El acuerdo de restablecimiento de relaciones entre el Reino de Arabia Saudita y la República Islámica de Irán tiene un gran ganador, la República Popular de China quien en su camino por transformarse en la potencia más importante a nivel internacional ha cambiado su dinámica de una participación casi nula en asuntos internacionales durante el gobierno de Deng Xiaoping, defensor de la soberanía del Estado y enemigo de la intervención en los asuntos internos de los países por parte de las potencias, a tener ahora una política más agresiva y de ubicación estratégica para evitar que otros logren llegar hasta sus límites y por eso han empleado una dinámica de moverse hacia pivotes geoestratégicos, esto con mayor dinamismo desde la llegada de Xi Jinping al poder chino.

Si bien en el terreno no es mucho el cambio que se genera con el regreso al diálogo entre ambos líderes regionales, en lo práctico hay una serie de aspectos sobre los que esto podría ralentizar o cambiar algunas perspectivas de un territorio que una vez más oscila entre el apoyo de alianzas por parte de las grandes potencias; principalmente Estados Unidos, y el abandono paulatino abriendo las posibilidades para que otros países ganen más terreno, tal ha sido los casos de la Federación Rusa y la política sobre Siria, dejada a su suerte por el gobierno de Barack Obama y ahora la influencia china a ambas orillas del Golfo, esto en las narices del actual gobierno de Joe Biden en Washington.

Es importante destacar que China se ha convertido en el principal socio comercial del Reino de Arabia Saudita en los últimos años, para el 2001 el intercambio entre ambas partes era una décima parte del comercio con Estados Unidos y Europa; solo $4,100 miles de millones de dólares con respecto a los casi $40,000 miles de millones de dólares entre los otros dos actores.

Para el 2011, Beijing alcanzaba los $64.300 miles de millones en comparación con los $62,700 miles de millones que comerciaba con los estadounidenses. Para el 2021, los negocios ya alcanzaban un intercambio comercial de $87,300 miles de millones solo en crudo proveniente de Arabia Saudita, representando el 77% de las importaciones chinas desde este mercado (Soltani, 2023).

Por su parte, el comercio bilateral entre China e Irán significa para Teherán un ingreso de $30,000 millones de dólares, el cual de acuerdo con Majid-Reza, jefe de la Cámara de Comercio Teherán-Beijing, podría incrementarse si se levantaran las sanciones que pesan sobre este país producto de su política nuclear (Iran International, 2022). A esto se suma la posibilidad de que Irán acepte pagos en yuanes lo que le suma fortaleza a esta moneda con respecto a otras a nivel internacional, como ocurre con el dólar y el euro.

También con Irán, China firmó en 2021 un acuerdo de cooperación de 25 años que incluye actividades petroleras, minería, colaboraciones en materia agrícola y en transporte. Además, suma que los iraníes están en proceso de adhesión a la Organización de Cooperación de Shanghái por lo que la influencia puede ser más fuerte en cuanto a los intereses chinos por adherir más países en su esfera de influencia, incluyendo rutas por donde puedan ampliar su participación comercial sin las trabas provenientes de la política occidental que ha intentado cortar sus movimientos.

Como se puede ver en el mapa a continuación, junto con la importante alianza china con Pakistán, las relaciones con Irán importando petróleo a través del estrecho de Ormuz pasando por las cercanías del mar de Arabia y sumando ahora el contacto con Arabia Saudita, en Asia Occidental, China ha logrado establecer una vía marítima que le asegura accesos comerciales y profundidad estratégica ante cualquier eventualidad que se pueda presentar en la actualidad o en un futuro no muy lejano.


China

Igual no es oportuno lanzar campanadas al viento creyendo que esto se quedará ceteris paribus entre iraníes y saudíes, pese a los grandes logros que se le puedan atribuir en esta materia a la gestión china, lo cierto es que mientras Teherán tenga entre sus objetivos alcanzar el poderío nuclear, ni Riad, ni Abu Dabi o cualquier otro gobierno de la zona bajará la guardia.

