Debo iniciar con unas disculpas este artículo, porque sé que les recordaré, por breve tiempo, esa horrible etapa del colegio donde nos enviaban a leer textos innecesariamente largos que en muchos casos ni los profesores se daban la tarea de leer. Sin embargo, se me hace imposible, tal vez por mi falta de imaginación estructural, empezar este texto sin mencionar La Odisea.
Sé que muchos bostezaron, otros sintieron pesadez en los parpados y unos pocos se han emocionado, pero deben entender este pequeño disclaimer porque, si compraron el libro en físico, seguro que terminada la materia nunca más volvieron a abrir el libro, a menos que hayan querido estudiar Mitología, Letras o Historia, que de ser el caso se puede catalogar como sadomasoquismo de su parte.
La Odisea
La Odisea es un poema épico griego compuesto por 24 cantos que se cree fue creado entre los siglos VIII y VII a.C. y se le atribuye a Homero. Según esta historia, Odiseo está fuera de casa luchando en Troya por 10 años y tarda otros diez en regresar a la isla de la que es rey, Ítaca.
Sus situaciones y contratiempos son plasmadas en La Odisea y me tomaré el atrevimiento de escoger con pinza una en particular que me servirá de paralelismo para comentar su situación, curiosidad y decisiones con nuestras situaciones, necesidades y decisiones.
En el canto 12 de este libro nos conseguimos con el relato de las sirenas: Odiseo se enfrenta a la situación de si desea volver a Ítaca, deberá cruzar por esta dirección, pero hay un gran problema, el canto de las sirenas hechizan a todos los que las escuchan y nadie las ha escuchado y vivido para contarlo.
Sin embargo, Odiseo toma la decisión de cruzar y le pide a su tripulación que se unte grasa en las orejas para que nadie escuche los cánticos; Él podía hacer lo mismo, pero aquí es donde entra su curiosidad. Desea volver a casa, pero también desea ser el único en escuchar a las sirenas y sobrevivir, así que se ata al mástil del barco y le pide a sus subordinados que no lo suelten por más que grite y exija ser libre.
Este pequeño fragmento culmina con que Odiseo logra su cometido y sus tripulantes cumplen su misión, el barco logra pasar sano y salvo y él escuchó a las sirenas y aún vive para contarlo.
¿Por qué somos Odiseo?
Actualmente, nos enfrentamos como sociedad a un gran canto de sirena, que está en nuestro bolsillo en todo momento. Este canto nos híperconecta con el resto del mundo y nos logra mantener informado, pero también nos engancha de una manera elevada. Pues es un meme común el querer dormir temprano, ver redes 5 minutos antes y darse cuenta qué pasaste horas viendo videos y ahora escuchas sobre conspiraciones y recetas que no harás.
Se cree que pasamos más de 2 horas y medias al día en redes sociales, esto según un estudio de 2023 y aun así considero que las usamos más horas, pero es interesante que en otro estudio se aconseja que el uso máximo sea de 30 minutos diarios, la diferencia entre lo que se hace y lo que se debe hacer es demasiado alta.
Y no quiero sonar a un abuelo quejoso, que no hay frase más de abuelo que esa, porque entiendo que no podemos alejarnos de las redes por varias razones: nuestra comunicación es por esa vía, nuestra forma de informarnos, nuestro trabajo y nuestro entretenimiento es por ahí, hasta la forma en que se conocen personas, se crean amistades o parejas es con las redes sociales.
Somos Odiseo porque no podemos evitar este camino, si queremos formar parte de la sociedad, debemos cruzar por este canto de sirena que nos atrapa con un video de 15 segundos y nos retiene 3 horas sin darnos cuenta.
Pero Odiseo se conocía, debía cruzarlo y por curiosidad debía escuchar, pero conocía el límite de su fuerza de voluntad, sabía que eso no iba a ser suficiente, así que se ató al mástil.
¿Cómo nos atamos al mástil?
Nuestro primer acto, así como en el relato, debería ser evitar oír el canto, así que todas las notificaciones del celular deberían desaparecer. Deberían verse cada vez que uno baja la pestaña de notificaciones, pero ni aparecer sin previo aviso y muchísimo menos debería sonar.
Además de eso, algunos celulares traen funciones perfectas para reducir nuestro tiempo de uso y en caso de que no lo tenga, podemos conseguirlos gratis sin ningún problema. Algunas ayudan a conocer el tiempo de uso diario de cada aplicación, recordemos que en general debería ser 30 minutos al día, seamos realistas, sabemos que vas a usar más tiempo cada red social.
También hay una función extra y es un límite de tiempo diario para cada aplicación que tú escojas. Si decidiste ver TikTok por 2h al día, al culminar el tiempo el celular cerrará la aplicación y no podrás verlo hasta el otro día. ¿Sentiste los gritos de Odiseo pidiendo ser liberado, verdad?
Y por último, una herramienta que me ha funcionado: Poner blanco y negro el celular después de una hora determinada. Esto hará que la psicología del color salga del grupo y ninguna app pueda usar colores llamativos para atraer tu atención inconscientemente.
Esto me parece que es un sistema a prueba de uno mismo porque todos hemos perdido tiempo en redes sociales, después sentirnos mal, dormirnos y volver a iniciar el ciclo. Y no es algo de una generación, está en todas las edades, niños que no dejan de jugar, mamás que no escuchan conversación y adultos perdiendo el tiempo viendo historias de como su ex se casó. ¡La innecesaria curiosidad de Odiseo!
Hablando en serio, me parece que es humilde aceptar que nuestra fuerza de voluntad no es infinita, conocer nuestros límites nos hace humanos y nos hace capaz de superar mayores dificultades, en este caso nos permitirá invertir el tiempo que queramos en nuestros proyectos. Trabajar en uno mismo con inteligencia y disciplina es el mejor regalo que podemos darnos para nuestro futuro.