En diversos artículos he desarrollado el tema del actual paradigma en que estamos «hundidos» que he denominado «de los opuestos en lucha por prevalecer» para lo cual es necesario un trabajo interior/exterior de desenvolvimiento de nuestra conciencia.

He postulado acerca de la necesidad de introducir «herramientas» para dicho trabajo en la educación nacional de los países. El trabajo con «uno mismo» es fundamental; es la base para que, por la vía del desenvolvimiento, se genere un proceso que conduzca paulatinamente a un cambio de paradigma. Sin duda no es un proceso de «corto plazo». Puedes consultar mas al respecto en Simultaneidad y complementariedad.

El trabajo de cada quien es la base para un proceso de cambio de nuestra cultura relacional que ha de conducir, vaya a saber en cuanto tiempo, a ir cambiando paulatinamente el actual paradigma, hacia otro que hemos denominado «De los opuestos integrados en su diversidad».

Cada uno de nosotros tenemos características diversas muchas de las cuales se manifiestan como «opuestas» aun cuando solo sean aristas de nuestra diversidad que, bien procesadas, no tendrían que generar conflictos inmanejables.

Cada uno de nosotros es un mundo. Podríamos decir que cada cual es parte de la diversidad que es propia del Universo manifestado. El pasaje de cada uno de nosotros por este planeta puede tener un sentido si cada uno se lo damos a nuestras vidas.

Cada cual ha de encontrar su sentido existencial. Estamos eligiendo a cada instante. Pero esas elecciones han de tener un «norte» para que tengan en sí mismas una consistencia con el sentido que le damos a nuestras vidas.

Para que cambie nuestra sociedad hemos de ir cambiando nosotros. Podemos elegir entre diversas alternativas. Tenemos múltiples posibilidades. Más hemos de ir desenvolviendo la consciencia a fin de ubicarnos en cuanto seres humanos.

Como seres humanos heredamos características, que vamos manifestando en el curso de nuestras vidas. Nuestros genes son los que determinan buena parte de nuestras características, incluyendo algunas enfermedades y diversos rasgos de nuestra personalidad, de nuestro carácter.

De allí que tenemos vocación para desarrollar ciertos aspectos de nosotros mismos y para caracterizar nuestra relación con la sociedad en que vivimos, con nuestro entorno, con quienes nos relacionamos. Tener un propósito existencial es darles un sentido a nuestras vidas, a nuestra estadía en la tierra.

Podemos desenvolvernos espiritualmente, lo que implica una apertura a nuestro mundo interior y a desarrollar nuestra consciencia. Nuestro mundo interior tiene aspectos racionales de entendimiento y comprensión, aspectos intuitivos de captación «no racional», que pasan a ser parte de nuestro ser, de nuestras creencias, que sin ser evidentes pueden ser legítimos puntos de apoyo para desenvolvernos. Más son creencias, sin evidencias.

En el libro Sentir y Saber: El camino de la conciencia de Antonio Damasio, neurocientífico, psicólogo y filósofo, (Editorial Ariel), señala que la conciencia es la capacidad de la mente que ha permitido a la especie humana desarrollar una inteligencia única basada en el razonamiento y la creatividad, ayudándonos a entender el mundo que nos rodea. Pero esta maravilla de la evolución sigue siendo un misterio para científicos y filósofos y un reto mayúsculo para la investigación científica.

Cada uno ha de descubrir cuál es el «motor de su vida» y ojalá sentir que, desde su propia existencia aporta a la humanidad. Hay herramientas de los diversos «Caminos espirituales» o de desenvolvimiento de la Consciencia que ayudan a un mejor conocimiento de uno mismo y a tener claridad de elección de su forma de vida y de cada momento y experiencia de las mismas.

Nuestro trabajo ha de tener tiempos de detención, de meditación, de análisis de nuestras vidas de manera sistemática. Ojalá de actividades con otras personas que anhelan algo similar, que tienen vocación de desenvolverse. Es un trabajo «interior» que se traduce al mismo tiempo en un trabajo exterior, respecto a nuestro entorno, respecto del cual hemos de desarrollar el «darnos cuenta» del efecto de nuestras acciones y pensamientos.