Arabia Saudita pretende diversificar su economía, por lo que está enfocado en generar nuevas alianzas comerciales y socios, pero a la vez, no está dispuesta a arriesgar su seguridad basada en esta premisa meramente material, ni mucho menos otros aspectos que hacen de este país el núcleo actual del mundo islámico, siendo los actuales protectores de los dos lugares más sagrados del islam; Meca y Medina.

Cambios en la geopolítica

Los grandes retos para esta nueva era de relaciones entre los países del Golfo se pueden reducir en varios elementos que podrían asegurarla o devolver a una situación anterior de roces. En primer lugar, el apoyo que Teherán le brinda a los grupos hutíes de Yemen que son los que activan las acciones militares en la zona y causan la crisis humanitaria que vive este país desde el 2011 con la responsabilidad internacional de que han mirado hacia otro lugar.

En segundo lugar, la influencia iraní en el Levante Mediterráneo en Irak, Siria y Líbano aporta rupturas al orden a través del sectarismo apoyando grupos alineados religiosamente con la escuela de Qom o políticamente con Teherán por apoyo material a nivel económico e ideológico. Irán no ha renunciado a su interés hegemónico en la región, por lo que a pesar del acuerdo con Riad no dejará de intentar impulsar sus capacidades de obtener más poder por medio de un desarrollo nuclear que sigue siendo un riesgo existente y el rearme que está obteniendo a través de sus socios.

De lo anterior, resulta importante que en los últimos años los iraníes han estado teniendo intercambio de armamento con Rusia, quien le ha facilitado municiones y equipamiento al gobierno de Teherán y como respuesta, el gobierno iraní le ha dado a Moscú drones suicidas Shahed 136 que incluso han sido utilizados en la invasión rusa contra Ucrania (DW, 2022).

Y en las últimas semanas el gobierno de Irán ha acordado con Rusia un acuerdo para comprar aviones de combate Sujoi Su-35 ya que, desde la instauración de la República Islámica de Irán a finales de los 70, los iraníes no han podido actualizar su flota aérea y han dependido de los MiG rusos y los F5 estadounidenses que han tenido en su stock, por lo que la actualización señala el interés de Teherán de fortalecer sus líneas de ataque en caso de ver la necesidad de usarla (DW, 2023).

El aporte de China en ambos casos aleja relativamente la agenda del Golfo de Washington, pero no necesariamente los acerca a Moscú, sino a Beijing. Salvo zonas específicas que son de influencia rusa desde hace rato, como el caso de regiones sirias, tal es el puerto de Tartus o por la cooperación militar específica como la mencionada anteriormente.

Para los intereses de Estados Unidos, el acuerdo entre Arabia Saudita e Irán es un revés desde una perspectiva hegemónica, un breve alejamiento en cuanto a las acciones políticas de Washington. Si bien, China generalmente se mueve por los intereses económicos, esto tendrá repercusiones de carácter político y significa que el gobierno norteamericano debe recordar que su reto para mantener un equilibrio favorable en esta zona es constante y que no puede estar abofeteando a sus aliados, sino buscando acercarlos más.

Por lo anterior, es posible que Riad pida al gobierno estadounidense un compromiso para garantizar su seguridad regional; principalmente en el transporte de petróleo. Esta sería una de las motivaciones fundamentales del gobierno saudita para lograr un compromiso iraní sobre su apoyo a las proxies hutíes en Yemen y cualquier grupo irregular que pueda poner en riesgo el libre tránsito de sus mercancías (Panikoff, 2023).

También, posiblemente, sea puesto en el papel la solicitud de renovación del equipamiento militar del Reino, ya en diciembre anterior se planteaba la posibilidad que Estados Unidos vendiera armas avanzadas al gobierno en Riad, incluyendo acceso a los aviones F35 como una moneda de canje para la normalización con Israel, algo que ya desde septiembre de 2020 experimenta Emiratos Árabes Unidos.

