La procesión del Santo Entierro de Cristo es de una gran solemnidad y traslada a quienes la contemplan a tiempos pretéritos en los que la ciudad de Orihuela era cabeza de la Gobernación del Reino de Valencia, «acá Xixona». El Caballero Cubierto porta estandarte es el personaje de más relieve no solo en la procesión del Santo Entierro sino de toda la Semana Santa oriolana. Su nombramiento, igual que todo lo relativo a la procesión, es potestativo del Gobierno o Ayuntamiento de la ciudad que, a propuesta de la Comisión de Festividades, designa cada año la persona que «por su nobleza, relevantes méritos o amor a la ciudad, se ha hecho merecedora de tal honor».

Uno de los privilegios del portador del estandarte es el de no descubrirse a su paso por el interior de los templos por los que atraviesa el itinerario de la procesión. Como antecedentes a la actual figura del Caballero Cubierto, podemos citar que en 1715 el estandarte negro de la Cofradía de la Sangre de Cristo fue llevado por Lorenzo Valenzuela, Sargento Mayor y Caballero de Calatrava; y en 1719 el mismo estandarte, especificando que era el de Jesús, fue inmediato a la Cruz del Cabildo, precediendo al de la Cofradía de Ntra. Sra. de Monserrate. Ello demuestra la importancia dada a la enseña y a quien la portaba.

Tan antigua es la institución que ya un libro capitular del año 1750, al hablar de ella, la da como de «tiempo inmemorial». Y en la sesión extraordinaria celebrada por el gobierno municipal el 26 de marzo de este año, fue nombrado el regidor Miguel Ángel Azor «para llevar el estandarte de la Procesión de la Soledad», según dice el acta, por renuncia de Francisco Ruiz de Villafranca. Así se recoge en un acta capitular:

En la ciudad de Orihuela y Sala Capitular de ella a veinte y seis días del mes de marzo del año mil setecientos cincuenta: Los Iltres. Señores Ciudad de Orihuela a saber los Señores Doctor: Dn. Francisco Miguel Navarro, Abogado de los Reales Consejos, Alcalde Mayor por su Majestad y Theniente de Correxidor de la misma, Dn. Pasqual Viudes, Dn. Joseph Maseres y López Dn. Miguel Cavanes, Regidores por su Majestad de esta dicha ciudad, estando juntos y congregados según costumbre en dicha Sala Capitular celebrando Cavildo extraordinario precedida convocación de orden del Sr. Marqués de León Governador Militar y Político de esta plaza…y nombro la misma para llevar el Estandarte en dicha Procesión al Sr. Dn. Miguel Ángel Azor Capitular de este Ayuntamiento, al qual se haga saber, y que queda a su elección, nombrar a los dos niños para las banderolas. Y así lo acordaron y firmaron de que doy fe…

En la obra de José Montesinos Pérez encontramos también referencia al Caballero porta estandarte, cuando relata que en la procesión del Viernes Santo:

Primeramente va el pregonero de la ciudad con el clarín destemplado. Enseguida el pendón negro conducido por un caballero, entre dos banderas de seda, con las insignias de la Pasión, que llevan dos niños, hijos de caballeros y ciudadanos, nombrados por la Muy Ilustre Ciudad.

El Ayuntamiento ayudó en 1692 a pagar las antorchas para que los jurados participasen en la procesión de los penitentes, con lo que se pone de manifiesto la relación directa del consell con el gobierno de la cofradía de la Soledad, una agrupación eminentemente oligárquica, donde el poder concejil participaba activamente, lo que motivó su implicación en el sufragio de los gastos de la procesión. Concretamente, costeaba parte de la cera utilizada en ella, es decir las antorchas y cirios que portarían sus principales cargos: el Gobernador, Baile, oficiales y los ministros de la justicia criminal y del alguacil del gobernador.

