En este artículo voy a presentar dos teorías de clases bien diferentes, que nos permiten comprender gran parte de la historia en los últimos cuatro mil años, dos teorías que, con todo y sus diferencias, presentan ciertas similitudes en forma que vuelven interesante su comparación y contraste. Además, realizo algunas aclaraciones de índole epistémico-metodológica vitales para entender mi argumento.

Las diferencias y coincidencias entre la teoría de clases marxista y libertaria

La verdad es que el tema de las clases ha sido tratado más que nada por los marxistas y no tanto por los libertarios, a causa de la distinta cosmovisión que tienen estos dos grupos, siendo la de los marxistas más bien de tipo colectivista y la de los libertarios de tipo individualista.

Sin embargo, no por tener un enfoque individualista del mundo social debe desestimarse el estudio de grupos o colectivos, pues la sociedad misma es, en última instancia, un colectivo. Pero lo que sucede es que, como ya he dicho en otra parte1, la sociedad no existe fuera de la sumatoria de acciones individuales que es ella misma en esencia. Sólo la persona individual es la que actúa, tiene deseos que aspira a lograr y se moviliza en aras de lograrlos. No existen, en pocas palabras, colectivos o grupos ontológicamente hablando. En términos sustanciales, solamente detentan existencia los miembros de dichos grupos.

Una vez hecha esta aclaración epistémica, necesaria por donde se la vea, que determinará luego la línea metodológica que se seguirá en lo que sigue de artículo, podemos a su vez rebatir una de las acusaciones más comunes que se suelen esgrimir en contra de esta postura: la idea de que lo anterior supone “atomismo”, es decir, que los que sostenemos el individualismo metodológico creemos que cada sujeto se encuentra completamente aislado del resto de seres humanos que pueblan la sociedad, como teniendo una suerte de existencia autárquica.

En realidad, tal crítica no da al clavo con la idea del individualismo metodológico, pues este no niega la influencia que en el sujeto tienen el resto de miembros de su grupo humano; al contrario, la idea misma de sociedad supone un “sistema”, “escenario” o contexto en el cual múltiples sujetos moldean lo que piensan y creen, de forma más o menos lenta o rápida, a partir de escuchar a otros. Por lo tanto, no hay por dónde tomar en serio esta crítica, pues ella alude a que, en última instancia, los individualistas negamos a la sociedad en sí misma, algo completamente ridículo. Pero ahora sí, sin más dilaciones, vamos con la exposición de ambas teorías de clases.

En primer lugar, cabe destacar que la principal diferencia entre estas teorías de clases, la marxista y la libertaria, está dada por el hecho de que en la teoría marxista las clases sociales son esencialmente económicas y el origen de estas está en el nacimiento de la propiedad privada sobre los factores de producción, primitivamente la tierra, y las entidades que ostentan poder político, como el Estado, son derivadas de la propiedad privada, además de que son meros instrumentos secundarios de control de los poseedores de factores de producción. En el marco de esta teoría, el grupo de explotadores que centraliza los factores de producción obliga a los desposeídos, que solo poseen su mano de obra, a trabajar para ellos, quedándose con una parte del producto de su trabajo.

Por ejemplo, un obrero labora 12 horas para su empleador y solo recibe una remuneración por 8 horas de trabajo. De esta forma se da el fenómeno que Marx llamó “plusvalía”, que vendría siendo en sí misma explotación, en la cual el empleador se apropia de lo que naturalmente le pertenece al trabajador, a la luz de la teoría valor-trabajo, que nos dice que el valor de las cosas es derivado de la cantidad de trabajo socialmente necesario para producirlas. Entonces, el empleador no estaría creando valor, cosa que solo hace el trabajador; por eso no le pertenece ninguna retribución o ganancia, sino que todo debe ir directamente al obrero, que es quien lleva a cabo las labores para que el proceso de producción se lleve a cabo.

En esta tesis, las instituciones políticas como el Estado no son más que medios de control secundarios de los poseedores de los medios de producción, que usan para asentar su dominio sobre los desposeídos en mayor medida; por dar algunos casos, creando leyes que regulen las penas a trabajadores por incumplir las obligaciones laborales que tengan frente a sus empleadores, proscribiendo la formación de sindicatos, etc.

En cambio, en la teoría libertaria de clases estas son esencialmente políticas y su origen se da en el nacimiento del Estado o gobierno y, en todo caso, si llega a existir propiedad sobre los factores de producción ilícita o explotación laboral, en un sentido distinto de la palabra que la marxista, en muchas ocasiones es solo un producto de las autoridades políticas, siendo además un instrumento de control secundario sobre las gentes sin autoridad política.

En esta tesis libertaria, un grupo de personas organizadas de manera sistemática e institucionalizada mediante la capacidad de extraer rentas y patrimonios violentamente —esto es, empleando la violencia física— se enriquece a costa del resto de la población. Además, usan otra herramienta de control, como es su facultad de dictar normas de regla de conducta, o sea, leyes, reglamentos, constituciones, creando órdenes legales que aparentemente legitiman sus conductas. Por ejemplo, el hecho de que se instaure un impuesto sobre la renta del 10 % a toda la población implicaría que, a punta de pistola, unas personas obligan a otras a concederles parte de sus riquezas, obteniendo mediante medios políticos lo que otros adquirieron usando medios económicos2.

Como dije antes, estos actos solo son permitidos a cierto grupo de la sociedad, que son los miembros del Estado. Si quitarle el 10 % de su renta a toda la población de un lugar es realizado por una mafia que no forma parte del organigrama del Estado, el acto es estipulado como un crimen y es rechazado ya no solo por el Estado, sino por la población expropiada. En la lógica de esta teoría no se ve como ilegítimo tener la propiedad de medios de creación de riqueza, pero no niega que potencialmente la propiedad sobre algunos, e inclusive la mayoría de ellos, pueda ser ilícita. Por ejemplo, cuando un Estado conquista un nuevo territorio y reparte las tierras de este entre los altos cargos militares que estuvieron en la campaña, se da lo que sería una redistribución forzosa de los títulos de propiedad sobre los terrenos en cuestión, pasando la propiedad de los antiguos dueños a los dominadores, constituyéndose por el acto mismo una propiedad sustancialmente ilícita a favor de estos conquistadores.

De todas formas, hay una coincidencia entre ambos postulados que puede entreverse y que ahora pasaré a esbozar. En las dos teorías hay una clase que, en función de cierto privilegio que tiene, explota a la otra extrayendo riquezas que le corresponden legítimamente. Implican estas tesis la existencia de clases que, a lo largo de la historia, han aprovechado ventajas que tenían para enriquecerse a costa de los no privilegiados, empeorando su nivel de vida en la mayoría de los casos, socavando su libertad y mejorando su situación particular de esta forma.

Evidentemente, una crítica más profunda del marxismo supondría adentrarnos en sus principios y corpus teórico, lo cual no haré en este artículo; lo dejaremos para más adelante.

Notas

1 Véase al respecto mi artículo “Historia y economía de los cazadores-recolectores”. 2 Véase al respecto Franz Oppenheimer y su libro El Estado.