Parece que la filosofía estoica se haya puesto de moda. Es como si muchos hubiesen descubierto ahora esta sabiduría que, junto a otras corrientes de pensamiento, tiene ya más de 2,000 años de existencia.

La filosofía estoica nunca ha pasado de moda. Sus textos, sus reflexiones, sus máximas, nos son más de utilidad que nunca.

Descubrí a los estoicos leyendo filosofía antigua, fue hace tantos años que ni lo recuerdo. No sabría decir si fue Marco Aurelio y sus «Meditaciones» o alguna de las maravillosas obras de Séneca. Pero no solo me detenía en los estoicos. Aristóteles, Platón, Epicuro… más tarde Montaigne, Nietzsche. De todos ellos he ido extrayendo un saber que ha generado y marcado mi aprendizaje como persona, indudablemente como coach, pero, sobre todo, en esa búsqueda incesante de paz interior. Todo ello a la par de otros textos sobre budismo que, también, englobo en esa sabiduría o filosofía de vida.

El estoicismo es una corriente postsocrática de pensamiento. Los estoicos no defendían una resignación ante lo que nos venga, o una aceptación del destino, o entrenar nuestras emociones como para aguantar todo lo que se nos eche encima. No. El estoicismo pretende entender el mundo, el funcionamiento del mundo para así poder adaptarnos mejor a él. Pensar nuestra circunstancia para poder desenvolvernos mejor.

Autoconocimiento. No depender de aquello que nos puede esclavizar. Saber para desenvolvernos mejor en la naturaleza, en el entorno.

Zenón de Citio fundó la escuela filosófica del estoicismo a principios del siglo III a. C. El nombre de estoicismo deriva del Stoa Poikile, una columna decorada con escenas de batallas que se encontraba en el lado norte del Ágora de Atenas, donde Zenón se reunía con sus seguidores para discutir sus ideas.

Tras Zenón, perdura el estoicismo gracias a filósofos que perfeccionaron e introdujeron esta filosofía entre las escuelas filosóficas más admiradas por los romanos. Entre estos filósofos estaban Cleantes, Crisipo, Diógenes de Babilonia, Antipatro de Tarso, Panecio, Posidonio, Cicerón y Catón el Joven.

Cuando Catón el Joven (95-46 a. C.) muere, surge, por decirlo de alguna manera, un estoicismo nuevo o estoicismo romano que digamos sería la última etapa del estoicismo.

Aparecen entonces, en esta época, los famosos estoicos, los más conocidos: Séneca (4 aC-65 a. C.), Epicteto (50-130 d. C.) nacido esclavo, y el emperador Marco Aurelio (121-180 d. C.). El estoicismo romano destaca por una vertiente eminentemente más práctica.

El estoicismo es una forma de enfrentar la vida, las adversidades

Todos tenemos las mismas preocupaciones, incluso casi los mismos problemas. El estoicismo no deja de ser una caja de herramientas. Cada uno de nosotros utilizamos la herramienta que más útil nos es.

El estoicismo, al igual que el budismo, es una filosofía práctica, una filosofía de vida. Una guía para vivir bien. Ser mejores personas. Defiende la resiliencia, el ser capaces de hacer frente a esas situaciones, en ocasiones complicadas, que nos vienen en la vida; el comprenderlas y aceptarlas para así tomar las mejores decisiones y actuar.

Gestionar las emociones. Autocontrol. Cultivar la virtud.

El estoicismo persigue el desarrollo personal a través de 4 virtudes:

Sabiduría: esa capacidad para enfrentarse a situaciones complejas, elegir bien, de forma práctica y resolutiva. Ver las cosas tal como son. Discernir cuándo y cómo actuar.

Templanza: autocontrol y moderación, no dejarnos llevar por los impulsos. Trabajar la resiliencia para saber enfrentarnos a las adversidades de la vida. Equilibrio de la mente. Evitar todo aquello que nos afecta negativamente, lo que nos daña y debilita.

Justicia: tratar a los demás de manera imparcial. Ser ético, humilde. No dejarse llevar por prejuicios. Honestidad y honradez.

Coraje: valentía, coraje para encarar los desafíos diarios con claridad e integridad. Coraje ante el dolor, el peligro, el miedo o las dificultades.

La autorrealización es uno de los principales fines del estoicismo. Y dicho esto, voy a dejar por aquí 50 buenas prácticas estoicas, acciones para llevar el estoicismo a nuestra vida desde hoy…