El propio gobierno del municipio se encargaba de pagar, cuando era necesario, las vestas de los pilares y portadores de las banderas, aunque no las de los mayordomos. En este sentido, cabe indicar que la decadencia que experimentó la cofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral a lo largo del siglo XVIII propició que el Ayuntamiento ampliara su patronazgo y se encargara también del sufragio y la organización de la procesión de Viernes Santo en la tarde. Como señala el historiador Mariano Cecilia, este fue el origen de la vinculación municipal con la citada procesión que en la actualidad organiza el Ayuntamiento y se hace cargo íntegramente de los gastos.

Antiguo cortejo procesional

El cortejo procesional se abría antiguamente con el pendón de la Sangre de Cristo y dos banderetas de la Pasión. El caballero que llevaba en sus manos el estandarte era la figura de mayor relevancia en la procesión por el hecho mismo de tener el privilegio de encabezar el desfile y de llevar el pendón. Esta persona atravesaba los templos que recorría —y sigue recorriendo— la procesión, es decir la parroquial de las Santas Justa y Rufina y la Catedral, con la cabeza cubierta por un sombrero de canal, pues este elemento era propio de la vestimenta de la clase de la nobleza a la que pertenecía.

El Caballero porta estandarte, los portadores de las banderolas y los caballeros y ciudadanos que iban acompañando a Nuestra Señora de la Soledad vestían con la ropa y aderezos propios de la nobleza: usando de «ropilla de nobleza» o «tafetán negro a la antigua usanza española, con sombrero de canal pequeño, peluca rizada, golilla, manga de bufo con blonda travesada, cola y daga»; además, los alumbrantes de la Soledad iban acompañados por un paje o lacayo con librea que les recogía la cola.

Los mercaderes que sacaban el Santo Cristo Crucificado —posteriormente en el siglo XVIII los del Arte de la Seda—, debían vestir con la indumentaria propia de los gremios, es decir con vesta, mangas cerradas y sin daga, pero en la práctica esto no era así, ya que iban como los nobles, en razón al acuerdo circunstancial de 1622, donde seguramente comenzaron a vestir como los cofrades de la Soledad, al pertenecer esta imagen a la citada cofradía.

El ceremonial

El nombramiento oficial del Caballero Cubierto se realiza en la actualidad por el pleno de la Corporación Municipal. Es costumbre inveterada que el flamante Caballero Cubierto invite, mediante carta personal, a los Caballeros Cubiertos de los años anteriores para que lo acompañen en todos los actos de la tarde del Sábado Santo. En los últimos años, el Caballero Cubierto recibe a la Comisión de Festividades del Ayuntamiento e invitados en la puerta de la Universidad Histórica de Orihuela y posteriormente se celebra en el claustro el acto de nombramiento, presidido por el obispo de la diócesis y el alcalde de la Ciudad. Comienza con unas palabras del concejal de Festividades en las que se ponderan los méritos y virtudes de la persona a la que ha correspondido el honor. Una vez concluido el parlamento, el edil le hace entrega de una placa de plata, testimonio de la distinción, en la que aparece grabado el acuerdo municipal. Seguidamente, el Caballero Cubierto toma la palabra para expresar su gratitud por la designación.

Terminada la ceremonia, es tradicional obsequiar a las autoridades e invitados con bombones y dulces, entre los que figuran los clásicos «acaramelados». Más tarde, el Caballero Cubierto —acompañado por los miembros de la Comisión de Festividades, Caballeros Cubiertos de años anteriores, Centuria Romana y bandas de música participantes en la procesión— se dirige en vistoso pasacalle hacia la Casa Consistorial donde le esperan para cumplimentarlo el alcalde y el resto de la Corporación Municipal. Una vez allí, aguardan el inicio de la procesión.

Concluida la Semana Santa y hasta la Cuaresma del año siguiente, el Caballero Cubierto, situado en lugar preferente, acompaña a la Corporación Municipal en los actos públicos en que esta participa, tales como las procesiones del Corpus Christi, de la Virgen de Monserrate, desfile de la Fiesta de la Reconquista, etc. Este año ha sido nombrado para ostentar el cargo el oriolano Antonio Martínez-Canales Murcia, decano del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Industriales de la Provincia de Alicante y presidente del Consejo de Colegios Oficiales de Ingenieros Técnicos Industriales de la Comunidad Valenciana.

