La primera vez que escuché esa frase me gustó tanto que sentí su resonancia en mi corazón. Estar siendo y ser estando son palabras que salieron fluidas en una conversación con gentes de los Andes, en la montaña, mientras caminábamos conociendo el territorio, se habló de lo fácil que era mostrar lo que somos mientras estamos conscientes del lugar que habitamos.

Estar siendo es tener la consciencia de donde estamos, empezando por el espacio que ocupamos en referencia al entorno que habitamos; mientras que ser estando es la consciencia de lo que somos en el ahora. En cualquiera de los casos, son palabras cuyas combinaciones casi poéticas que nos llevan a la presencia desde la sabiduría del ser humano apegado a la tierra que clama por vivir en la consciencia del ahora.

Con el tiempo, el caminar, con la observación y el aprendizaje de la presencia, de la gestión del espacio tiempo de los abuelos y las abuelas, y en general de los originarios de la tierra, comprendí el significado de este juego de palabras que expresa la práctica permanente de la vivencia del aquí y ahora, desde una perspectiva consciente respecto a la vida de vivimos o a cómo vivimos la vida.

Estar siendo es tener la consciencia en cada acción, pensamiento, palabra o movimiento que realizamos. Parece una tontería, pero en este mundo productivo, agitado y acelerado hemos perdido la presencia del instante que nos lleva al ser estando o al estar siendo. ¿Cuántas veces vamos caminando, viviendo y haciendo las cosas con el «piloto automático» puesto? Como cuando vamos a algún lugar y al llegar nos preguntamos: ¿a qué vine? O hacemos algo, nos sentamos y nos damos cuenta de que hemos hecho otra cosa distinta de la que íbamos a hacer. ¿Por qué?

Pues porque no estamos siendo conscientes de lo que estamos haciendo en cada momento de la vida. El Estar Siendo y el ser Estando es un llamado a la presencia en todos los instantes de la vivencia humana, si estoy caminando, si me estoy duchando. Por ejemplo, cuando nos miramos al espejo, ¿cuántas veces nos vemos? Quizás ponemos la atención en el peinado o algo que nos gustaría arreglar... pero, realmente nos saludamos o vemos ese reflejo que muestra lo que somos, o por lo menos lo que estamos siendo más allá del aspecto físico. Dicen que los ojos son el reflejo del alma, entonces ¿nos reconocemos al mirarnos para encontrarnos con la esencia que nos habita? Esas chispas de vida que brillan en la mirada, delatándonos en la presencia del Ser que Está Siendo presente.

Esta es una reflexión filosófica o metafísica que tiene varias escuelas y enfoques que nos llevan a la Presencia. Esa es una gran observación de distintas líneas de las técnicas de respiraciones o meditación que nos lleva a la Presencia del Ser y el Estar, aquí y ahora, conscientes de lo que estamos siendo y en lo que estamos. Eso que parece un trabalenguas es un llamado al vacío de la mente, que nos ocupa y preocupa, alejándonos de sentirnos en presencia de lo que somos.

También tiene que ver con la neurociencia y la desprogramación de la mente, con todas las técnicas que nos llevan a vivir en la Presencia consciente de quienes somos desde lo profundo del ser. Esto es emocionante en tanto estamos descubriendo (o recordando), nuestra capacidad de calificar la información de nuestras células, átomos, neuronas e incluso partículas, para reprogramarnos y llevarlas a la resonancia del Ser estando consciente de la esencia que somos. Para ello, antes hemos de descubrir los programas inconscientes, para luego desprogramarlos. De hecho identificarlos es un paso para la desprogramación y, aunque parece un tema de ordenadores o computadores, no es más que un lenguaje cuántico que nos muestra la capacidad que tenemos de formatearnos, casi como se limpian los discos duros para sacar archivos, pensamientos, conceptos antiguos y también los obsoletos, para abrir el espacio para traer nueva información o para recordar las memorias guardadas que están listas para salir a recordarnos como Ser y Estar o quienes somos para Estar Siendo y Ser estando en eso que hemos venido a Ser y a Hacer.

Lo sé, lo sé, parece un trabalenguas o un juego de palabras enrevesado, pero es solo un reflejo del laberinto en el que nos hemos metido sin darnos cuenta, cuando hemos olvidado nuestra presencia o consciencia del Ser que Somos.

Ser estando y estar siendo es un llamado a la coherencia que, aunque parezca muy complicado tampoco lo es tanto, porque la observación y la presencia es la que nos da la posibilidad de ver la coherencia entre lo que decimos, pensamos, hacemos y sentimos. Esto es todo un reto en un mundo en el que las máscaras se han apoderado de la identidad del ser humano.

También es un reto desprogramarnos cuando nos hemos acostumbrado a encajar en los moldes, patrones, estereotipos, etiquetas de la sociedad y del entorno según lo que se considera adecuado en cada ámbito de la vida, llámese familia, trabajo, sociedad, etc... Sin embargo, la ventaja de este espacio tiempo de cambio es que están cayendo las etiquetas y eso nos permite, nos pide e incluso nos reclama, que saquemos el latir de nuestro corazón. Que seamos felices, porque lo más fácil para estar haciendo y ser estando es hacer lo que nos gusta, lo que nos «late», nos saca una sonrisa permanente que nos libera de la cárcel de la actividad cotidiana regida por la necesidad de sobrevivir y por el olvido del sentido de la vida expresado en cada paso, en cada latido e incluso en cada respiración.

Se trata de encontrar eso que te hace sentir bien, que te levantas y dices: ¡qué bien! Hoy es el momento de hacer eso que me vibra, porque ahí es donde estas siendo y estando desde quien realmente eres. Y no desde el peso, la carga, el agobio porque tengo que hacer porque me toca, cuando podemos Ser en la libertad de la coherencia del estar siendo. Es un cambio de paradigma personal, o de muchos paradigmas que nos permitirá llegar a la coherencia del estar siendo y del ser estando. porque nos permite ganar confianza con y en nosotros mismos, al reconocernos, escucharnos, sentirnos, expresarnos para estar en la presencia de ser la humanidad que hemos venido a Ser.

Parecieran reclamos de la nueva era, pero no son más que los saberes ancestrales de los pueblos que viven fuera del reloj productivo que se lleva el presente entre el dolor por el pasado que se fue y la incertidumbre del futuro que no llega.

Estar es una evocación a la presencia y siendo es el movimiento del ser en el instante del eterno presente. Profundas reflexiones surgen del Estar Siendo, sin embargo, es mucho más simple de lo que creemos y pensamos. Para empezar, es una invitación a dejar de creer en quienes somos, soltando los personajes que creemos ser, para sencillamente estar en cada momento desde la consciencia de lo que estamos haciendo y siendo, porque una cosa va de la mano de la otra. Si estamos caminando somos caminantes que en el presente observamos lo que vemos con los ojos de cada paso; o si cultivamos una planta y olemos una flor, nos permitimos conectar con los sentidos, estando presentes y siendo quienes olemos, vemos y caminamos.

Ser estando es lo mismo, dicho de otra manera. Es una invitación, evocación y práctica para conectar con la esencia de lo que somos permanentemente, desde el latido del corazón hasta la respiración y el pensamiento con los que habitamos el cuerpo y la vida misma.