El conflicto entre Ucrania y Rusia comenzó en 2014 con la anexión rusa de Crimea y la posterior guerra en el Donbás, una región en el este de Ucrania, donde los separatistas prorrusos, apoyados por Moscú, lucharon contra el gobierno ucraniano. Sin embargo, el conflicto escaló significativamente en febrero de 2022, cuando Rusia lanzó una invasión a gran escala de Ucrania, lo que desencadenó una guerra abierta que ha tenido repercusiones globales.

Introducción

A tres años de la invasión rusa en Ucrania, la situación táctica se mantiene extremadamente dinámica, con avances y retrocesos de ambos bandos. El conflicto parece estar en una fase de estancamiento en muchas áreas clave. En el frente oriental y del sur, Rusia ha logrado consolidar su control en regiones como Donbás y el sur de Ucrania, incluyendo Mariúpol y parte de Zaporizhzhia. Sin embargo, las fuerzas ucranianas han continuado con contraofensivas, especialmente cerca de Bakhmut y en las zonas de Donetsk. Las líneas del frente permanecen marcadas por una guerra de desgaste, en la que ambas partes utilizan artillería pesada, misiles de largo alcance y drones de forma intensiva.

Por su parte, Ucrania, apoyada por armamento moderno de Occidente (misiles de largo alcance, tanques Leopard 2, y sistemas de defensa aérea avanzados), ha logrado algunos avances significativos en el noreste de Járkov y la región de Jersón. A pesar de estos avances, las ofensivas no han sido suficientes para desbaratar completamente la infraestructura de ocupación rusa. Rusia, a su vez, ha reforzado sus líneas defensivas en el Donbás y en las zonas del sur, utilizando el control de áreas estratégicas como Crimea para asegurar sus suministros. La resistencia rusa ha sido formidable, aunque enfrenta una creciente presión debido al apoyo militar externo recibido por Ucrania.

En términos de pérdidas, las bajas humanas han sido significativas en ambos bandos, con más de 200,000 muertos, incluidas tanto fuerzas militares como civiles, quienes han sido víctimas de bombardeos, ataques aéreos y enfrentamientos directos. La mayoría de las bajas han sido rusas, aunque las pérdidas ucranianas también han sido altas, especialmente entre sus fuerzas armadas. La guerra ha desplazado a más de 12 millones de personas, y alrededor de 7 millones han huido de Ucrania, principalmente hacia Polonia, Alemania y otros países europeos. Esto ha puesto una enorme presión sobre los recursos de los países receptores.

Pérdidas, costes y sanciones

El costo material del conflicto también ha sido astronómico, con miles de millones de dólares destinados a armamento y la reparación de infraestructuras destruidas, además de la devastación de la infraestructura civil y militar de Ucrania. La interrupción de las exportaciones de grano y fertilizantes ucranianos ha generado una crisis alimentaria mundial, especialmente en África y Asia, y los precios de la energía han aumentado debido a las sanciones impuestas a Rusia, afectando tanto a Europa como a los Estados Unidos.

En cuanto a las sanciones, aunque Rusia ha logrado encontrar rutas alternativas para vender su energía, las restricciones han debilitado su economía de forma significativa. Las sanciones también han tenido efectos negativos a nivel global, especialmente sobre los mercados de energía y alimentos. Tanto Ucrania como Rusia han tenido que financiar grandes sumas en el esfuerzo bélico, con Ucrania recibiendo apoyo financiero y militar de Occidente.

La invasión provocó un fuerte rechazo internacional, y muchos países, liderados por Estados Unidos y la Unión Europea, impusieron severas sanciones económicas a Rusia, mientras que Ucrania recibió un apoyo militar, económico y humanitario sin precedentes. Durante los primeros meses, los combates se centraron en el sur y el este de Ucrania, mientras que las ciudades más grandes del país, incluyendo la capital Kiev, fueron amenazadas con ser tomadas por las fuerzas rusas.

El conflicto ha tenido una profunda repercusión en la política global. A medida que las tensiones aumentaron, las Naciones Unidas han buscado activamente mediaciones y acuerdos de paz, pero los avances han sido limitados debido a la intransigencia de ambas partes.

A pesar de los esfuerzos por buscar una solución diplomática, las negociaciones previas han sido infructuosas, principalmente debido a las demandas no negociables de Moscú, que incluyen la desmilitarización de Ucrania, el reconocimiento de la independencia de las regiones separatistas de Donetsk y Lugansk, y la aceptación de Crimea como parte de Rusia. Por su parte, Ucrania y sus aliados han insistido en la restauración de su soberanía territorial y la retirada total de las fuerzas rusas.

