Aristocles es el verdadero nombre del filósofo Platón. Este es un apodo que le puso su profesor de gimnasia cuando practicaba lucha libre, debido a sus “anchos hombros”.
Alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, en el año 347 a.C. fundó la Academia de Atenas, una especie de universidad donde él enseñaba filosofía, política, ética, psicología, antropología, epistemología, educación y metafísica. Además, se enseñaba poesía, matemáticas, cosmología.
Si bien no fue la primera “Universidad” conocida, ya que Isócrates en la misma Atenas y Pitágoras, en Crotona (Italia), habían fundado antes centros similares, sí fue la de mayor prestigio, organización y duración, persistiendo por espacio de nueve siglos, hasta que el emperador cristiano Justiniano la cerró en el 529 d.C. por la supuesta enseñanza anticristiana que ahí se daba.
Para entrar a la Academia de Platón se requería tener cierto grado elevado de cultura y había que saber geometría, algo que solo la gente noble o de dinero lograba.
Él tenía la idea de que hacer filosofía era buscar la sabiduría y muchos hombres no eran capaces del esfuerzo que eso requería: estaba destinada especialmente para los aristócratas o, por lo menos, a hombres con ciertas capacidades.
Murió a los 80 años de edad.
Era un aristócrata, su familia se decía descendiente del último rey de Atenas y del gran gobernante griego Solón, iniciador de la democracia en Grecia.
Escribió en forma de diálogos, trasformando así la prosa de la filosofía en una bella poesía y la filosofía en literatura.
Tampoco le pareció extraño a este inmenso pensador tocar en sus Diálogos temas vivos de la sociedad como lo era la política, los problemas del estado, la ética y la moralidad.
Cuando un lector no filósofo lee a Platón, se da cuenta que, en muchos aspectos, el fundamento de su filosofía parece esencialmente político, como si la misión de ello fuera educar al ciudadano en ese campo.
De hecho, los problemas de su filosofía se identificaban con los problemas sociales de su época y buscaban un mejor orden social.
Veamos cómo, a pesar haber transcurrido 2500 años, su pensamiento se proyecta en la sociedad contemporánea. Uno puede estar de acuerdo o no con sus postulados, pero están llenos de verdades.
Platón decía que en política no conocía “el camino infalible para el éxito, pero sí es un fracaso absoluto querer agradar a todos”.
Sobre conocer “la verdad”, respondía que no hay aún una buena respuesta y sobre “la justicia”, que se debe tener y ejercer lo propio de cada uno.1
Sobre la Justicia dice:
La justicia sería sencilla, si los hombres fueran sencillos, pero estos no se satisfacen con una vida sencilla. La mayoría son ambiciosos, competidores y celosos y quieren adquirir poder y riquezas o ambos y se cansan ponto de lo que tienen y se consumen por lo que no tienen. El resultado es el enfrentamiento con otros, así es como se desarrolla la política, el comercio, y las finanzas, y de esto resulta que toda ciudad normal es de hecho dos ciudades; una, de los pobres y otra de los ricos y en medio de ella la burguesía mercantil, cuyos miembros buscan una promoción social mediante la riqueza y el consumismo. La política es la estrategia de partidos y la ambición desenfrenada por el botín de los cargos públicos. La realidad es que los comerciantes y banqueros ricos son los que gobiernan el Estado”.
Para él existían tres clases de hombres: amantes de la sabiduría, amantes del honor y amantes de las ganancias.
Buscando mejorar al Estado, decía:
En un Estado perfecto, las fuerzas industriales deben producir, pero no gobernar, los militares deben proteger, pero no regir, la ruina impera cuando el mercader cuyo corazón esta sostenido por la riqueza se convierte en gobernante, o cuando el general usa su ejército para establecer una dictadura militar. El capitalista está en su apogeo en el terreno económico, el guerrero encuentra gloria en la batalla, ambos están en el peor sitio en un cargo público, y en sus ásperas manos la política ahoga al arte del estadista. (…) La política de gobernar es arte y ciencia. Es preciso haber vivido para ella y haberse preparado durante mucho tiempo.
