Mafia, Cosa Nostra, Hampa, familias criminales, italian mob… hay numerosas formas de referirse al crimen organizado italoamericano, una de las organizaciones criminales con mayor arraigo en el imaginario colectivo de los ciudadanos de a pie de todo el mundo.

Libros, películas o series como El Padrino, Goodfellas o Los Soprano han creado una suerte de canon mafioso plagado de gestos, expresiones, tradiciones, elementos estéticos y lugares comunes que prácticamente cualquier persona podría identificar y asociar a los mafiosos.

Mucho se ha escrito, hablado e incluso filmado sobre la mafia italoamericana. Sin embargo, se podría decir que el foco de atención ha recaído tradicionalmente siempre sobre los mismos actores. La mayoría de las personas asocia la mafia a ciudades como Chicago o Nueva York y a personajes reales o ficticios como Al Capone o Vito Corleone.

Si bien es cierto que tradicionalmente Nueva York y Chicago han sido las ciudades donde la mafia tuvo más implantación y poder, sus tentáculos se extienden mucho más allá.

Es importante mencionar que hasta 1931 no se podía hablar de mafia como tal, o al menos de la mafia que conocemos hoy en día. Por aquel entonces, ciudades como Nueva York, Chicago, Filadelfia o Nueva Orleans estaban pobladas de bandas criminales de origen italiano que continuamente mantenían enfrentamientos violentos por el control del territorio.

La desorganización y la violencia fue la tónica dominante hasta que, en 1931, Salvatore “Lucky” Luciano introdujo su visión corporativista y empresarial del crimen organizado. Había suficiente pastel para todos, no era necesario estar matándose todo el día, simplemente hacía falta algo de organización. Al fin y al cabo, todo aquello se hacía por ganar dinero.

Así fue como se creó La Comisión, el órgano rector de la mafia italiana en Estados Unidos. Una suerte de consejo de administración del crimen organizado italoamericano. Ahora ya no habría una infinidad de bandas peleando por el territorio. La Comisión estableció que en cada ciudad habría una sola familia criminal, cuyo jefe al mismo tiempo sería miembro (a veces representado a través de otro jefe) de la propia Comisión. La única excepción fue Nueva York, que debido a su gran tamaño y a ser el lugar con mayor arraigo de la Cosa Nostra, se organizó en 5 familias.

Así, se pasó de una infinidad de bandas callejeras a un grupo cerrado de 26 familias mafiosas que operaban en todo el país y cuyas actividades estaban supeditadas a ese consejo directivo que era la Comisión.

Quién moría, quién vivía, quién podía convertirse en miembro de la mafia o incluso en jefe, y el qué se podía hacer y qué no… Las decisiones más importantes estaban a cargo de la Comisión. Algunas de esas 26 familias criminales operaban en ciudades como Detroit, Tampa, Dallas, Los Ángeles, Kansas o Cleveland.

Es evidente que 26 familias criminales operando durante casi 100 años en las ciudades más importantes de Estados Unidos dan para un sinfín de historias de lo más interesantes. Y hoy me dispongo a contarles una de ellas.

Una a la que el glamour de Los Ángeles, la opulencia de Las Vegas o el encanto de Nueva York le quedan bastante lejos: la historia de Sonny Ciancutti, jefe de la mafia de Pittsburg.

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Pittsburg es una ciudad de Pennsylvania de unos 300mil habitantes (2020) que llegó a contar con familia criminal mafiosa propia. Y hablo en pasado porque todo apunta a que actualmente la mafia ya no opera allí.

Lo curioso de esta historia no es que la mafia ya no exista en Pittsburg, es el por qué.

Y es que, la mafia no desapareció de la ciudad por una labor encomiable de los cuerpos de policía, o porque la comunidad se volcara frontalmente contra su actividad criminal. La mafia desapareció porque dejaron de haber mafiosos.

En 2008, Thomas ‘Sonny’ Ciancutti, quien ya había ejercido como subjefe y consigliere de la familia criminal de Pittsburg, toma el control de la organización.

La familia que Ciancutti dirigió distaba mucho de aquellas poderosas familias neoyorquinas que vemos en las películas. El número de miembros era considerablemente menor y su actividad económica y criminal estaba casi exclusivamente vinculada a las apuestas clandestinas.

Las cosas marchaban relativamente bien para Ciancutti hasta que en 2013 su organización recibió un duro golpe por una operación policial llamada Operación Chuleta de Cerdo (Operation Pork Chop). La operación terminó metiendo entre rejas a varios miembros de la familia criminal de Pittsburg.

Sin darse cuenta, el tiempo pasaba para Ciancutti y su familia. Sus subordinados, cada vez más viejos, o morían o eran encarcelados, haciendo que la estructura de la familia cada vez fuese más difusa e inconsistente.

También es importante señalar que tradicionalmente, en épocas donde el FBI o la policía está especialmente molesta, no se suele incorporar a nuevos miembros a la familia. Esta combinación de factores que aúnan la no incorporación de sangre joven y el envejecimiento-muerte-encarcelamiento de los miembros de la familia provocó la paradoja de que Ciancutti terminase siendo el jefe y el único miembro de la familia criminal de Pittsburg.

A mí me gusta imaginar a Ciancutti en una extrema soledad, como un mafioso crepuscular. Pero la realidad no es tan romántica. Lo cierto es que Ciancutti era el único miembro de la mafia en Pittsburg, pero se codeaba con una serie de asociados con los que seguía generando dinero de las apuestas deportivas. No se sabe muy bien porqué, pero Ciancutti no optó por incorporar a gente joven a la familia. O lo que es lo mismo, jamás optó por elegir un sucesor para su cargo de jefe mafioso.

El 8 de julio de 2021, Thomas ‘Sonny’ Ciancutti, jefe y único miembro de la familia criminal de Pittsburg, murió a los 91 años. Y con él, la mafia en Pittsburg. Ciancutti dispone de un obituario en red, cortesía de la funeraria que gestionó su sepelio, donde se pueden leer mensajes de su viuda, amigos y familiares1.

Es importante señalar que lo único que se extinguió con su muerte fue la mafia italoamericana tal y como la conocemos, no la delincuencia. Es más, hay investigadores a los que les gusta puntualizar que Ciancutti era el último miembro conocido de la familia, lo cual no necesariamente implica que fuese el último. Algo que deja la puerta abierta a que la familia criminal siga operando en el más estricto secreto.

En cualquier caso, la historia de Ciancutti es un ejemplo de que los tiempos cambian y los delincuentes deben adaptarse a ellos.

Hubo unos años en los que basar tu actividad delictiva en una sociedad criminal semi-secreta, con una membresía relativamente exclusiva, era la mejor opción para prosperar. Sin embargo, hoy en día el crimen organizado es mucho más eficiente si pierde rigidez estructural en favor de mayor deslocalización y especialización de los grupos criminales.

En otras palabras, el crimen organizado italoamericano podría volver a un escenario similar al previo a 1931.

Nota

1 Thomas "Sonny" Ciancutti En Giunta.Bertucci.