Las negociaciones en Riad y el rol del Golfo

En marzo de 2025, se celebró en Riad, Arabia Saudí, una de las más recientes rondas de negociaciones de paz entre representantes de Rusia y Ucrania, facilitadas por los gobiernos de Arabia Saudí y otras naciones de Oriente Medio. Este encuentro es parte de los esfuerzos internacionales para detener un conflicto que ha cobrado miles de vidas, desplazado a millones y afectado gravemente la economía mundial, especialmente en términos de suministros de energía y alimentos.
La elección de Riad como sede de estas negociaciones tiene varias razones estratégicas. En primer lugar, Arabia Saudí se ha consolidado en los últimos años como un actor diplomático neutral y de mediación, especialmente en conflictos internacionales. En segundo lugar, el Reino tiene estrechos vínculos tanto con Occidente como con Rusia, lo que le otorga un papel equilibrado para facilitar el diálogo. Además, Arabia Saudí, al no ser un miembro de la OTAN ni tener un involucramiento directo en la guerra, puede ofrecer un espacio seguro para las negociaciones sin estar sujeto a presiones políticas significativas por parte de las partes involucradas.

Los países del Golfo, en particular Arabia Saudita, habían adoptado inicialmente una postura neutral respecto a la guerra en Ucrania. Este enfoque era estratégico, pues el Golfo deseaba mantener relaciones tanto con Rusia como con Occidente, ya que ambas son partes fundamentales en sus intereses de seguridad y economía. Arabia Saudita, como líder en la OPEP y principal productor de petróleo, ha buscado preservar sus acuerdos con Rusia dentro de la alianza OPEC+, mientras que al mismo tiempo mantiene una relación estrecha con Estados Unidos, su principal aliado occidental.

La neutralidad de Arabia Saudita se vio influenciada por la percepción de que el conflicto no era directamente relevante para la seguridad regional del Golfo, y que no debía ser tomado partido de forma tajante. Sin embargo, la evolución de la situación, el creciente impacto económico de la guerra, la interrupción de las cadenas de suministro globales y la escalada de las tensiones geopolíticas en Europa y el Medio Oriente, llevaron a los líderes saudíes y de otras monarquías del Golfo a adoptar una postura más activa en la búsqueda de soluciones.

La antesala de las negociaciones se construyó a partir de varios desarrollos diplomáticos. Primero, a medida que el conflicto se prolongaba y las sanciones a Rusia se intensificaban, la presión sobre los países neutrales para que tomaran una postura más clara aumentó. Arabia Saudita, consciente de la creciente importancia de la diplomacia multilateral para asegurar su estabilidad económica y política, comenzó a ver una oportunidad para jugar un papel de mediador. La cumbre de Jeddah1, organizada por Arabia Saudita, fue un intento por posicionarse como un centro diplomático capaz de reunir a actores clave de la comunidad internacional para discutir soluciones pacíficas.

Además, Arabia Saudita ha visto en este conflicto una oportunidad para afianzar su rol como líder regional en términos de diplomacia, lo que también le permitiría reforzar sus relaciones con potencias globales y regionales. En este contexto, las monarquías del Golfo, como Emiratos Árabes Unidos y Qatar, compartían un interés en mantener relaciones constructivas tanto con Occidente como con Rusia, y en evitar la radicalización del conflicto, que podría tener consecuencias negativas para la seguridad energética y económica de la región.

Por su parte, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, también mostró interés en las negociaciones en Riad. Consciente de que no podía depender únicamente del apoyo militar de Occidente, buscaba abrir canales diplomáticos alternativos, incluso con aquellos actores que no se habían alineado completamente con Ucrania ni con Rusia. Las negociaciones en Riad le dieron a Ucrania la oportunidad de ganar apoyo en el ámbito árabe y de buscar una solución pacífica en un espacio relativamente neutral.

Los intereses de Arabia Saudita y otras monarquías del Golfo en estas negociaciones son diversos. En primer lugar, la estabilidad económica y energética es crucial para los países del Golfo, que dependen de la venta de petróleo y gas natural. La guerra en Ucrania ha alterado los precios de la energía a nivel global, lo que afecta directamente a las economías de la región. En este sentido, las monarquías del Golfo han jugado un papel clave en la estabilización de los mercados energéticos a través de sus alianzas con Rusia, mientras mantienen sus vínculos con Occidente. Además, la neutralidad en la guerra les permite evitar antagonizar a ninguna de las grandes potencias implicadas.

