No hace mucho me encontré ante el deseo de un cambio importante en mi vida, estaba segura de que era necesario, no tenía ninguna duda, sin embargo, podía identificar como el miedo acompañaba también ese momento. Aun así, empecé el proceso de cambio, di los primeros pasos y el miedo se acentuó.

Una de esas noches soñé con la materialización del miedo. Era consciente de que estaba asustada y de cómo me estaba empezando a paralizar, a hacerme dudar, a sabotear mi plan. En el sueño me vi intentando apartar el miedo de mi cuerpo, me vi envuelta de un velo transparente. Podía cogerlo con mis manos, como si fuera una capa que se adhería a mi piel, lo estiraba con la intención de separarlo y arrancármelo, era elástico, podía verlo claramente, el problema era que al soltarlo volvía a su posición inicial, volvía a estar totalmente pegado a mí. No encontré manera alguna de despegarlo del todo, solo me quedaba aceptar que iba a seguir ahí.

El miedo surge cuando nos encontramos ante algo incierto, sucumbimos en silencio, nos cambia sin darnos cuenta, su presencia se encarga de hacernos sentir su peso en la balanza. Hace que nos planteemos si lo que estamos moviendo será beneficioso o por el contrario será mejor no dar ni un paso.

El miedo no es nada extraño, es más, diría que hay un sitio concreto donde se aloja, cerca de cualquier propósito nuevo. Su misión es aumentar ese reto, proporcionarnos la contrapartida adecuada para que apliquemos la fuerza necesaria para conseguir nuestro objetivo. Puesto en una balanza estará en contraposición al deseo que tenemos.

No hay reto si no hay esfuerzo y si le añadimos un poco de miedo tendremos que valorar si realmente anhelamos lo que nos hemos propuesto. Estaremos aumentando así nuestra propia voz interior. Una intención aumentada nos llevará a descubrir la causa de lo que queremos.

El miedo quiere silenciar nuestra voz, quiere instalarse en nuestra mente para evitar que tengamos nuevas experiencias, que descubramos nuevos conceptos. Estamos ante algo humano, algo que desactivamos cuando somos dueños de nuestro momento.

Al superarlo, seremos como avispas que vuelan desde que ven la primera pista, demostrando que somos capaces de asumir nuestros propios asuntos, poniendo todo el amor para conseguirlo.

El miedo te obligará a aumentar ese potencial que hay en ti. Ya lo dicen, el miedo es lo opuesto al amor.

El miedo pretende dividirnos, el amor une, incluso cuando se trata de las partes de uno mismo. El amor nos da motivos para abrirnos paso ante la adversidad, nos ayuda a superar el miedo, a arriesgar.

La experiencia amorosa no se aplica únicamente a las relaciones con otras personas, también son propósitos y compromisos que adquirimos. Por eso, cuando creemos en una causa o luchamos por algo que realmente nos llena, sacamos más fuerza para superar las dificultades.

El miedo nos cubre como un manto, se tiende para que seamos conscientes de si realmente queremos salir o quedarnos tapados.

Somos dueños de decidir si queremos aquello que se nos presenta o ya estamos bien sin ello. Estamos en la antesala del conocimiento abstracto.

Somos feroces ante su presencia, si realmente queremos algo nos abriremos a un mundo que hemos estado creando en nuestros pensamientos, somos arquitectos y construiremos lo que nos hayamos propuesto.

Queremos adquirir un nuevo conocimiento y esto requiere su tiempo. Ser, saber, sentir, silenciar o admitir, eso es lo que vamos a conseguir con el sentimiento del miedo. Traspasarlo será una oportunidad de compartir aquello que al final surgirá, caminando sin mirar atrás, derechos al descubrimiento, unificando sentimientos de adquirir más capacidad. Nos dará la habilidad para canalizar nuestro potencial. Es la oportunidad de aumentar la individualidad, sintiendo la unidad en potencia. La advertencia nos proporciona conciencia, nos hace reflexionar y potenciar nuestro deseo, todo se dará cuando apartes el velo y veas clara la oportunidad.

Somos pequeños si nos vemos solos o apartados, somos grandiosos cuando comprendemos que formamos parte de un todo. El miedo surge a nuestro encuentro asumiendo que estaremos dispuestos a atravesarlo, a superarlo, para demostrarnos que somos merecedores de lo que deseamos. Sin deseo no hay camino, el deseo es divino, es aquello que te mueve hacia lo que has venido a descubrir.

Un reto es un objetivo difícil de llevar a cabo, y que constituye por ello un estímulo y un desafío para quien lo afronta.

Existen tantos retos como personas y cada cual tendrá su grado de dificultad. Cuanto más difícil de conseguir mayor será el esfuerzo que hay que invertir para lograrlo. Y por supuesto cuanto más haya costado la consecución del reto más se disfrutará del logro.

El logro de los objetivos propuestos, otorga siempre un grado alto de satisfacción ya que supone sobreponerse a las dificultades específicas y mirar más allá de lo que se nos cruza en el camino.

Por otra parte, debemos decir que los retos son saludables porque motivan a las personas a actuar, a salir del letargo, de la rutina.

¿Existe el reto sin miedo? aquí se trata de descubrir si es así para ti. Una vez que hemos descubierto que lo tenemos, asumimos el encuentro y superamos su presencia sintiendo su impermanencia, no nos quedaremos quietos, no seremos presos de ese sentimiento. Somos dueños de nuestros deseos y vamos a por ellos. Se abre la oportunidad de investigar más en la verdad. El miedo es una acusación sin fundamentos, aun no se han dado los acontecimientos y ya estamos juzgando esos pensamientos. Además, si estás preparada o preparado, abrirás cada mañana una nueva hazaña, la de intentar acudir a ese potencial por descubrir.

Se trata de sentir el camino como un acuerdo divino, si silenciamos lo que sentimos no afrontamos lo divino, se trata solo de avanzar.

Hemos venido a construirnos a nosotros mismos, el reto es construir, adquirir, unificar el potencial con la cualidad de hacerlo real.

El carácter individual se forja asimilando sus formas, si decides experimentar es porque sientes que puedes ser mucho más. Cada hazaña te dará nuevas armas que podrás usar, serás capaz de aportar nuevos recursos.

Verificar significa que comprobamos si se trata de algo real, si caminas hacia la profundidad deberás aportar algo más. Camina, estamos ante las ruinas si no lo intentamos, como si pasáramos de largo, como si picáramos al portal y saliéramos corriendo sin esperar a mirar qué hay detrás de la puerta que tenemos delante. Sé valiente y acude sintiendo la necesidad de esclarecer esa nube que te confunde.

Hay otra particularidad, una más entre un millón, pero llegaremos a la misma conclusión. Se trata de trabajar tu condición individual, cada reto es particular, se trata ahora de simplificar con humildad a quien tratas de retar, así sentirás si es un deseo individual o te mueve algo más. Es una oportunidad para abrirte a unificar tus deseos acudiendo a tu centro, conociendo una parte de ti que se está abriendo y está apareciendo a nivel individual.

Ahora siente que estas preparada o preparado para abandonar la antesala de lo abstracto, ahora ya lo sabes materializar y apartar.