  • Acepta las cosas tal como son y tratar de convertirlas en positivas.
  • Domina los impulsos. No te dejes llevar por ellos.
  • Vive el presente.
  • Entrena la virtud y la razón y podrás lidiar contra las emociones negativas.
  • Trabaja el autocontrol y la autoconciencia para lograr una vida plena.
  • Acepta todo aquello que no puedes cambiar. Enfermedades, comportamientos ajenos, imprevistos, clima. Focalízate en lo que depende de ti: juicios y decisiones.
  • Céntrate en lo que estás haciendo ahora. Disfruta de lo que haces. No te distraigas.
  • Antes de hablar, piensa. No te dejes llevar por los impulsos.
  • No critiques. Nadie pensamos igual. Si alguien tiene una opinión distinta a ti o actitud que no te gusta, simplemente ignóralo.
  • No dejes de aprender. Lee libros, estudia, conoce.
  • Relativizar. No te estreses por tonterías. No te alteres. La tranquilidad es importante para una vida en paz.
  • Rodéate de gente buena que te aporte y te haga crecer. Que te generen energía y te aporten tranquilidad. Circulus virtuoso.
  • Ser amable. No busques nada a cambio de lo que haces por ayudar. No busques elogios.
  • Piensa en la muerte. Acepta que tarde o temprano llegará. Memento mori. Medita sobre todo lo que haces. La vida es finita.
  • Lleva un diario. Reflexiona, anota tus pensamientos, cómo te sientes. Tus decisiones. Lo que has hecho bien en el día, lo que debes corregir. Esa cita que te motiva.
  • Nada es bueno ni malo. Lo importante no es lo que nos pasa, sino cómo lo interpretamos y afrontamos.
  • Valora lo que tienes. No desees más de lo que necesitas para una vida en orden y equilibrio.
  • Reconoce tus errores. Equivocarse es sano, lo importante es rectificar y aprender para no cometer otra vez el error. Fateri errata.
  • Todos somos iguales. Tenemos los mismos problemas, aunque los veamos desde diferentes puntos de vista. Sé empático. Estricto contigo y tolerante con los demás. Synpathéia. Todos tenemos preocupaciones, sufrimos.
  • No sufras por lo que no ha ocurrido. Pasará lo que tenga que pasar. Si no ha ocurrido no adelantes acontecimientos y mucho menos dolor y sufrimiento por algo que a lo mejor no llega.
  • Sal al campo. Abraza la naturaleza. Es gratis. Respira aire puro. Contacta contigo en un entorno natural.
  • Trabaja. Sé disciplinado y efectivo en todo lo que hagas.
  • Tampoco necesitas tanto. Solemos acumular más de lo que necesitamos. Elimina lo que no sea necesario: tiempo, palabras, caprichos.
  • No desaproveches las experiencias que te vengan. Abraza tu destino. Las cosas pueden salir bien o mal. Aprende.
  • La clave de todo está en la capacidad que tienes para pensar el mundo. Sientes lo que piensas.
  • Permanece tranquilo bajo la presión y evita los extremos emocionales.
  • Intenta vivir cada momento y valorar lo que tienes. Solo vivimos una vez.
  • Prepárate para la desgracia. Infortunii vinentem. Aprovecha los momentos de fortuna, fortalécete para cuando la suerte no te sonría. Fortuna y desgracia convive siempre en nuestras vidas. No malgastes, no despilfarres, se prudente y austero.
  • Conócete a ti mismo. Identifica tus emociones. Acéptalas. Acéptate. Gestiónalas de la mejor manera posible. Apathéia.
  • No es lo que te sucede, bueno o malo, sino cómo lo interpretamos. No es fácil dar un enfoque positivo a lo negativo. No podemos cambiar lo que ha pasado, pero sí la actitud que adoptamos. Neutrom moralis.
  • No te lamentes si las cosas no salen como esperas. No todo depende de ti. Da lo mejor de ti mismo y focalízate en lo que sí dependa de ti, de tu esfuerzo y actitud. No te rindas. Afronta los imprevistos. Proháresis.
  • Mira la vida con perspectiva. A vista de pájaro, panorámico, coge distancia, enfoca desde otro punto de vista. Comprehendo adventu.
  • Clarifica tu objetivo y disfruta del proceso. Aparecerán piedras y obstáculos en el camino, pero el destino final será el correcto, sea cual sea. Amor fati. Agradece lo que ocurre.
  • Ponte en lo peor. Es una forma de prepararte ante las posibles adversidades. No es ser negativo, es imaginar lo que puede salir mal y anticipar soluciones. Si ocurre estarás preparado.
  • La única constante en la vida es el cambio. Mentalízate.
  • Exponte de vez en cuando a incomodidades: el frío, el hambre, el ejercicio. Esto te fortalecerá y valorarás mucho más lo que tienes.
  • Levántate temprano. Madruga. Duerme lo justo.
  • No pospongas nada, ni siquiera esas pequeñas cosas que son importantes tan solo para ti. Tu tiempo es ahora.
  • Que para ti sea una norma decir siempre la verdad.
  • Búscate referentes a los que querer parecerte. Imagina cómo lo haría esa persona que admiras ante una dificultad o decisión importante que has de tomar.
  • Se siempre puntual. Que no te esperen, espera.
  • Sé agradecido. Siempre. Con todos. Esta actitud te ayudará a ser más humilde.
  • No te fijes en las faltas de los demás. Enfócate en corregir tu propia vanidad y autoengaño. Autocontrol.
  • Se modesto en tu manera de hablar, de vestir y en tu estilo de vida. Ni presumas ni llames la atención. No alardees de tus logros. Autodominio.
  • Escucha. No hables tanto. «Mejor tropezar con los pies que con la lengua» (Zenón de Citio).
  • Que cada una de tus acciones englobe tur virtudes.
  • Aquello que no utilices no lo guardes. Dónalo o tíralo.
  • Vive con menos. Simplifica tu vida.
  • No te compares con el resto. Aprende.
  • Sé prudente. Rápido en pensar y lento en reaccionar.