En el artículo anterior examinamos los aspectos más significativos de la palabra esfinge, sus usos en el lenguaje y su origen. En este, nos adentraremos en la criatura legendaria, cuyo mito nos retrotrae hasta el antiguo Egipto o la Grecia clásica.

Arte egipcio antiguo

La esfinge es la representación teriomórfica1 del dios de la sabiduría egipcio, un ser híbrido, con cuerpo de león y cabeza humana. Este último es uno de los atributos con los que se ha representado a lo largo de los siglos y que recibe el nombre de adroesfinge (rasgos masculinos). También, existen otras con cabeza de carnero (crioesfinge) o de halcón (hieracoesfinge).

El término proviene de la voz shesep-ankh, que significa «imagen viviente», usado para referirse a las estatuas reales. La más famosa se encuentra hoy en Gizeh, cuya construcción se atribuye a Kefrén, aunque no existen documentos en el Imperio Antiguo que lo confirmen. De ahí, que abunden teorías que la sitúan en una época muy anterior. En sus orígenes tenía el cuerpo pintado de rojo y el tocado o nemés que le cubría la cabeza con rayas amarillas y azules.

Las esfinges eran consideradas las guardianas de los templos y se creía que durante la noche cobraban vida, para proteger los lugares sagrados. Por lo general, se erigían por pares. Sin embargo, la de Gizeh está sola. Algunos estudiosos piensan que podría existir una segunda esfinge, aun oculta en las arenas del desierto. Esta creencia se debe a que su imagen se ha asociado al dios Aker, que se representaba bajo una doble forma. Por lo que, una esfinge guardaba el punto por donde nacía el sol y otra, por donde se ocultaba.

En la parte frontal de la esfinge, entre sus patas delanteras, se encuentra la Estela del sueño. Relata que, cuando Tutmosis IV era joven, se quedó dormido junto a la esfinge y tuvo un sueño. En él, se le aparecía el dios de la esfinge, pidiéndole que lo liberase de las arenas del desierto. Si cumplía con aquel cometido, se convertiría en faraón.

La esfinge de Gizeh está sentada sobre sus patas y dirigida al este, porque es por donde sale el sol. No todas las esfinges se representaban sedentes ni solas. Se cree que la tumba perdida de Alejandro Magno estaba custodiada por una hilera de esfinges.

Algunas de las más conocidas del antiguo egipcio son las de Hatshepsut, de la que se conserva una en el Museo Metropolitano de Nueva York. En realidad, esta formaba parte de un grupo de seis en total, que se encontró en una fosa cerca del templo de la reina faraón.

Un pasaje que nos transmite la visión de la esfinge lo descubrimos en la versión del Libro de los muertos de Albert Champdor2:

La Esfinge vela siempre sobre estas necrópolis gigantes; su faz pintada de rojo tiene la vista fija en el punto del horizonte por donde sale el sol. Es la guardiana de los umbrales prohibidos y de las momias reales; escucha el canto de los planetas; al borde de las eternidades, vela sobre todo lo que fue y sobre todo lo que será; ve deslizarse a lo lejos los Nilos celestes donde navegan las barcas solares.

Mitología griega

Según el mito, la esfinge llegó desde Etiopía3 y se instaló cerca de Tebas, en el monte Figion y sembró el terror entre sus habitantes. Destruía cosechas y mataba a todo aquel que no fuera capaz de descifrar sus enigmas. Es Edipo quien lo consigue y se convierte, por ello, en rey de Tebas.

La primera mención la encontramos en la Teogonía de Hesíodo: «Ésta (la Quimera) amancebada con Orto, parió a la funesta Esfinge». Nos cuenta que habita en el monte Figion y el relato la une a otras criaturas legendarias y monstruosas como, la Quimera o la Hidra de Lerna.

Eurípides en el coro de las Fenicias nos traslada una potente imagen de la esfinge: «Era semejante a un trueno el lamento y el clamor cuando la alada doncella hacía desaparecer a otra persona»4. Apolodoro, por su parte, la describe así en su Biblioteca5:

[…]tenía rostro de mujer, pecho, patas y cola de león, y alas de pájaro. Había aprendido de las Musas un enigma, y situada en el monte Ficio se lo planteaba a los tebanos. El enigma era éste: ¿qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres? Según un oráculo, los tebanos se librarían de la Esfinge cuando resolvieran el enigma; por ello a menudo se reunían tratando de hallar la respuesta, y como no la encontraban, la Esfinge se apoderaba de uno de ellos y lo engullía.

Estacio en Tebaidas dice de ella que tiene las alas cubiertas de sangre y la boca llena de veneno6:

Al otro lado un gran peñasco había, más áspero y más alto, en cuyo seno esfinge en otro tiempo estar solía, alado monstruo, fiero, de horror lleno; horrible el rostro y pálido tenía, la boca llena siempre de veneno, los ojos como brasas encendidas, y alas de sangre humedecidas.