Dentro del sistema de gobierno comunitario que él proponía, se concedían derechos a la mujer que solamente se han logrado en algunas democracias en la actualidad.
Platón señalaba:
No habrá barrera sexual de ninguna especie, y menos que nada en educación; una joven tendrá las mismas oportunidades que el muchacho; las mismas probabilidades de elevarse hasta las posiciones más elevadas dentro del Estado. (…) La división del trabajo debe ser en virtud de las aptitudes y de la capacidad, no por razón de sexo. Si una mujer demuestra ser capaz de la administración política, que gobierne en hora buena.
Platón enseñó y escribió durante 40 años con entera libertad en Atenas, y siempre mostró disgusto de la forma de gobierno que ese pueblo poseía.
Como dicen algunos: La ciudad más liberal y democrática de su época (y no solo de Grecia) tenía al filósofo más antidemocrático de su tiempo.
Platón admiraba las instituciones existentes en la ciudad-Estado de Esparta, una dictadura totalitaria militarizada en la cual el pueblo solo vivía para engrandecer al Estado.
En su dialogo La República, presenta utópicamente una ciudad ideal donde el Estado es todo, no existen individualismos, se suprimen la familia, la propiedad privada, y la libertad, se trabaja para el engrandecimiento del Estado y los hijos de los habitantes son educados por el Estado desde pequeños. Asigna a cada persona un puesto en la sociedad y los ciudadanos están divididos y especializados para desempeñar un trabajo. Se trata de una visión comunista del Estado: este controla la política, la economía, la educación y los matrimonios, entre otros procesos.
Para él, el fin de la educación era convertir a los seres humanos en buenos ciudadanos.
Platón decía:
Mientras los filósofos no sean reyes, o los reyes, gobernantes de este mundo, no tengan el espíritu y la virtud del filósofo, y mientras la sabiduría y la jefatura se reúnan en el mismo individuo, las ciudades nunca dejarán de estar enfermas.2
Aristocles llamaba “Guardianes” a esa clase selecta de personas para gobernar, quienes tenían una serie de medidas restrictivas en sus vidas para ser elegidos y comportarse para poder gobernar.
A Platón le disgustaba la democracia, al parecer debido a que, estando esta funcionando en Atenas, su maestro Sócrates fue condenado injustamente a muerte.
Él decía qué
no existía la democracia o igualdad perfecta de oportunidades, ya que es muy difícil lograr en una población la suficiente educación en la mayoría de las gentes para desempeñar por turnos cargos públicos, y por ello, solo aquellos que habían demostrado tener sabiduría, capacidad y honestidad en su labor diaria deberían ser elegidos para gobernar. (…) La cultura como hemos visto no es uniforme, pues responde a los recursos y posibilidades sociales y económicas de las familias de cada persona. (…) Insistía en que la verdad era algo independiente de las opiniones de las personas, está más allá de lo que las personas crean.
En el proceso de educarse y trabajar para adquirir experiencia, él insistía en que “quién no es buen sirviente no será buen maestro. “
Insistía en que “en política era más importante lo más útil sobre lo más justo” (el equivalente de “el fin justifica los medios”). Además, pensaba que era más importante lo más práctico, que la verdad.
Fue el primero en plantear la tesis de “si son las circunstancias de un individuo las que determinan la ideología, o si, por el contrario, es la ideología la que ordena la actuación de las personas”.
Para Platón, el exceso de libertad existente en la democracia genera libertinaje y conduce al final a la tiranía.
Él señalaba que la vida en sociedad exige la concesión de una parte de la soberanía individual para beneficio del orden común.
No se dio cuenta que al abolir la familia destruía la fuente de la organización social y de las costumbres de los griegos de Atenas.
Su sugerencia de una forma de comunismo fracasó en esa época en Atenas, porque subestimó la fuerza de la costumbre encerrada en la institución de la familia, ya que, al proponer abolirla, eliminaba la vida y educación en el hogar de los niños y del inicio del aprendizaje de su conducta, de conocer los primeros valores morales y fuente principal de los hábitos.
