La educación es clave para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa. Más que transmitir conocimientos, educar implica formar ciudadanos críticos y comprometidos. ¿Estamos preparados para los desafíos actuales?
La palabra educar significa, según la Real Academia Española, “dirigir, encaminar, doctrinar” y “desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos”. Mientras que por “educación” se entiende a la “crianza, enseñanza y doctrina que se da a los niños y a los jóvenes”.
La educación es una herramienta fundamental para la transformación y el progreso de la sociedad. Si bien este término ha cambiado con el correr del tiempo, se sobreentiende que, para lograr un mejor desarrollo de los seres humanos, es indispensable para la convivencia en comunidad.
Si bien se comprende que es uno de los derechos humanos fundamentales, el término abarca a la convivencia armónica dentro de una sociedad y el desarrollo del sujeto sin importar sexo, edad o religión. Asegurar una comunidad basada en la justicia, el respeto y las buenas prácticas es fundamental para la buena convivencia.
Erróneamente se cree que los centros de enseñanza deben estar al mando de este derecho. Sin embargo, educar y enseñar en valores comienza en la casa. Se sostiene que la sociedad y el concepto de familia ha cambiado. En una comunidad con familias divididas, o donde conviven “los tuyos, los míos y los nuestros”, el desafío de educar es grande.
La etapa inicial y primaria en la educación infantil, tanto informal como formal, juega un rol determinante para el desarrollo posterior del individuo. En los primeros años de vida se sientan las bases para el aprendizaje constante y se cultivan distintas habilidades, ya sea cognitivas, emocionales y sociales.
La necesidad de una educación inclusiva, que involucre a diferentes actores sociales y se trabaje en red es determinante en pro de una sociedad justa y equilibrada para hacer una educación colectiva. Además, es necesario que la educación se adapte y sea flexible a los tiempos que corren, incluyendo los desafíos y cambios que esto conlleva.
La pedagogía es, según la Real Academia Española, la ciencia que se ocupa de la enseñanza y la educación, enfocada especialmente en la infantil. La pedagogía tiene como objeto de estudio la educación y, también, ha cambiado con el transcurso del tiempo.
Tanto la educación y la pedagogía van de la mano, es decir, no se puede educar sin pedagogía como no hay pedagogía sin educación. Esta última es un proceso dinámico, constante, donde intervienen infinitos factores así como ocurre con la pedagogía.
Educar implica reflexionar sobre la sociedad que queremos crear. Y, no solo eso, también conlleva estar interesados en mejorar. En forjar ciudadanos de bien. Antiguamente se decía: “se educa con el ejemplo”. Ya es hora que nos preguntemos qué ejemplo de personas estamos dando, empezando por el respeto hacia uno y hacia nuestro prójimo y qué principios queremos impartir. Cada quien debe ser, o es, espejo del otro.
En base a esto, observamos en la prensa las agresiones que ocurren en centros educativos con más frecuencia por parte de docentes. También vislumbramos la carente puesta de límites en los niños y jóvenes, así como el exceso de pantallas.
En Uruguay existen los CAIF: Centros de Atención a la Infancia y la Familia. Es una política pública que busca proteger y promover los derechos de los niños y niñas desde su concepción hasta los 3 años. El plan CAIF es una alianza entre el Estado, las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC) y las Intendencias Municipales.
Se prosigue con la educación en primera infancia en los jardines, tanto públicos como privados, siendo obligatoria. Luego continúa la educación de primero a noveno, tras la modificación del plan curricular por el Plan de Educación Básica Integrada (EBI). Después de terminar el liceo, o UTU, el alumno elige estudiar alguna carrera universitaria. Lo que ocurre actualmente, en Uruguay, es que algunas facultades -como la de Psicología- están abarrotadas de alumnos.
Una vez terminada la carrera o la vocación que se decida tomar, se deberá pagar el Fondo de Solidaridad. El objetivo es brindar becas económicas a estudiantes de bajos recursos para que puedan acceder y continuar sus estudios terciarios en instituciones públicas. Se abonan, actualmente, $13.152 (aproximadamente U$D30).
Las aulas, de primera infancia en Uruguay, están sobrepobladas llegando a alcanzar, en algunos casos, más de 30 alumnos. En este sentido, las maestras enseñan cargadas de estrés y de alta demanda sin los materiales suficientes para educar. Además, los salarios –de aproximadamente $47.000, no son equitativos con la tarea a realizar. Cabe destacar que la canasta básica en Uruguay es de U$D45, siendo el segundo país de la región con los alimentos más caros sin contar impuestos ni mantenimientos del hogar.
Una docente trabaja más de 5 horas diarias, llevándose tareas para la casa, teniendo que hacer reuniones fuera de horario y planificando extra laboralmente inclusive los fines de semana e invirtiendo su dinero para enseñar. Muchos dirán: “Ah, sí, pero tienen dos meses de vacaciones”. No es justificativo para la alta demanda de tarea mal paga que un docente tiene.
José Pedro Varela, en el año 1874, estableció que la educación debe ser laica, gratuita y obligatoria, estableciendo estos tres principios como inmodificables. El símbolo de la docencia es una abeja en un panal significando la ardua labor que realiza ella al polinizar. Entonces, si se reafirma que la educación es un proceso de socialización, que ocurre a lo largo de toda la vida, que prepara y enriquece a las personas en la vida y que es potenciar la curiosidad y creatividad. La pregunta que se debe plantear es ¿qué sociedad estamos forjando?