Por otro lado, Arabia Saudita, bajo la conducción del príncipe heredero Mohamed bin Salman, ha buscado diversificar su política exterior y reducir la dependencia de Estados Unidos. Esto ha incluido acercamientos con China y Rusia, y su participación en las negociaciones sobre Ucrania refuerza esta estrategia de consolidación de relaciones internacionales fuera del ámbito occidental. La región del Golfo también ha estado muy interesada en promover una agenda de paz en Medio Oriente, lo que encaja con su papel de mediador en otras crisis regionales, como la guerra en Yemen o las tensiones con Irán.

Posturas cambiantes en el escenario internacional

El papel de los actores internacionales se ha modificado a lo largo del conflicto. En las primeras etapas de la invasión, las potencias occidentales, encabezadas por Estados Unidos, apoyaron fuertemente a Ucrania, con sanciones económicas a Rusia y el envío de armamento y asistencia militar. Por ejemplo, el presidente estadounidense Joe Biden ha reiterado su compromiso con la independencia de Ucrania, y países como el Reino Unido, Francia y Polonia también han mostrado un fuerte apoyo en términos de recursos financieros y armamentísticos. El endurecimiento de las sanciones a Rusia ha sido una medida clave de la comunidad internacional para aislar al Kremlin y presionar por una solución diplomática.

Sin embargo, no todos los países comparten la misma postura. La postura de China, por ejemplo, ha sido de neutralidad, aunque en varias ocasiones ha mostrado un cierto apoyo a Rusia, en particular en lo que respecta a sus críticas hacia las sanciones impuestas por Occidente. En las últimas semanas, China ha propuesto un plan de paz, pidiendo el cese de hostilidades y la negociación de una resolución que respete la soberanía de los países, pero su implicación directa en el conflicto sigue siendo limitada.

Arabia Saudí, junto con otras naciones del Golfo, ha buscado mantener una postura diplomática equilibrada, estableciendo relaciones con ambos bandos. Si bien el Reino ha mantenido lazos con Rusia, especialmente en lo que respecta a acuerdos de petróleo y gas, también ha demostrado estar dispuesto a mediar en los conflictos de la región, como lo hizo en las negociaciones sobre el acuerdo nuclear con Irán.

Durante las negociaciones en Riad, el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, enfatizó que la paz solo sería posible si Rusia retiraba todas sus tropas de Ucrania, reinstaurando el control ucraniano sobre sus fronteras. En una declaración reciente, dijo: "Estamos luchando no solo por Ucrania, sino por la estabilidad de Europa y la seguridad mundial. No podemos permitir que el imperio de Rusia continúe su expansión".

Por su parte, el presidente ruso, Vladimir Putin, ha mantenido su postura de que la guerra es una respuesta a la expansión de la OTAN y la "amenaza existencial" que representaría una Ucrania alineada con Occidente. En una intervención televisada reciente, Putin manifestó:

Rusia no puede aceptar un régimen que se alinea con los intereses de potencias extranjeras hostiles a nuestra soberanía. La seguridad nacional de Rusia está en juego.

En cuanto a la política interna de Estados Unidos, el rechazo de Donald Trump a seguir brindando apoyo incondicional a Ucrania ha generado controversia. Trump ha argumentado que el enfoque de EE. UU. en el conflicto no debería ser tan fuerte, sugiriendo que Ucrania debe negociar directamente con Rusia. Esta postura ha puesto en evidencia las diferencias dentro del Partido Republicano y ha complicado la política exterior estadounidense.

Aunque la administración Biden ha mantenido su compromiso con Ucrania, el discurso de Trump refleja una creciente desilusión de algunos sectores de la política estadounidense hacia un conflicto en el que consideran que los intereses de EE.UU. no están directamente involucrados. Este rechazo podría tener implicaciones en las elecciones presidenciales de 2024, ya que el apoyo a Ucrania sigue siendo un tema divisivo dentro del electorado estadounidense.

Conclusión: desafíos y perspectivas

Las negociaciones en Riad representan una de las últimas oportunidades para alcanzar un alto el fuego duradero en el conflicto entre Ucrania y Rusia. A pesar de los avances limitados y las difíciles condiciones sobre el terreno, la presión internacional y los esfuerzos de mediación continúan. La elección de Arabia Saudí como mediador demuestra el interés de encontrar una solución diplomática en un conflicto que ha redefinido las relaciones internacionales del siglo XXI, en particular en lo que respecta a la política de poder, los acuerdos de seguridad global y las alianzas económicas internacionales.

El estado de las cosas a dos años de la guerra muestra una guerra estancada en muchos frentes, pero también un cambio en las dinámicas geopolíticas, con un mundo más polarizado y diversas potencias tratando de mantener sus propios intereses en un contexto de multipolaridad creciente. 24 de marzo 2025.

Nota

1 La cumbre de Jeddah.