Colombia como proyecto de estado-nación llegó a la amazonía a través de la militarización durante y después del conflicto fronterizo con Perú en la primera mitad del siglo XX. Este acercamiento militarista marcó el rumbo de las relaciones que establecería el país con el territorio amazónico hasta el presente.

En 1912 en La Pedrera, sobre el río Caquetá, se dió el primer combate entre fuerzas militares de las dos naciones y fue la antesala de un conflicto diplomático que se decantaría en una guerra para posteriormente determinar la ratificación del Tratado Salomon-Lozano. En este, Perú le reconocía a Colombia el denominado Trapecio Amazónico o de Leticia, un trazado geométrico en forma de trapecio con base en puntos específicos de cruces de aguas en los ríos Caquetá, Putumayo y Amazonas. Esta delimitación de frontera le garantizaría a Colombia el acceso al río Amazonas. Por otro lado Colombia reconocería a Perú soberanía sobre el Triángulo San Miguel-Sucumbíos, un enclave entre los ríos San Miguel y Putumayo, en el piedemonte del interfluvio Napo-Putumayo.

La delimitación del territorio a partir de abstracciones geométricas constituyó un sintoma del proyecto de modernización para la Amazonía que establecieron las naciones, donde interesó poco las formas y relaciones de vida de los pobladores originarios y se repartió tajantemente el territorio, optimizando el ejercicio de construcción de frontera imaginada. Los ríos que en algún momento fueron lugares de encuentros, se convirtieron ahora en separaciones arbitrarias. Una vez iniciado el conflicto fronterizo, desde los centros de poder se implementaron iniciativas de poblamiento y colonización de la selva amazónica en donde la incursión militar era seguida de construcciones de trochas, misiones evangelizadoras y civilizatorias. Es así como durante la guerra se desarrollaron pequeños centros poblados que proveían de servicios a las guarniciones militares.

El proyecto de modernización se consolidó con el desarrollo de nuevas tecnologías de guerra, la cual permitía entender el territorio desde la verticalidad que suponía sobrevolar la selva. Para 1932, estalló la guerra con la toma del centro poblado de Leticia por parte de un grupo de barones del caucho que se radicaban en Perú. Este país contaba con una incipiente flota de aviación militar equipada con algunos aviones Corsairs adquiridos a EEUU y tripulados por pilotos peruanos. Por otro lado, Colombia tuvo que adaptar aviones comerciales de la SCADTA (Sociedad Colombo-Alemana de Transporte Aereos) para el combate y acuatizaje en los ríos amazónicos, Junkers que fueron tripulados por exmilitares de la alemania nazi, mientras se equipaba con aviones Curtiss estadounidenses y a su vez se capacitaba a pilotos nacionales.

Tratados geométricos es un estudio de la geometría en el conflicto. Son disecciones de los principales aviones que hicieron presencia en la guerra, desarmados para construir cuerpos aplanados a partir de formas adaptadas del papercraft, en composición sobre una serie de cartografías utilizadas durante el conflicto, algunas de estas levantadas por el teniente Domingo Melo, oficial peruano. Las cartografías aquí aparecen como un intento de abstraer el territorio la verticalidad que permitió la naciente aviación militar de los dos países. Los aviones se proponen como cuerpos evolucionados, adaptados a las condiciones del paisaje, pero también como elementos que se transforman en dosel de la selva, como un fondo texturizado de camuflaje militar. Los paisajes aquí representados fueron puntos clave durante el conflicto y son lugares que han ocupado la categoría de frontera en algún momento de la historia. Son fronteras inestables que podríamos llamar “fronteras líquidas”, siguiendo los postulados de Bauman, sin embargo, los ríos como superficies líquidas han sido lugares de encuentros e intercambio cultural y biológico tanto para los habitantes del territorio como para el ecosistema mismo.