Todo esto más allá de los credos o creencias que podamos -o no- tener, las que son legítimas en la medida que respetemos lo que al respecto ocurre con nuestros semejantes de manera que la diversidad sea respetada por todos nosotros. Ese es el fundamento de una sociedad armónica, pacifica e incluyente.

Aprender de nuestros errores y tratar de entregar buenas ondas, buenas vibraciones, conocernos mejor y poder gestionar nuestro carácter de manera que sea un aporte, es parte importante de nuestro aporte social que como ciudadanos y seres humanos podemos entregar a nuestra sociedad.

Este trabajo interior/exterior es un proceso de autoconocimiento que nos entrega la posibilidad de generar una relación respetuosa, armónica y esperanzadora con nuestro entorno, desde lo más cercano hasta lo aparentemente más lejano. Desde nuestro «círculo de relaciones diarias» hasta nuestra perspectiva «trascendente», desde nuestra razón y entendimiento, pasando por nuestras emociones, sensaciones, intuiciones, conciencia de nuestra vida y de nuestros actos y pensamientos. En eso, al irnos haciendo consientes, nos constituimos en un «aporte social» cuyos efectos se nos hacen evidentes.

La retroalimentación que se recibe de quienes comparten situaciones con nosotros, es parte del efecto que han tenido nuestras acciones y pensamientos.

El proceso de autoconocimiento es continuo. Somos vida en continuo movimiento, somos devenir. Es imposible que todo permanezca exactamente igual, siempre. Y si estamos cambiando a cada instante, siempre hay nuevas posibilidades, nuevos horizontes para explorar.

Hemos de aprender a integrar todos los aspectos de nuestro ser. En general, los seres humanos estamos fragmentados, desconectados: mente racional – mente intuitiva, cuerpo, emociones, relaciones… todo separado. Estamos influidos por nuestras circunstancias (cultura, país, familia, tiempo). Para lograr una conciencia más unitiva, más expansiva, necesitamos simplificarnos.

El desenvolvimiento espiritual es, fundamentalmente, un proceso de simplificación, de renuncia. Todos tenemos unas circunstancias que determinan nuestra vida. No hemos aparecido en la Tierra como un meteorito que cayó del cielo. Tampoco hemos nacido como una página en blanco.

El solo hecho de estar compuestos por los genes de nuestros padres indica que no somos una página en blanco, sino que heredamos muchas cosas. Y nuestra herencia no se limita a nuestros genes. Hemos nacido en un espacio-tiempo, hemos heredado una historia personal y grupal, hemos nacido en un entorno determinado, hemos recibido ciertos valores culturales, cierta forma de relacionarnos, ciertas posibilidades y limitaciones, hemos tenido ciertas experiencias.

Hay herramientas disponibles para todo ese trabajo interior/exterior. Quien busca encuentra. Hay que movilizar nuestra voluntad para predisponernos a un trabajo sistemático. Es el tiempo de decidirse. Es el tiempo de aportar a la humanidad desde el lugar en que vivimos, desde nuestras vidas y entorno.

Elecciones en Chile

Se han elegido concejales cuya labor ha de ser llegar a concordar un texto de una Nueva Constitución que sea más adelante plebiscitada a fin de que la ciudadanía se pronuncie si lo aprueba o lo rechaza. El esfuerzo de todos ellos ha de ser tratar de tomar acuerdos para generar un texto que nos incluya a todos los ciudadanos, cualquiera sea sus características. En la medida que los «opuestos» piensen que las visiones del resto también son respetables, se irán «acercando» a formas de trabajo deseables y tendrán la esperanza de que el texto que propongan sea aprobado por los ciudadanos.

El día 7 de mayo se desarrolló el proceso de sufragio en todo el país que eligió a dichos convencionales. El primer proceso, en el 2022, generó una propuesta de texto que fue ampliamente rechazada en un plebiscito por parte de la ciudadanía. Sin duda que fue una decisión amparada en el «sentido común y la cordura» de la gente.

Esta es la segunda oportunidad en que se intenta, tratando de corregir desde sus protocolos y conformación del proceso, los impresionantes errores que hubo en el primer intento. Pareciera que la elección del día 7, generó concejales con perfiles políticos/ideológicos muy diferentes a lo sucedido la primera vez: los electos esta vez hicieron declaraciones, en las que se manifestaron abiertos a escuchar y a tratar de hacer un texto que incluya a la totalidad de los ciudadanos: eso es fundamental en este tipo de procesos y las declaraciones escuchadas son un buen indicio. Es una esperanza para que una futura gobernanza del país sea diferente a las acostumbradas donde la polarización ideológica ha sido un tremendo drama.

