Aplicar un enfoque basado en los derechos humanos es la única opción equitativa y sostenible para hacer frente a la mala salud y la desnutrición prevenibles, así como a las muertes evitables.
A menudo me gusta exponer mis argumentos con cursivas en lugar de con prosa fluida. Utilizo las cursivas para desafiar tu pensamiento y tu reacción a aquello con lo que estás de acuerdo o en desacuerdo. Aquí me centro en la aplicación del "Marco de Derechos Humanos", a menudo denominado enfoque basado en los derechos humanos. Para facilitar la comprensión, aplico todo esto al ámbito de la salud y la nutrición visto desde la perspectiva más amplia de sus determinantes estructurales.
Históricamente, el enfoque basado en las necesidades básicas sólo ofrecía promesas; el enfoque basado en los derechos humanos EBDH, (HRBA en ingles) se centra en obligaciones que de-facto exigen la actuación de los responsables de la toma de decisiones (titulares o detentores de obligaciones es en la jerga de los derechos humanos). De este modo, las víctimas de violaciones de derechos humanos (detentores de derechos en la misma jerga) ya no mendigan; ahora exigen basándose en que los países han ratificado los pactos de derechos humanos de la ONU, de modo que ahora sus demandas y reclamos caen en el ámbito del derecho internacional de los derechos humanos.
¿Por qué el EBDH?
Porque la pobreza, la enfermedad y la desnutrición prevenibles representan una negación de los derechos humanos a escala masiva.
Porque la enfermedad y la desnutrición entre las poblaciones empobrecidas son la traducción biológica de una enfermedad social.
Porque todos vivimos en sociedades estructuralmente desiguales.
Porque, como trabajadores en el campo del desarrollo, todos trabajamos en países con terribles desigualdades sociales.
Porque, con contadas excepciones (China entre otros), los gobiernos no han conseguido rebajar con éxito las tasas de estas enfermedades y la desnutrición prevenibles.
Porque, en la actualidad, es ampliamente reconocido que las raíces de las violaciones del derecho a la salud y a la alimentación son políticas (el derecho a la alimentación entendido ahora, con razón, no en términos de falta de alimentos, sino más bien en términos de la vulnerabilidad que conlleva la impotencia política).
Porque los esfuerzos para reducir las enfermedades crónicas e la pobreza y el hambre en los países en desarrollo —al igual que en todo el mundo— no van por buen camino para alcanzar los "Objetivos del Desarrollo Sostenible" (SDGs, en ingles).
Porque las preocupaciones sociales y laborales de los mas pobres nunca se ponen en primer plano en el proceso de abordar la estas enfermedades, la desnutrición y las muertes evitables.
Porque la realidad es que las personas que viven en pobreza se ven excluidas de la parte que les corresponde de la riqueza generada que contribuyen a crear. (Por eso la distribución de la riqueza es más importante que su creación).
Porque el discurso predominante sobre salud pública y la nutrición pública es erróneo y los debates y acciones basados en análisis equivocados serán como verter agua en un cubo roto; ningún esfuerzo por llenarlo será suficiente.
La apatía hacia estas cuestiones hace que nuestro trabajo se vea estancado. Por lo tanto, debemos transformar la apatía en activismo y luchar por contratos sociales negociados entre las personas (como detentores de derechos) y los detentores de obligaciones para mejorar la salud y la nutrición. Por lo tanto, para que los servicios de salud y nutrición funcionen a favor de los pobres, los detentores de derechos deben tener más control sobre dichos servicios.
Esto se debe a que, si están disponibles, los servicios de salud y nutrición le están fallando a los pobres, y la razón principal es que son aplicados biomédica y verticalmente y, por lo tanto, no promueven la protección y la satisfacción de los derechos de las personas.
Como ejemplos de apatía, clásicamente, la mayoría de los que trabajamos en nutrición y salud nos involucramos en:
Esquemas que ofrecen incentivos para la producción de alimentos o asistencia técnica a los productores de alimentos (a veces incluso para las mujeres...).
Promover el almacenamiento y la conservación de alimentos.
Reorganización de las cadenas de comercialización de alimentos.
Influir en la selección y preparación de los alimentos.
Implementar todos o algunos de los componentes de la atención primaria de salud, o en actividades (bastante inútiles) de educación sanitaria y nutricional que acaban enseñando a la gente a comer lo que no pueden permitirse y que, por tanto, sólo tienen un potencial limitado que refleja una actitud como: “Que sigan siendo pobres, pero que aprendan”.
A la ayuda exterior (ODA, en ingles) le gusta financiar todo esto. Y las ONGs no son más que apéndices, o brazos ejecutores de agencias bilaterales tradicionales del Norte. Además, la ayuda exterior crea dependencia y devalúa y degrada sistemáticamente el papel del saber popular en nuestros campos de especialización. (Muchos de nosotros incluso somos utilizados a menudo de una forma u otra y estamos así, a sabiendas o no, al servicio del statu-quo. Nos implicamos en soluciones superficiales …y a menudo incluso empezamos a creer en ellas).