Pausanias7 [9,26,3] relata que era hija de Layo: «Se cuenta también que era hija ilegítima de Layo, y que éste por cariño le dio a conocer el oráculo de Delfos dado a Cadmo».

En la literatura clásica8 se nos presenta como una entidad dual. Por una parte, con una imagen monstruosa y, por otra, seductora. Apolodoro nos dice que había aprendido de las Musas el arte de los enigmas. Su identidad es similar a la de las Sirenas, con esa doble naturaleza: una seductora y otra mortífera. Sófocles en sus Tragedias9, se refiere a ella como «cruel cantora».

El acertijo

En la historia de Edipo, la esfinge está apostada en las puertas de Tebas, y reta a todo viajero que quiera entrar en la ciudad a descifrar un enigma. Asesinando a aquellos que no lo acierten. Cuando Edipo llegó a Tebas, la esfinge le propone el siguiente acertijo:

—¿Qué ser provisto de voz es de cuatro patas, de dos y de tres?10

Edipo contestó que era «el hombre». De este modo, fue el único que consiguió adivinar el acertijo de la esfinge y, por ello, se convirtió en el rey de Tebas.

En el arte

En el arte existen representaciones de la esfinge en multitud de obras. Desde vasos cerámicos que datan de la época clásica, pasando por hermosas muestras arquitectónicas y escultóricas, hasta pinturas más recientes. En muchas de estas obras se ha representado la historia de Edipo y la esfinge. Una de las más conocidas es la de un vaso griego datado en torno al 480 a.C. que nos presenta a la esfinge sobre una columna conversando con Edipo, que va ataviado con un sombrero de ala ancha y hábito de viajero.

En la Península Ibérica existen algunas muestras muy interesantes que forman parte de la arquitectura. En concreto, hermosos capiteles decorados con esfinges en la iglesia de Santa María Magdalena (Tardajos-Burgos) y en la Basílica de san Vicente (Ávila), ambas del siglo XII. También, en la Catedral de Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) del siglo XIII.

En el Museo Arqueológico Nacional en Madrid podemos contemplar una esfinge imponente del siglo XIX. En la obra de Jean-Auguste Dominique-Ingres, Edipo y la Esfinge (1808). En él se representa el momento en el que Edipo le da la respuesta del acertijo a la esfinge.

Muy conocido es el cuadro de Gustave Moreau, Edipo y la esfinge (1864), que posee un enorme simbolismo. Las imágenes parecen mirarse una a otra, como en un espejo, lo que remarca la dualidad y la ambigüedad de la obra.

Simbolismo

Al hilo del cuadro de Gustave Moreau podemos interpretar que el acertijo de la esfinge aborda el tema de la esencia humana. En la cercanía de ambas figuras se intuye un reconocimiento y también, una cierta ambivalencia.

La esfinge en su doble vertiente, igual que hemos examinado en otras criaturas legendarias, nos muestra esa contraposición entre la parte más primitiva, que solo puede ser superada o vencida a través del intelecto y la astucia, y otra, más elevada. A pesar de ello, en el mito de Edipo es la que sella su destino, matar a su padre y casarse con su madre.

En un sentido más positivo, la esfinge también puede simbolizar el misterio de lo femenino. Es símbolo de sabiduría y protección. Si pensamos en la esfinge de Gizeh, ella es la guardiana del conocimiento pasado, que mira hacia el sol naciente, oteando horizontes, igual que promesas futuras.

Notas

1 En el arte se refiere a aquella representación humana con partes de animal o viceversa.
2 Extraído de El libro egipcio de los muertos.
3 Plinio el viejo en su Historia natural incluye a la esfinge, describiéndola con pelo rojo y pechos. Algunos estudiosos consideran que esta descripción no se corresponde con la criatura legendaria, sino con algún tipo de simio.
4 Eurípides (2020), Tragedias III (trad. Carlos García Gual & Luis Alberto de Cuenca), Biblioteca Clásica Gredos. Documento original 431 a.C.).
5 Apolodoro, Biblioteca, (traducción y notas de Margarita Rodríguez de Sepúlveda) Biblioteca clásica Gredos, Madrid, 1985.
6 Estacio (1997), Tebaidas (trad. Juan de Arjona), Universitat de Barcelona.
7 Pausanias, Beocia, Libro IX (introducción, traducción y notas de María Cruz Herrero Ingelmo), Biblioteca clásica Gredos.
8 En la literatura posterior existen numerosas obras que han querido recrear el mito de la esfinge y todo lo que la rodea. Una muy interesante es «La muerte de la Pitia» de Friedrich Dürrenmatt.
9 Sófocles (1997), Tragedias (edición de José Vara Donado), Cátedra, Madrid.
10 Esta es la versión de Apolodoro, no obstante, la que más se ha popularizado es la siguiente: «¿Cuál es el animal que anda en cuatro pies a la mañana, en dos al mediodía, y en tres a la tarde»?