Lo mismo sucedía con la monogamia, pues suponía que los maridos estarían de acuerdo en que su mujer tuviera relaciones sexuales libres, lo que fue rechazado.
Platón jamás impulso una forma de amor contemplativo o idealizado entre el hombre y la mujer, como se cree por aquello del “amor platónico”.
Al contrario, creía que la relación sexual debería llevarse a cabo entre el hombre y la mujer para mejorar la raza y solamente entre buenos ejemplares física y psicológicamente hablando.3
Falló al minimizar el instinto maternal de las griegas, al suponer que la mayoría estaría de acuerdo en permitir que les arrebataran a sus hijos desde pequeños para educarlos en grupos sin que volvieran diariamente al hogar, como sucedía en la militarizada dictadura de Esparta.
Lo mismo sucedía con su propuesta de una propiedad común, eliminando a la propiedad privada en un gobierno comunista, y que rechazaba muy bien su alumno Aristóteles, como se vio en un artículo anterior.
Me señalaba el amigo y distinguido filósofo Dr. Arnoldo Mora, que a Platón le debemos su concepción del Estado de derecho, pues en su último ensayo, titulado Las Leyes, dice: “El único camino que ha encontrado el ser humano para evitar que unos hombres esclavicen a otros hombres, es que todos se sometan a la servidumbre de la ley.”
Posteriormente, al aparecer su metafísica, comenzaron las especulaciones más allá de los problemas sociales, e incluso se confundieron con conceptos religiosos.
Platón, en algunos de sus diálogos, nos daba la idea de un mundo (o más bien de un hombre) dividido en dos principios o partes que se contraponen, como eran el cuerpo y el alma, o el mundo sensible y el suprasensible. El cuerpo pertenecía a lo sensible y el alma a lo suprasensible.
Esto nos lo trata de aclarar en su cuento El carro alado. El alma sería como un carro alado guiado por dos caballos, uno blanco y uno negro, respectivamente. El cochero sería la razón, el caballo blanco la nobleza y el negro las pasiones. Si el negro tira más que el blanco, el carro se desboca y el alma cae en este mundo y se aloja en el cuerpo. Si el blanco gana, el alma continua su vida en el mundo suprasensible, contemplando las ideas.
Platón consideraba al alma como una especie de divinidad inmortal e inteligible y no aceptaba que desaparecía al separarse del cuerpo al morir.
Platón admitía que la relatividad y el cambio constantes son características en el mundo de las cosas físicas y que percibimos con nuestros sentidos.
Pero había otro mundo espiritual más alto, compuesto por ideas o formas eternas e inmutables.
Él decía que “donde reina el amor, sobran las leyes”. Y, de acuerdo con su maestro Sócrates, trató siempre de ayudar a los hombres a mejorar, insistiendo en que lo importante en la vida era buscar la verdad y la realización del bien para con los demás.
Notas
1Con eso parece estarnos diciendo que cada hombre recibirá el equivalente a lo que produce y cumplirá la función para lo que es más idóneo. Al parecer fue el primero en escribir en “diálogo”, y el primero en criticar por escrito “el alcoholismo”.
2Platón proponía que los filósofos que desearan llegar a gobernar se prepararan durante varios años en los campos de la economía, la política, la sociología, etc. Además, deberían tener muy desarrollado el sentido común y la honestidad. Serían, pues, verdaderos estadistas y no simplemente filósofos.
3Esto lo estableció el nazismo en la Alemania de la década de los años 30 del siglo XX.
Bibliografía
Durant, Will. (1983). Platón y Aristóteles. “Historia de la Filosofía”. Cap. 1 y 2. México, Ed. Diana.
Platón. (1966). Obras Completas. Madrid Ed. Aguilar.
Platón. (1868). Diálogos socráticos. Vol. II. México. Ed. W.M. Jackson Inc.
Reale, Giovanni, Antiseri, Dario. (1988). Sócrates, Platón y Aristóteles. “Historia del Pensamiento filosófico y científico. Cap. IV-VII”. Barcelona. Ed. Herder.
Rodis. Lewis. (1981). Platón y la búsqueda del ser. Madrid. Ed. Edaf.