Jair Bolsonaro ha seguido paso a paso la jugada de Donald Trump ante la derrota electoral; inventarse un fraude, alentar a los fanáticos, todos ellos de un enorme y preocupantemente bajo nivel cultural e intelectual, y organizar, en mayor o menor medida, un asalto a la sede democrática de su respectivo país. De hecho, el brasileño es tan poco original que lo ha hecho en las mismas fechas que Trump.

Es preocupante esa tendencia de la extrema derecha a no aceptar las derrotas democráticas, especialmente si ya está en el gobierno (como Trump y Bolsonaro). Al margen de la gravedad del asunto a nivel legal, es posible que ambos los recordemos como eventos «frikis», especialmente al tipejo de los cuernos en el Capitolio estadounidense, pero para que sea así conviene concienciarse de la potencial gravedad del asunto; y es que si estas actividades escalan podría haber serios conflictos con autoridades u otros grupos fanáticos.

Sin duda, también, estos hechos nos trasladan a épocas pretéritas en que los fascismos campaban a sus anchas y recurrían a este tipo de actos para hacerse un nombre e incluso llegar al gobierno y tumbar democracias.

La respuesta de Lula Da Silva, que justo ha estrenado segundo mandato, será crucial para el devenir de los acontecimientos y para reducir la potencial gravedad de estos movimientos. Lula, que se encuentra atrapado entre la dura realidad y los deseos y necesidades de cambios urgentes y profundos, debe mostrarse duro para que se diluyan los conatos de resistencia de los fanáticos de Bolsonaro.

De Jair Bolsonaro hay que destacar que recibió el apoyo de muchos futbolistas y exfutbolistas brasileños famosos, y eso le labró más popularidad, como Rivaldo, Ronaldinho, Ronaldo, Neymar y Romario. Todos ellos jugadores que vienen de la pobreza y que ahora no quieren perder su riqueza, todos ellos extremadamente incultos y de dudoso nivel intelectual. Alguno dará la cara, seguro, pero habría que pedirles a todos ellos, sin excepción, que den un paso al frente y opinen sobre esos hechos. Si usaron sus perfiles públicos, de nada que ver con la política, para pedir el voto para Bolsonaro en las dos últimas elecciones, ahora deberían asumir responsabilidades y dar la cara. Aquello del gran poder (en su caso de convocatoria) y la gran responsabilidad.

Habrá que ver qué sucede, pero es imperativo no dar ningún crédito ni mostrar dudas en las represalias. También es necesario averiguar quién ha financiado esos actos y quién los ha organizado, puesto que no son pocas las suspicacias, dado que casualmente han pillado a Bolsonaro en Estados Unidos, ya que se fue a Florida dos días antes de la toma del poder de Lula Da Silva, el pasado primero de enero. También en Estados Unidos está Anderson Torres, exministro de Defensa de Bolsonaro y responsable, por su cargo, el pasado ocho de enero en el distrito de Brasilia de las medidas preventivas, totalmente ineficientes. Torres fue fulminado del cargo el mismo día, comprensiblemente, tras sólo una semana en su nuevo puesto.

Nota

Hacendado es el nombre de la marca blanca de una importante cadena de supermercados española.