El último libro del Nuevo Testamento en la Biblia Católica se titula Apocalipsis o Libro de las Revelaciones: eso por cuanto el término “apocalipsis” proviene del griego ἀποκάλυψις (apokálypsis) que, literalmente, significa “revelación”.
¿Qué revelación?
Cita Apocalipsis 1:1: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.
¿Qué Juan?
Ireneo de Lyon, conocido como San Ireneo, le atribuyó la autoría del Apocalipsis a “el discípulo a quien Jesús amaba”, que en teoría sería Juan el Apóstol.
Pero la exégesis moderna de la Biblia plantea serias dudas acerca de si el Apóstol a quién la tradición apostólica considera “el discípulo a quien Jesús amaba” es también Juan el Evangelista, el supuesto autor del Evangelio de Juan y los denominados Escritos Joánicos: la primera, segunda y tercera Epístolas de Juan y el Apocalipsis.
De hecho, los exégetas consideran que sólo la primera epístola de Juan es atribuible a Juan el Apóstol. La segunda y tercera epístolas se atribuyen a Juan el Presbítero, también conocido como “Juan el Anciano”, un personaje bíblico mencionado por Papías de Hierápolis (obispo del siglo II y uno de los padres apostólicos de la iglesia cristiana y quien, se presume, fue discípulo del apóstol Juan) en su obra Explicación de las Sentencias del Señor, de la cual, lamentablemente, solo quedan fragmentos.
Entonces, ¿quién fue el Juan de Patmos a quien se le atribuye ser el autor del Apocalipsis?
Del estudio del texto del Apocalipsis, los exégetas modernos han deducido que el autor fue un “judeocristiano” que lo escribió entre el descenso del “cristianismo judío” durante el “Período Apostólico” de los Padres Apostólicos y el ascenso del “cristianismo gentil” o “Paulino” durante el Período Preniceno.
El análisis presume que el autor conocía al detalle las escrituras judías y era hostil a ciertas posturas del cristianismo no judío. Eso por cuanto los cristianos hebreos, o cristianos judíos, se caracterizaban por ser una comunidad judía que se mantenía fiel a las tradiciones ancestrales como la observancia de: el Sabbat, el calendario judío, la circuncisión, la asistencia a la sinagoga y las leyes y costumbres judías.
En otras palabras, el autor quería distanciarse las posturas cristianas no judías de la época y establecer un relato profético, que pusiera a Jesús como figura central e indiscutible Mesías, según la tradición mesiánica judía.
¿El exilio?
No existe evidencia directa, histórica o arqueológica, sobre el exilio de Juan en la isla de Patmos. De hecho, toda la evidencia de Patmos proviene casi exclusivamente de fuentes cristianas tempranas y de la tradición eclesiástica de la iglesia católica.
A pesar de que se investigado mucho, hasta la fecha no hay registros históricos no cristianos que confirmen directamente este evento. Tampoco existe evidencia arqueológica que lo respalde.
Discrepancias con los Escritos Joánicos (Epístolas Joánicas)
Las Epístolas Joánicas, o Epístolas de Juan (Primera Epístola de Juan, Segunda Epístola de Juan y Tercera Epístola de Juan), son tres de las epístolas católicas del Nuevo Testamento.
Se cree fueron escritos entre los años 85 y 100 Después de Cristo.
Resalta y destaca el hecho de que su contenido y estilo se asemejan al Evangelio de Juan. Particularmente la Primera Epístola de Juan, donde Juan identifica a Jesús como el Cristo y enfatiza el amor de Dios por la humanidad.
No obstante, esas epístolas contrastan notable en estilo y leguaje con el Apocalipsis, también atribuido a Juan.
Diferencias de estilo y lenguaje
Evangelio y Epístolas de Juan
Lenguaje: Utilizan un griego más refinado y culto.
Estilo: Son más narrativos y epistolares, con un enfoque en la enseñanza y la reflexión teológica.
Temas: Se centran en la vida y enseñanzas de Jesús, el amor fraternal, y la lucha contra las herejías.
Apocalipsis de Juan
Lenguaje: Utiliza un griego más simple y a veces más rústico.
Estilo: Es un texto apocalíptico, lleno de simbolismo y visiones proféticas.
Temas: Se enfoca en las visiones del fin de los tiempos, el juicio final y la victoria de Dios sobre el mal.
