Desde niño me he sentido fascinado tras leer historias de Alaska. El Yukón, la fiebre del oro, Baldo o novelas de Jack London. Cuando se presentó la oportunidad de trabajar durante el verano, no lo dudé un instante. Los caminos de la vida me otorgan una nueva oportunidad.

Recientemente me alejé de la ciudad de Brooklyn, NY, donde viví los últimos siete años. Esa estadía fue un gran cambio a los Andes del sur, donde me desempeñe como guía de aventura en la capital arqueológica de América, Cusco. Tras contraer cáncer de riñón, mi esposa luchó durante tres años, pero al perder la batalla me vi en la obligación moral de sacrificar mi tiempo y dedicárselo a mi hija Sofia, de once años. Hoy cursa estudios en la universidad, y yo puedo retornar al agua.

El canotaje o descenso de los rápidos ha sido una actividad que ha ocupado un cuarto de siglo de mi existencia, tengo amplia experiencia en navegar ríos. Con el pasar de los años parecía que había llegado al final del camino, no más ríos que cruzar o aventuras por vivir. Debía aceptar con donaire el paso de los años. Durante mi estadía en Brooklyn, no volví a los remos y solo tras hallar en la calle una máquina de remar, ejercité los brazos. Solo faltaba el líquido elemento para vivir otra vez la tormenta perfecta.

Todo comenzó un domingo de septiembre durante una parrillada en casa de los cuñados. Un grupo de fanáticos del futbol americano tiene por costumbre reunirse en septiembre al inicio de la temporada, algo no tan popular como lo es el super tazón de febrero. Conversando con una pareja de amigos que había vacacionado en Alaska, me informaron que quisieron hacer canotaje, pero no lo lograron por la falta de guías. Al enterarse de mi experiencia en el campo me retaron, debía ir hacia allá. Grabé esa información en el subconsciente y decidí intentarlo cuando la situación política de Perú se tornó caótica.

Primero debía informarme, existen muchos ríos en Alaska. Me decidí por el Nenana cerca del parque nacional Denali, clase IV, una buena manera de reconectar. Envié un correo a Denali Raft Adventure con una simple pregunta: ¿Algún interés en contratar a un guía experimentado? No trascurrió ningún día y obtuve una respuesta: siempre son bienvenidos en casa. Tras un par de conversaciones telefónicas, y la constatación de mi experiencia, fui contratado. Como aún faltaban un par de meses, retorné al Cusco donde conocí a una atractiva mujer, como ya contaba con un buen trabajo, qué más podía desear. Ya rumbo a Fairbanks, no tuve suerte con el asiento y me perdí formidables vistas de las montañas cuando la mejor ventana era ocupada por un dormilón. De las veinte montañas más altas de los Estados Unidos, diecisiete se encuentran en Alaska.

Luego de un largo viaje, llegué a mediados de mayo a Fairbanks y dormí en una pensión con el sol de medianoche. Al día siguiente conversé con un argentino que viajaba en moto y retornaba hacia allá y unos mineros de color extraño. Tras recogerme para un viaje de dos horas hacia al campamento, Jimbo chofer de muchos talentos, me invitó a almorzar. Conversando me preguntó si bebía alcohol, contesté que lo hacía ocasionalmente.

En camino nos detuvimos en el bar: Skinny Dicks, Half Way Inn. Entre los pocos parroquianos alguien había visitado el Perú. Este empezó una perorata sobre las evidencias de que los lugares arqueológicos fueron construidos por extraterrestres; no tuve el ánimo para desmentir. Una mujer local en evidente estado de ebriedad se mostró sumamente agresiva conmigo, algo común entre los nativos que no saben controlar el alcohol. Finalmente llegué al campamento, me asignaron un cuarto y conocí a mis nuevos compañeros. En total somos treinta personas viviendo en comunidad entre guías, choferes y el personal de oficina. Tenemos todo lo que necesitamos, comida, juegos, videos, lavandería y rotamos a la hora de preparar la cena. Nunca falta café en las mañanas. El rio Nenana seguía descongelándose; como las fuentes son de glaciares tuvimos que esperar una semana más para navegar. Las temperaturas varían entre dos y cuatro grados y utilizamos equipo especial. Pronto empezaron los entrenamientos, éramos nueve nuevos guías con algunos instructores. El resto de los perros viejos, coloquial para guías experimentados, llegarían un tiempo después. Hablando de perros, tres viven en el campamento. Luego de pasar los chequeos respectivos y tomar un curso de Swift Water empezamos a trabajar.

Se corren dos secciones de dos horas cada una, con distancias promedio de quince kilómetros, uno es más para admirar los paisajes y observar la vida silvestre. Osos grizzlis, lobos, castores, ovejas Dall o innumerables alces, los más grandes entre las ocho especies existentes. A veces hay alces alrededor del campamento. El segundo sector se encañona y es donde ocurre la acción, rápidos largos y potentes. Los botes son de dieciocho pies y cuentan con remos centrales o de cola. En ocasiones contamos con gente que quiere remar, en otras debemos llevarlos sin su ayuda. El mejor grupo que he tenido hasta ahora, a tres semanas del comienzo, ha sido un grupo de adultos setenteros, viviendo su primera experiencia para celebrar el cumpleaños de uno de ellos. Estoy seguro de que el tamaño de las olas sigue aumentando cuando recrean la historia.

Alaska trivia es la mejor manera de entretener a los clientes, comparto unas de mis favoritas:

El estrecho de Bering queda entre el océano pacífico y el océano ártico. Uno de los primeros navegantes en explorar Alaska fue el enviado del zar Vitus Bering, en el punto más estrecho solo separan ochenta y dos kilómetros entre Rusia y los Estados Unidos, aunque existe una isla a solo cuatro kilómetros de distancia. En la última gran glaciación se crearon puentes de hielo, permitiendo a los primeros indígenas en aventurarse de Eurasia hacia América. Existe una pregunta sin respuesta: ¿quiénes fueron más fuertes, los que decidieron quedarse a vivir en Alaska o los que continuaron descendiendo al sur, ancestros de los antiguos iroqués, mayas o incas?

Como los rusos andaban preocupados de que Inglaterra hiciera posesión, decidieron venderlo a un país que recién salía de una guerra civil y no poseía el poderío actual. Alaska fue vendida a los Estados Unidos en 1867, cuando la tecnología no era avanzada y desconocían sus recursos naturales. El pago fue de siete millones por 1,723 millones de km2 y se abandonó por mucho tiempo. Un año antes, en Nueva York, el terreno de cuatro kilómetros de largo y ochocientos metros de ancho para construir el parque central fue comprado por el municipio. El pago fue el mismo monto: siete millones. Eso indica que una fue ganga y la otra estafa o viceversa.

El verano recién comienza y no he tenido muchas oportunidades de explorar Alaska aún. El campamento queda al final de una pista de aterrizaje y sobrevolar en los pequeños aviones está en mi lista de actividades por realizar. La mayoría de los guías son jóvenes, y la fiesta es continua. A veces participo, pero como hay que remar al día siguiente prefiero descansar. Cada vez que bebo, Jimbo se burla y dice: así que solo tomas ocasionalmente. Alaska recién fue incorporado a los Estados Unidos en 1959, el año en que yo nací.