Hace unos días tuve la suerte de presentar mi reciente novela Sangre Culpable en un pequeño pueblo de la provincia de Palencia, un pueblo de apenas setenta habitantes empadronados, de los cuales en los meses de invierno deben quedar menos de cincuenta, pero que en verano pueden llegar a las ciento y pocas almas compartiendo calles y servicios públicos.

Hace unos tres años compré casa en este lindo pueblito que se llama La Vid de Ojeda, al norte de la provincia castellana vecina de Burgos y León. Tengo una casa humilde y voy cada vez que el tiempo me lo permite porque disfruto mucho allí. No es solo la paz que me inspira, la gente con la que comparto horas allí hace que ese pueblo ocupe un lugar importante en mi vida.

Cuando comenté a mis amigos que una editorial iba a publicar una de mis novelas me invitaron a que la presentara allí. Lo primero que pensé fue, ¿y por qué no?
No perdía nada, por más que fueran cuatro o cinco personas, pensaba ir de todos modos, en Semana Santa, al pueblo así que acepté sin la más mínima esperanza de que fueran mis amigos y algún despistado que pasara por el bar del pueblo.

Mi agente y mi editora no pusieron ninguna pega, al contrario, me siguieron la corriente, después de todo, una presentación es una presentación, se vendan libros o no, se corre la voz y eso no es nunca malo para una obra artística. Que hablen de uno siempre aporta.

Así fue como nació la idea y se forjó. Mi amiga Amalia leyó el libro y preparó preguntas, la editora Marisa hizo un cartel digital que David y Nacho imprimieron y difundieron por el valle de La Ojeda y mi agente Goizeder hizo una nota de prensa para probar fortuna con los periódicos locales. David también contactó con una radio local.

Hasta ahí todo esperanza y buena voluntad, amigos con la esperanza de pasar un buen rato con los que se acercaran. Yo era el primero en limitar esa esperanza al mínimo, tratando de usar esa precaución como un mecanismo de defensa ante un posible fracaso de convocatoria. Un mes antes me acerqué a La Vid para hablar de detalles, horas, preparar un pequeño ágape… Seguía con la idea clara de que seríamos como mucho unos diez.

Así llegó el día de la presentación, con pocas expectativas por mi parte, aunque mis amigos sí que tenían muchas más que yo. El día anterior a la presentación el Diario Palentino me había hecho aparecer, junto a Vladimir Putin, en la segunda página de su periódico y era la comidilla del pueblo. No le di más importancia de la que tenía.

Quince minutos antes de empezar la presentación en el bar que hay debajo del Ayuntamiento dudaba en si conectar un sistema de audio con micrófono o no, porque tal vez sería demasiado para las personas que yo esperaba. Mis amigos del bar empezaron a bajar sillas del ayuntamiento (planta alta) porque las propias del bar empezaban a estar todas ocupadas. De pronto empezaron a venir amigos a que les firmara un ejemplar. Había personas de La Vid, pero otros de Aguilar de Campoo, de Micieces de Ojeda, de Báscones de Ojeda… Tuvimos que decirles que esperaran a después de la presentación porque no paraban de llegar.

Empezamos la presentación y mi pecho se hinchó muchísimo, estaba feliz de presentar el libro, pero más feliz por ver el bar lleno y que la gente se amontonaba detrás, que se habían acabado los libros y sobre todo feliz al ver sus caras. Estaban concentrados en lo que Amalia y yo les contábamos. En mi pueblo estaban atentos a una historia que empecé a escribir en 2012 y que ahora había quedado plasmada en papel. Preguntaron todo lo que quisieron durante una media hora y hasta eso me dejó perplejo. Hacía tiempo que no veía tantas preguntas y tan interesantes en una presentación de un libro. Tardé casi dos horas en llegar a la puerta del bar, abrumado, encantado, feliz, emocionado. Y vuelvo a decirlo, no era solo por mí, estaba orgulloso de mi pueblo. La Vid de Ojeda abraza la cultura y espero que a partir de ahora haya muchos otros eventos como el mío, llevar la cultura a los pueblos es hacerlos brotar, es disfrutar con ellos, porque a mí La Vid me aporta historias, personajes, amigos, tiempo, paz, cariño.

¡Viva el arte! ¡Que vivan nuestros pueblos!