Diferencias en el contenido y el propósito
Evangelio y Epístolas de Juan
Propósito: Proclamar la divinidad de Jesús y fortalecer la fe de los creyentes.
Contenido: Relatos de la vida de Jesús, enseñanzas sobre el amor y la verdad, y advertencias contra falsos maestros.
Apocalipsis de Juan
Propósito: Ofrecer esperanza y consuelo a los cristianos perseguidos, asegurándoles la victoria final de Dios.
Contenido: Visiones apocalípticas, cartas a las siete iglesias de Asia Menor, y descripciones del fin del mundo y la nueva creación.
Diferencias en el contexto histórico
Evangelio y Epístolas de Juan
- Contexto: Escritos probablemente en Éfeso, dirigidos a una comunidad cristiana que enfrentaba desafíos internos y externos.
Apocalipsis de Juan
- Contexto: Escrito en la isla de Patmos durante un período de persecución bajo el emperador Domiciano.
Diferencias en temas teológicos
- Cristología Alta: Ambos conjuntos de escritos presentan una cristología alta, es decir, una fuerte afirmación de la divinidad de Jesús.
En el Evangelio de Juan, Jesús es descrito como el Logos (la Palabra) que existía desde el principio con Dios y que se hizo carne (Juan 1:1-14).
En el Apocalipsis, Jesús es el Cordero de Dios que tiene autoridad divina y es digno de adoración (Apocalipsis 5:6-14).
- Dualismo: Los Escritos Joánicos y el Apocalipsis presentan un fuerte dualismo entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal.
Este tema es evidente en el Evangelio de Juan, donde Jesús es la luz del mundo que vence a las tinieblas (Juan 1:5; 8:12), y en el Apocalipsis, donde se describe la batalla final entre las fuerzas del bien y del mal (Apocalipsis 12:7-9; 20:7-10).
Diferencias en el enfoque hacia el amor y hacia la verdad
- Amor: Las Epístolas de Juan enfatizan el amor como un mandamiento central para los creyentes (1 Juan 4:7-21).
Este tema también aparece en el Apocalipsis, donde las cartas a las siete iglesias llaman a los cristianos a mantener su amor y fidelidad a Dios (Apocalipsis 2:4-5).
- Verdad: La verdad es un tema recurrente en los Escritos Joánicos.
En el Evangelio de Juan, Jesús se presenta como “el camino, la verdad y la vida” (Juan 14:6).
Las Epístolas también destacan la importancia de vivir en la verdad (1 Juan 1:6; 2 Juan 1:4).
En el Apocalipsis, la verdad de Dios se revela a través de las visiones proféticas (Apocalipsis 19:11).
Diferencias de testimonios y testigos
- Testimonio: El concepto de testimonio es central en los Escritos Joánicos.
En el Evangelio de Juan, Juan el Bautista y otros testigos dan testimonio de Jesús (Juan 1:7; 5:31-39).
En el Apocalipsis, los mártires y los profetas dan testimonio de la verdad de Dios y de Jesús (Apocalipsis 6:9; 11:3-12).
Diferencias en la visión (concepción) del Espíritu Santo
- Espíritu Santo: En el Evangelio de Juan, Jesús promete enviar el Espíritu Santo como Consolador y guía para los creyentes (Juan 14:16-17; 16:13).
En el Apocalipsis, el Espíritu Santo está presente en las visiones y en las cartas a las iglesias (Apocalipsis 2:7, 11, 17, 29).
Finalizo con una revelación acerca del 666, el Número de la Bestia
Aparentemente, el número asociado con la Bestia del Apocalipsis no es el 666, sino el 616.
En la mayoría de las traducciones de los antiguos manuscritos griegos del Nuevo Testamento, el número de la Bestia fue traducido como 666 (χξϛ): el símbolo χ representa 600; ξ representa 60 y ϛ representa 6. Un número triangular que, según la antigua gematría hebrea (donde cada letra tiene un valor numérico correspondiente y la suma de esos números da un valor numérico a una palabra o un nombre), significa "César Nerón".
Pero, el Papiro 115, que es el manuscrito griego más antiguo conservado del Apocalipsis, y otras fuentes antiguas, como el Códice Ephraemi Syri Rescriptus, señalan al número de la Bestia como χιϛ o χιϲ, que se descompone así: χ (600), ι (10) y ϛ (6).
Al asignar valores numéricos a las letras, la suma de esos valores según la antigua gematría hebrea se puede transliterar como נֵרוֹן, que significa “Nerón”.