Entonces, ¿por dónde debe empezar nuestro análisis al aplicar el EBDH?
Este comienza con nuestro análisis del marco conceptual de las causas de la enfermedad prevenible, la desnutrición y las muertes evitables, es decir, buscando las causas inmediatas, subyacentes y básicas (estructurales).
Todos conocemos el proverbio chino “dame un pescado y me habrás alimentado durante un día; enséñame a usar una red y me alimentarás de por vida”. La falacia de este proverbio se repite una y otra vez. La verdadera cuestión es a quién pertenece el estanque/lago/río/tramo de océano y cuáles son los derechos de los pobres a pescar en ellos... (¡El acceso a los bienes comunes no debe darse por sentado!) …Además, el estanque/lago/río/océano está contaminado.
Uno se puede convencer de aplicar el enfoque basado en los derechos humanos (EDBH) desde una motivación principalmente ética o desde una motivación política
Lo que esto significa es que lo que hace falta es identificar claramente los caminos a seguir para implementar las cosas que hay que hacer, y esto último por quién, con quién y contra quién. (Personalmente, considero que el reto al que nos enfrentamos consiste en pasar del enfoque ético al político). ¿Por qué? Porque los detentores de derechos deben convertirse en los protagonistas de un proceso políticamente motivado que asigna un papel clave a los activistas sociales y políticos que actúan como agentes de rendición de cuentas. Esto significa para ellos tener que exigir e influir de forma efectiva en cómo el sector público asigna sus recursos a los diferentes grupos geográficos/género/socioeconómicos/étnicos y cómo, en el proceso, el gobierno favorece los programas que están bajo un fuerte control comunitario.
Algunos activistas de derechos humanos han estado analizando sistemáticamente los presupuestos de los gobiernos estatales o locales para mostrar adónde van o no van los fondos.
Básicamente, el problema es que, a falta de cambios estructurales más profundos, la mayoría de las veces acabamos aportando soluciones parciales que no han hecho mella a los problemas más candentes de la salud y la nutrición --desde lo local hasta lo global en igual medida.
Los problemas de salud y nutrición están estrechamente relacionados con el problema de la migración urbana. Cada adulto joven que emigra a las ciudades (en su mayoría varones) representa, al mismo tiempo, dos brazos menos para producir alimentos y una boca más que alimentar en la ciudad gracias al esfuerzo de los que se quedaron (en su mayoría mujeres, niños y ancianos). Además, el coste de una dieta de costo mínimo para una familia media de cinco miembros suele estar por encima de los salarios mínimos de la mayoría de los trabajadores no calificados de los centros urbanos. La deuda externa es también un recordatorio constante de las relaciones neocoloniales entre los países del Norte y del Sur. Parte del dinero prestado se ha utilizado para mantener los niveles de consumo (sobre todo urbano).
A modo de cierre
Las poblaciones pobres y los grupos de marginados tienen reivindicaciones legítimas en la lucha por los derechos a la salud y la nutrición. La cuestión es: ¿se están acomodando los detentores de derechos cuando deberían estar enfrentando a los titulares de obligaciones como es indispensable?
Una reforma agraria, el crédito a los pequeños agricultores, los incentivos de precios a los productores de alimentos, la subvención de insumos agrícolas vinculados a una agroecología intensiva en mano de obra con alta prioridad para los cultivos alimentarios, los planes de distribución equitativa de alimentos, la toma de decisiones participativa y muchas otras alternativas en la misma línea están al centro de lo que realmente podría hacer la diferencia para la nutrición. En salud, la cobertura sanitaria universal y gratuita basada en los impuestos, el freno a la privatización y una reglamentación estricta de lo que son prácticas depredadoras de los seguros de salud son algunas de las muchas cosas por las que tienen que luchar los detentores de derechos. Añádase a esto la organización de una red de guarderías y jardines de infancia en el país y medidas serias para proporcionar servicios de atención primaria de salud de calidad y acceso al agua y a saneamiento fiables.
¿Qué hacer entonces?
¿Deberíamos empezar por denunciar el estado de cosas aquí planteado y empezar a buscar alternativas globales y locales con la participación de aquellos sectores a los que el sistema actual no ha proporcionado ni siquiera los beneficios mínimos? El trabajo a nivel de base tendría entonces que convertirse en una vía doblemente prioritaria.
La salud y la nutrición pueden y deben ser puertas de entrada para los cambios estructurales. El cómo de esto es lo que deberíamos explorar más a fondo. El descontento ya existe. Para repetirlo: las políticas basadas en los derechos humanos deben infundir una nueva voluntad y compromiso para cambiar las causas estructurales evitables de las desigualdades en la sociedad.
La cuestión es si el gobierno está realmente comprometido con esta tarea. Probablemente no, ya que la mayoría no tolera el empoderamiento y la autonomía de las comunidades. El principal problema sigue siendo: “La pobreza”. Pero esto es para otro artículo en Meer.