Un estudio abstracto de la gramática, como una descripción formal de las funciones lingüísticas que modulan la construcción de frases, denotando estados, cantidad, tiempo, intensidad, caso, etc.; nos hacen apreciar las variables importantes, más aún cuando pasamos de una lengua a otra y las formas (morfología) con las cuales estas variables alteran la frase. Es interesante observar que estas variables pueden estar o no presentes en una lengua determinada y en caso de que estas concurran de modo consistente en varias lenguas, se puede deducir que pertenecen a la misma familia por afinidad sintáctica y origen.

El caso abesivo, indicado en finlandés con el sufijo tta denota ausencia (sin). Casa, sin casa corresponde a talo, talotta es un ejemplo de estos elementos, como también el caso partitivo, indicado con los sufijos a, ta y tta que denota un acto incompleto o irresoluto. Ejemplo kolme taloa (tres casas cualquieras) o luen kirjaa (estoy leyendo el libro, significando que no lo he terminado aún). En acusativo, sería luen kirjan (leyere el libro) o en el caso de preguntas «tentativas»: saanko lainata kirjaa? (¿puedo tomar prestado el libro?). El caso partitivo existe también en vasco. El caso esivo que indica similitud o modalidad y corresponde al «como» indicado en finlandés con los sufijos na y nä. Por ejemplo, lapsi niño y lapsena como niño. El caso locativo, presente también en latín indica el lugar donde se realiza la acción. En Roma, en latín es Romae. En muchos idiomas indoeuropeos modernos estas funciones se indican usando preposiciones y pronombres, como en las lenguas romances y en inglés.

Estos criterios formales que también incluyen la fonología y etimología de las palabras (por ejemplo, en las lenguas indoeuropeas el numeral tres es muy parecido de una lengua a otra (tre, drei, trois, three) son la base comparativa que permiten definir el origen de una lengua y su relación con otras. El finlandés es una lengua ugrofinesa, parte de la rama urálica y próxima al estonio y relativamente vinculada al húngaro. El numeral «tres» en finlandés es kolme. En estonio es kolm y en húngaro kettő. Otras palabras que son usadas en estas comparaciones son mano, casa, fuego entre muchas otras. Mano en finlandés es käsi y en estonio es también käsi.

En vez en lituano ranka demostrando que, a pesar de la proximidad geográfica, lingüísticamente el lituano pertenece a otra familia, que para sorpresa de muchos es próxima al sanscrito y representa una de las lenguas más «antiguas» del continente europeo y preserva una estructura sintáctica «proto-indoeuropea». Sūnus significa hijo y su correspondiente en sánscrito es sunus que ha influenciado las lenguas germánicas con Sohn, søn y son. Fuego es ugnis que en sánscrito sería agnis y en cierta medida próximo a ignition como vyras que en sanscrito es vira que significa hombre y que resuena en virilidad.

Las lenguas habladas en Europa tienen sus raíces en Asia y esto está íntimamente vinculados a las migraciones, que en prácticamente encarnan la historia de la humanidad o condición de ser hombre (humano). La pregunta que interesa en este contexto es el origen de los idiomas y las fuerzas que causaron su diversificación. Un famoso genetista italiano Luigi Luca Cavalli Sforza, estudiando la evolución del genoma humano, constató que las diferencias lingüísticas, reflejan diferencias genéticas y a juzgar por la enorme variedad de idiomas, podemos deducir que las fuerzas que alteraron el destino y la historia de la humanidad han sido complejas y causado continuas emigraciones, fusiones, asentamientos y aislamiento entre los pueblos. Nuestras raíces lejanas son un misterio que resuena en el eco de nuestras palabras. Pero la enorme diversidad lingüística incluye un origen común que persiste aún en la etimología que intrincadamente encierra los recónditos secretos de nuestra historia. En lituano trys es tres y en sanscrito es tri.