La cultura humana reserva un lugar muy importante a la repetición. Este es un mecanismo crucial debido a que promueve la transmisión y la conservación del conocimiento social, a la vez que permite el desarrollo de la praxis cotidiana y la creación de significados.
La repetición es un fenómeno que atraviesa diversos aspectos de la vida de los seres humanos y suele ser presentada como una característica propia de nuestra especie. ¿Quién no ha visto una y otra vez la misma película aún sabiendo cómo iba a desarrollarse la trama o ha escuchado hasta el cansancio una pieza musical que nos da placer? La repetición es una parte importante de nuestra vida y se hace presente en conductas que van desde las rutinas cotidianas individuales, las tradiciones sociales y los rituales como formas de expresión de la grupalidad, hasta los procesos vinculados al aprendizaje de contenidos sobre cierta materia o asunto. Se trata de un fenómeno que se manifiesta de diversas maneras y en múltiples dimensiones de nuestra vida, tanto cotidiana como no cotidiana.
Comenzaremos diciendo que los procesos culturales están profundamente entrelazados con las prácticas de repetición de acciones. Costumbres profanas y rituales sagrados son realizados una y otra vez, recreando acontecimientos y escenografías, no solamente con el fin de marcar el paso del tiempo, sino también como un modo de conformación identitaria y de consolidación del sentido de pertenencia al grupo. La antropología simbólica suele decir que el ritual es una práctica significante o una serie de conductas formales y formalizadas que se repiten de manera cíclica, con algunas variaciones. Además de las prácticas rituales, los seres humanos desarrollamos una serie de elementos culturales que, a simple vista, dejan entrever un núcleo de repetición de acciones y de contenidos. Tal es el caso de las narraciones y los símbolos.
Atender al lazo entre repetición y aprendizaje humano, nos permite afirmar algo que es bastante evidente. Todos estamos más o menos familiarizados con la necesidad de acudir una y otra vez a una determinada fuente y desarrollar insistentemente actividades del mismo tipo a la hora de aprehender un contenido. Es precisamente la repetición lo que nos permite incorporar ideas nuevas a nuestra memoria. Los seres humanos aprendemos a través de la práctica repetida. Es ella la que, por un lado, permite que los conocimientos se consoliden en la memoria a largo plazo y, por otro, favorece la adquisición de hábitos y la creación de competencias.
Desde una perspectiva psicoanalítica, Freud también se ha detenido en la reflexión acerca del significado de la repetición humana. Para ello, propone el concepto de “compulsión de repetición” que, en líneas generales, remite al hecho de que las personas solemos repetir, a lo largo de nuestra vida, actos, sueños y situaciones de distinto tipo. Sin embargo, desde esta mirada, la repetición no descansa necesariamente en una sensación de placer pues, según él, ella también “devuelve [...] vivencias pasadas que no contienen posibilidad alguna de placer, que tampoco en aquel momento pudieron ser satisfacciones” (Freud, 1920). Observamos entonces que esta práctica no sólo es recurrente en distintos aspectos de la vida humana, sino que también ha sido objeto de reflexión de parte de diversas disciplinas de conocimiento a lo largo de la historia.
En paralelo, la vivencia humana permite observar el paso del tiempo en cada uno de los seres y acontecimientos con los que tomamos contacto a lo largo de nuestra vida. Todos podemos observar, en primera persona, el devenir vivo y palpitante que hace crecer los niños, las plantas y los animales. En el transcurso de nuestra existencia, las personas atestiguamos diversos fenómenos signados por el paso del tiempo que dan vida, muerte, crecimiento, envejecimiento y desgaste a todo lo que habita en este mundo. Al mismo tiempo, la repetición en los ciclos de vida acompañan la percepción del paso del tiempo. Nuestra vida como seres humanos es testigo de la recurrencia de acontecimientos que van desde la observación de las estaciones del año sucediéndose, hasta la reiteración de procesos rituales que permiten dotar de sentido a nuestra experiencia.
La repetición de sucesos naturales y sociales da lugar a la reflexión, la mitología y la creación artística en pos de intentar dotar de significado a estos ciclos de los que somos observadores atónitos. La repetición es una oportunidad para la creación artística y para la conformación de aquellos sistemas de pensamiento que nos permitirán experimentar el paso del tiempo de forma entendible y dar una respuesta (o quizás más de una) a los interrogantes que emanan de la vida en un mundo que no es otra cosa más que inevitable cambio.