Conversar con Hein Mulders, holandés de nacimiento, ha sido como escurrirse por los canales de Ámsterdam, ciudad que tuvo mucha importancia en la fragua de su destino, y a lo mejor también introducirse en un cuadro de Jheronimus van Aken y, ya siendo parte de él, asumirlo como una realidad tangible, (ese fantástico universo), y asomarse desde allí, como quien saca la cabeza por la ventana, (a ese también extraño mundo que llamamos nuestra realidad), y ver como Hein Mulders está sentado frente a Manuel, mesa de por medio, y conversan sobre detalles no tan conocidos del mundo de la ópera.

Manuel dice de repente:

¿Cuál es el currículo, o formación de un Intendente?

(Risas).

¿Qué quiere que le diga?

¿Pensó alguna vez que ese sería su carrera?

Una pregunta interesante, sin duda, pues no hay una formación para ser intendente.
Si busca en Wikipedia verá soy musicólogo.
Un buen amigo, compositor, me dijo: “ya que tocas piano podrías concursar para un puesto en un conservatorio de música". Así que lo intenté. Pero mis padres no estuvieron muy entusiasmados, pues esperaban que hiciera mis estudios académicos (que en efecto hice).
Así que audicioné para tres conservatorios y dos me tomaron, y me dije,ok, puedo hacerlo.
Pero para tocar un instrumento se debe empezar desde muy pequeño y yo descubrí el piano en mi pubertad, es decir, algo tarde. Hice un año de conservatorio en Utrecht pero luego estudié en Ámsterdam Historia del Arte.

Decidí concluir mis estudios en Historia del Arte y luego le di gusto a eso que me movía, dedicarme a la música de alguna forma. Mi interés por la ópera empezó cuanto tenía yo 17 o 18 años y el escenario me atrajo. Por esas cosas fui a parar, tras mis estudios, en una agencia para cantantes, que ya tenían gente para música de cámara y buscaban a alguien para cantantes de ópera… No fue que yo me planteara ser intendente, pero ya con 48 años, estando yo en el jurado del Concurso Francisco Viñas en Barcelona, llegó un llamado de Essen… Todo fue sorprendente, sobre todo porque me habían robado el teléfono, pero siempre logré escuchar las llamadas grabadas.
Ha sido un proceso orgánico pero también una pasión. Tuve desde el inicio mucho que ver con el trato con la gente.

(Ah, nos han traído café…Manuel se regocija con su café negro y el señor intendente con su capuchino).

Cierto es que en muchas partes del mundo la ópera no es parte de su identidad, pero muchos artistas emigran a países donde sí lo es por amor a dicho género, y así, poco a poco se va equilibrando la ecuación al generarse, (siendo realistas en algunas partes muy poco), interés por la ópera. Pero no para de crecer este fenómeno.
La ópera existe desde Monteverdi, y hay que aceptar que es un “arte cristiano”, por así decirlo, aunque no esté ligado a la religión. Y bien, yo no veo que en todas partes haya tanto interés. En China se han construido teatros enormes pero casi no tienen público operístico.

Yo creo que ya llegará.

Oh sí, y un caso muy interesante es el de Egipto, que con motivo de la apertura del Canal de Suez, (que estuvo a cargo del ingeniero francés Ferdinand de Lesseps, francés y masón), el virrey mandó a construir paralelamente un teatro de ópera, como parte de los festejos, el virrey de Egipto, el jedive Ismael Pachá, encargó al arquitecto italiano Pietro Avoscani el diseño y la construcción de un teatro de la ópera en El Cairo. Para su inauguración, el jedive trató de convencer a Giuseppe Verdi, (también masón, curiosamente), de que compusiera una nueva obra, ofreciéndole 150 000 francos por su trabajo, una fortuna en la época. Pero el compositor italiano ya era rico y no quería aceptar encargos. Ante la negativa del maestro, el nuevo teatro Ibrahim Pachá abrió sus puertas el 1 de noviembre de 1869 con una representación de Rigoletto.
Días después, la emperatriz francesa Eugenia de Montijo presidió la inauguración del canal. ¿Por qué Aida se estrenó en Egipto? No fue sino hasta 1871 que se estrenó Aida en la ópera cairota.