La procesión

Desde las primeras noticias que de ella se tienen en los albores del siglo XVII, la actualmente denominada Procesión del Santo Entierro de Cristo está vinculada al Ayuntamiento o Gobierno de la Ciudad y en los libros capitulares han quedado reflejadas las evoluciones e incidencias que ha sufrido a través de su larga historia.

En sus remotos tiempos originales, la procesión tenía como figura central la imagen de Nuestra Señora de la Soledad, cuya conmemoración organizaba el Gobierno Municipal en la tarde del Viernes Santo «nombrando alternativamente dos maiordomos de las dos clases de cavalleros y ciudadanos que hiziesen y costeasen dicha función, quienes conuiidavan al mayor lucimiento y asistencia las dos clase y que de tiempo inmemerial, sin cosa en contrario se ha observado así». También designaba la ciudad «los que llaman pilares o convidados que llevan antorchas para que no falte luz en la noche a Nuestra Señora». Dichos «pilares», ya en años lejanos, eran nombrados entre abogados, médicos y militares. La procesión salía de la capilla del Loreto y en ella, además del Cristo Yacente y «La Diablesa», figuraban otros pasos.

A partir del año 1953, al cambiar la procesión general de la madrugada del Viernes Santo a la tarde de ese día, la del Santo Entierro se trasladó a la anochecida del Sábado Santo. El cortejo se inicia en la iglesia de las Santa Justa y Rufina, y se dirige por la calle Mayor hacia la Catedral, templo al que accede por la puerta del Loreto y, transitando por el deambulatorio, sale a la calle del doctor Sarget por la puerta de la Anunciación, para realizar un recorrido por la ciudad que concluye de nuevo en la Catedral. El obispo de la diócesis contempla el paso de la procesión desde la capilla mayor y al llegar la presidencia se incorpora a ella.

Encabeza la comitiva el Caballero Cubierto, figura que simboliza todas las virtudes de las que Orihuela se siente orgullosa, y que es portador del estandarte-guión, cuyas borlas son llevadas, generalmente, por niños vinculados a él por razones de parentesco o amistad. Uno de los privilegios de quien trae la enseña es el de no descubrirse a su paso por el interior de la Catedral, cuando transita por ella la procesión.

El estandarte-guión es de terciopelo negro, con forma semejante a la que tiene la bandera de la ciudad; en su centro figuran, bordados en oro, atributos de la Pasión: la cruz, los clavos y la corona de espinas; en la parte inferior ostenta el escudo de Orihuela que se completa con el lema otorgado por Pedro IV El Ceremonioso: «Semper prevaluit ensis vester». El Caballero Cubierto va acompañado por las personas a las que se ha distinguido con el mismo honor en los años anteriores, todos vestidos de frac o uniforme de gala si son militares.

Los «pasos» que componen la procesión son los siguientes: San Juan Evangelista, de autor desconocido; El Triunfo de la Cruz o La Cruz de los Labradores, conocida popularmente por «La Diablesa», obra de fray Nicolás de Bussy en el siglo XVII, que salió por primera vez en las procesiones del año 1695; Cristo Yacente, talla de madera policromada del imaginero murciano José Seiquer, en 1942 (la imagen es de tamaño natural y descansa sobre una urna de madera tallada por Juan Balaguer y dorada por Enrique Luis, ambos artistas locales) y Nuestra Sra. de la Soledad, escultura obra de José Sánchez Lozano.

Notas

García-Molina Martínez, A. y García-Molina Riquelme, A. (2022). La procesión del Santo Entierro de Cristo y su Institución del Caballero Cubierto en la Ciudad de Orihuela. Hermandad del Caballero Cubierto, Orihuela.
Cecilia Espinosa, M. (2014). La Semana Santa de Orihuela: arte, historia y patrimonio, Tesis doctoral.