a estos personajes: tonos oscuros en momentos de desesperación contrastan con colores cálidos donde a veces se sugiere un poco de esperanza. Así se embellece la narrativa y también el viaje del espectador, que asiste a esta aventura existencial de Martha e Ingrid; la idea de saber cómo y cuándo será lo inexorable, o si esa experiencia poderosa es un sueño, se sostiene en todo el visionado de la película.

La Habitación de al Lado no es solo una buena adaptación de una novela, sino una obra que establece un diálogo con la literatura y la filosofía. Es una obra existencialista que enfrenta a los personajes a las decisiones sobre su vida, incluyendo a la muerte como parte de esta. Es una obra sobre la amistad, no la del ‘día del amigo’, tampoco la de la confesión de una infidelidad, sino la profunda, la que exige sacrificios, la que obliga a transmutar los propios miedos, la que requiere enfrentar la tristeza de acompañar a una moribunda, que tiene el destino de su vida en sus manos, donde su única vulnerabilidad es que no haya nadie en la habitación de al lado que la acompañe en este momento vital de su existencia.

He intentado leer a mis autores favoritos, pero su encanto ha desaparecido. Te hablo de Faulkner, Hemingway… No puedo concentrarme. Mi mente vuela en el vacío… No son solo los libros, todas las fuentes del placer se han reducido.

El dolor en la película se presenta ofreciendo distintas percepciones. No solo como sufrimiento físico, sino el dolor emocional de la decrepitud del cuerpo que uno ya no reconoce. La cercanía a la muerte transforma la experiencia de la vida para las amigas; está el sentimiento de pérdida, por supuesto, pero se invita a apreciar los momentos de belleza que emergen en medio del dolor. Esta decisión, que la mirada corriente la toma como tabú, les brinda a los personajes la oportunidad de crecer juntas, en un espacio que han creado para vivir, como de vacaciones, a pesar de la muerte inminente. En esta narrativa, nunca mejor aplicada la máxima budista: El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. El director parecía tenerla presente al crear el personaje de la protagonista que conoce su adelantada finita existencia.

Almodóvar no dejó pasar la oportunidad para dar su visión idealista en un mundo que dejó de ser amable, sobre todo para el humano más desprotegido. Expresó en boca de Damian (John Turturro) el peligro de un neoliberalismo cada vez más creciente y afianzado, o la angustia de la problemática del cambio climático. Con arte, puso en debate el tema de la decisión de la muerte cuando ya no haya más nada que esperar de la ciencia: la eutanasia y el suicidio asistido. Tema complejo porque atraviesa la moral, la política, la religión y la sociedad. También, aunque de una manera sutil, nos colocó frente al peligro de la internet, el acceso a la dark web, donde todo se puede conseguir y todos podríamos tener acceso. Aunque entiendo que no los haya expuesto con ánimo regulatorio, sí nos colocó un cartel amarillo de advertencia.

Su alma caía lenta en la duermevela al oír caer la nieve leve sobre el universo y caer leve la nieve, como el descenso de su último ocaso, sobre todos los vivos y sobre los muertos. James Joyce en su obra Los Muertos (1914)

La Habitación de al Lado ofrece la quietud de los años; no significa que carezca de vida, al contrario, la vida está presente en cada momento, hasta en el propio final. La muerte es un tema que no debemos esquivar; es fundamental aceptarla como parte vital de nuestra existencia. Esta película es necesaria para entender que, si ignoramos nuestra finitud, podemos perder de vista el poder que todos llevamos dentro. En algún momento, es esencial detenernos y reflexionar sobre la vida y su fragilidad, antes de que la vida misma nos detenga y nos enfrente brutalmente a estas verdades inexorables.