La ópera se ha transformado en un género para todos, más allá del grupo étnico, religioso o social, es decir, como debe de ser la música siempre: un hogar para todos. No obstante, sabemos la lucha que han tenido que dar muchos individuos, debido a su condición, para hacerse un espacio en el mundo de la ópera, por lo que hoy disponemos de un grupo de cantantes mixto en todo sentido.
En muchos países asiáticos hay copias de la cultura europea, pero no son orgánicas, no dicen mucho, aunque sean voces impresionantes, cuando hablamos de cantantes de ópera, y así solo los artistas realmente inmersos en la cultura (sea europea en general o italiana, española o alemana -como casos particulares-) trasmiten el verdadero legado del arte operístico. Si cantamos en alemán, pero no hablamos el idioma, estamos en el mejor de los casos haciendo una reproducción de fonemas. Y desde luego, nos ocurre lo mismo cuando imitamos culturas orientales. Quizá no debamos dominar completamente una lengua para poder cantarla, pero debemos conocerla, saber muy bien su fonética, sus modismos, y el significado en nuestra lengua de lo que estamos cantando, de lo contrario somos papagayos…

Un caso muy fácil para reconocer la importancia de todo esto es la culinaria. Cuando cocinamos un platillo chino o japonés, en otro lugar que no sea China o Japón, nos aproximamos, a veces, bastante si tenemos talento para cocinar y disponemos de los mismos ingredientes, pero si no es el caso, terminamos haciendo una mala imitación, a veces incomible. A nadie se le ocurriría hacer una pizza con harina de maíz o arroz, pero si no tenemos otra cosa, (caso casi improbable), pues le llamamos pizza de maíz o arroz, como ahora hay pizza turca, etc., aunque no sean realmente pizzas, como no es verdadero sushi un pegoste de arroz largo y pescado crudo…
Además, si no somos profesionales de la cocina, ni conocemos las técnica, sobre todo de la cocina oriental que parece fácil pero es muy difícil de dominar bien, jamás llegaremos a cocinar algo, digo.
¿Y qué tiene que ver todo esto con un intendente? Pues bien, como un chef experto es el que coordina la maquinaria de una casa de ópera: es la más alta instancia. Nada se hace si él no lo aprueba. Y la verdad sea dicha, es un trabajo que se las trae, pues están en juego presupuestos, los artistas que se puede permitir el teatro, las óperas de la temporada, y digamos et caetera, pues la lista es interminable, y con tanta carne en la parrilla, el peligro de que algo salga mal, o que todo se vaya al garete, es constante.

De nuevo Manuel pregunta:

¿Ayuda la ópera al proceso de integración que tanto necesita Europa?

Por supuesto que contribuye, pero no hay que sobreestimarla, pues el mundo de la ópera es en verdad pequeño. A mí me maravilla lo variado que es nuestro público aquí en Colonia, en todo sentido: edades, nivel educativo, etnias, religiones, etc, etc. Si hablamos de los colegas en una casa de ópera, pues sí, la integración se da por sí misma, pero el asunto está en cuánto podemos llevar a la sociedad…
También hay ópera para niños, nuestro público futuro. Pero siendo realista, no todos esos niños serán fanáticos de la ópera de adultos, solo una parte. Otro factor con el que luchamos es el mundo digital y su inmensa oferta de cosas. Hay gente que vive clavada al teléfono o a la computadora, y la pandemia de Covid nos perjudicó, pues la necesidad de aislar la gente para cortar la propagación del virus incrementó el consumo de las ofertas digitales. Y la ópera es algo en vivo, es una experiencia física, hay que ir al teatro. Por eso me sentí muy complacido de que todas las funciones de Tosca, por ejemplo, estaban llenas.

Y qué opinión le merecen las obras contemporáneas.

Fundamentales, sin ellas seríamos un museo, el futuro de la ópera depende de que se escriban nuevas obras, y en este sentido nuestro Director Musical en Jefe. En el pasado como ahora, han habido muchas óperas que por una u otra razón no pasaron del estreno o ni siquiera se estrenaron, pero hay que darle la oportunidad a los nuevos compositores para encontrar las nuevas obras de gran valor.
Y debe ser la ópera contemporánea este sucesor, no el Musical, que es un genero completamente aparte.

No queda ya café en ninguno de los vasos. Quizá es una oportunidad para otra ocasión. Por lo pronto, nos complace saber que con intendentes como Hein Mulders, nuestra amada ópera tiene futuro, sin duda alguna. Esperemos a ver que nos depara su metamorfosis dentro de la modernidad actual, hasta que ya no lo sea, y de nuevo se transforme, como lo ha venido haciendo desde su nacimiento.