En este punto, las posibilidades de que con la nueva realidad regional se pueda garantizar un acercamiento entre Israel y Arabia Saudita es lejana, en este aspecto los iraníes «respiran» aliviados porque han roto de algún modo el camino que se venía trazando con las posibilidades de que hubiera una verdadera alianza anti iraní en la región o que al menos volvieran a ver hacia un lado cuando se presentara alguna operación aérea por el lado israelí para contrarrestar intenciones de desarrollo nuclear por parte de Teherán.

Claro está que ese aspecto mencionado previamente; el desarrollo nuclear iraní, sigue siendo «Talón de Aquiles» en el proceso de normalización a ambos lados del Golfo y que aunque lo económico puede parecer crucial en estos momentos, el hilo se rompe por el lado más tenso y este podría sin duda ser el factor de ruptura de la propuesta y ante el cual la opción israelí no se descarta del todo, pero sí es fundamental una respuesta adecuada por parte de Estados Unidos para que en la región no pierda más influencia y alianzas determinantes; Medio Oriente y el Golfo Árabe son centrales como pivote asiático, por lo que las alianzas estratégicas deben ser bien gestadas (AGSIW, 2021).

No todo está perdido para Estados Unidos en la región, aunque sí se ha notado un descuido en la política exterior con respecto a Medio Oriente, dejando a competidores actuar con cierta holgura. Incluso los últimos logros con respecto a las extensiones de los Acuerdos de Abraham entre Israel, Marruecos y Sudán han parecido más una resaca del gobierno anterior con Donald Trump, que méritos de la actual administración, pero incluso este acuerdo podría tener enormes riesgos a su continuación por la falta de una política clara por parte de Washington con la región, aunque quizás esto podría quedar para un artículo futuro cuando ya se empiecen a dar los primeros resultados de este nuevo capítulo de relaciones entre las potencias a ambos lados del Golfo.

De igual modo, se puede plantear el rol que ocuparán otras potencias de la zona asiática fronteriza con China como el caso de la India para contrarrestar esta expansión política, económica y eventualmente militar. Los países occidentales tendrán que optar por una estrategia que incluya al gobierno de Delhi con más influencia desde diferentes frentes para sacar en cierta medida a Beijing de las capitales de Asia Occidental y devolver su foco hacia las regiones de Asia Oriental y el Sudeste Asiático, donde también otros actores podrían tener más atención por parte de Occidente para intentar frenar lo que parece un paso de gigante de China en zonas de influencia histórica occidentales.

Lo destacable de todo esto es que con los cambios de la política china, mirando fuera de sus fronteras por medio de un cada vez más marcado «poder inteligente» (smartpower) económico, están logrando abrir brecha ante sus objetivos de hegemonía y lo ha hecho en detrimento de una poco precisa agenda estadounidense en regiones neurálgicas para sus intereses globales y ausente por parte de sus aliados europeos que tienen otros intereses más domésticos que los ponen fuera del escenario central de la competencia por el poder mundial.

Notas

Dorsey, J. (2020). China could signal increased engagement with Iran but doesn’t. Modern Diplomacy.
DW. (2022). Rusia entregó a Irán 140 millones euros y munición occidental. Sky News.
DW. (2023). Irán y Rusia cierran acuerdo por compra de aviones caza.
Fazeli, Y. (2022). Iran, China agree to expand military cooperation: Iranian military chief. Al Arabiya.
Iran International. (2022). Iran's Trade with China Could Top $60 Billion Without US Sanctions.
Panikoff, J. (2023). China’s role is a warning to the US not to abandon the Middle East. Atlantic Council.
Soltani, E. (2023). How China Became Saudi Arabia’s Largest Trading Partner. Visual Capitalist.
The Arab Gulf States Institute in Washington. (2021). The Arab Gulf's Pivot to Asia: From Transactional to Strategic Partnerships.
VOA. (2022). Iran Seeks to Expand Its Military Cooperation with China.