Los consejeros electos en su amplia mayoría no son adeptos al actual gobierno y pareciera que el resultado que se dio en todo el país lleva implícito un amplio rechazo a la falta de empatía mínima que tienen y han tenido los actuales gobernantes respecto a las necesidades prioritarias ciudadanas donde la falta de seguridad es sin duda el más importante de los problemas.

El tema de la seguridad ciudadana no ha sido considerado de manera alguna en el programa del gobierno actual. De hecho, las autoridades no han colaborado a que el flagelo de la delincuencia desatada a lo menos se alivie. Al contrario, han sido dubitativos y contradictorios en las medidas que tardíamente, ante las evidencias de la delincuencia desatada, se vieron obligados a tomar. Pareciera que la votación nacional respondió en alto grado a esta situación del país.

La ciudadanía no se «derechizó», como pretenden algunos, especialmente analistas del extranjero marcados por sus ideologías y el desconocimiento de lo que es la realidad chilena actual. El resultado eleccionario, es un «portazo» a las autoridades actuales y a su dogmatismo ideológico, es la respuesta ciudadana que con su voto surge desde la desesperación de tener a todo el país copado por organizaciones criminales que siembran el terror ante la pasividad de nuestras autoridades.

Al día siguiente de las elecciones, tratando de dar un mensaje diferente, envié estas reflexiones al periódico de nuestra quinta región donde yo vivo. La titulé Es tiempo.

Es tiempo de dejar de lado las visiones de izquierdas y derechas. Es tiempo de incluirnos en la diversidad, de respetarnos mutuamente. Tiempo de reconocernos que como seres humanos somos frágiles, esencialmente ignorantes, que nadie es «dueño de la verdad».

Que necesitamos cada uno de nosotros, cultivar nuestra capacidad de elegir, de discernir entre lo que es parte del amor, del servicio, del ser útil, respecto de lo que genera dolor y destrucción.

Es hora de perfeccionar nuestra democracia para que la política sea el arte de gobernar priorizando el Bien Común Ciudadano.

Es tiempo de que existan requisitos de competencias determinadas para ser candidatos a los diversos cargos de elección popular previamente evaluados. Requisitos previamente protocolizados de conocimientos, experiencia, apertura mental, (no adictos a ideologías cerradas y dogmáticas), capacidad de trabajo en equipo y de asesorarse con empresas, científicos, académicos de las especialidades requeridas, tanto nacionales como extranjeros, junto a potentes condiciones de salud, psicológicas, humanistas y éticas comprobables.

Es tiempo que podamos generar procesos de mejora continua a fin de perfeccionar nuestras Instituciones a fin de que se vayan legitimando.

La base de todo es el amor, en que cada uno de nosotros lo desenvuelve dando sentido a su existencia, lo que no depende sólo de lo material sino de la vida interior/exterior que hemos de ir desenvolviendo de manera que cada uno lo traduzcamos en nuestros actos y pensamientos.

Todo esto podrá ir generando en el tiempo, una sociedad distinta armónica y respetuosa. No sólo dependerá de las leyes o del texto constitucional, sino de la recuperación de nuestras confianzas.

Sin duda que ello requerirá claridad de acción de parte de los gobiernos ante las dificultades que tenemos y ante quienes, que, en lugar de elegir el amor, el respeto al prójimo, ya decidieron elegir el generar dolor, destrucción y muerte. Con estos elementos, no se puede tener duda alguna: el derecho humano de la gente a vivir en paz y seguridad ha de ser defendido de manera mancomunada por toda nuestra sociedad con determinación. Lo que ha de partir desde las acciones de gobierno que sean necesarias. Esto último es lo que la ciudadanía ha echado de menos. Y ese es, de modo evidente, el significado del resultado eleccionario de los concejales.

El trabajo interior/exterior que podemos realizar cada uno de nosotros y los niños y jóvenes de manera voluntaria y libre, en el tiempo, nos ayuda a relacionarnos en la «onda mental» que trata de trasmitir dicha carta al diario.