Todo lo que sucede me interesa y concierne. Espero no tener que salir corriendo, nuevamente, a morir donde nací, dejando atrás lo que de mí nació, creció y multiplicó.

Casi nada provoca sonrisas. Anoche sí: Amazonas ganará y ¡Lula olé olé olá! Bolsonaro sigue soñando…

Mañana quizás: porque mi país de acogimiento va a elecciones y el centro decide entre dos bloques, rojo o azul. El azul no tendría, por su política ser una opción, pero el centro no siempre es meridiano cuando la socialdemocracia vacila. Al perder el ritmo la música desentona, brújula marca sur y el centro ya no lo es. Las estadísticas tentadoras prometen cual religión a los crédulos y los votos de los electores indecisos van a los ganadores cual moscas a la miel. Aquí te puedes someter a un test que te saca de dudas y te da el nombre del candidato de tu comuna, adaptable a tus respuestas y a prueba de errores.

Inglaterra prueba la misma receta una y otra vez. Suecia y Finlandia creen defenderse bajo el ala de la Otan y el invierno, a pesar de las altas temperaturas, va a llegar de un momento a otro. El Norte se oscurece muy temprano, la luz eléctrica es un lujo y la calefacción se transforma en frazadas y calcetines de lana. Hace mucho tiempo que las chimeneas abandonaron los hogares por lo que las tertulias después de la cena serán sin chispas y tiritando.

Llegué a la edad de las caminatas diarias, el paisaje es conocido pero cada día trae un nuevo detalle, los edificios cambian el color, las aceras me regalan con hoyos nuevos, los autos me despiertan con bocina cuando trato de atravesar la calle sin abrirme a la realidad. Hace mucho tiempo que no pruebo el correr de una acera a otra. La imagen que me devuelve el espejo no me lo permite. Caminar acompañada de recuerdos. Los recuerdos son la riqueza más preciada, los zapatos tan aptos no les llegan ni al talón. Cada día se van saliendo y abriendo como tapa de arcón y van condimentando su llegada junto a las canciones más emblemáticas y alegóricas. Van regulando mi paso por las calles de la ciudad que recorro y me sorprendo como la tristeza se diluye ante la inmensa pertenencia de los recuerdos. Me sorprendo ante la compañía de alguien que sigue mi cadencia como si nunca hubiésemos hecho nada salvo caminar bajo el silbido del viento en esta ruta nunca antes visitada.

Espero que dure y pueda mantener mi sed de pisadas. Pienso a menudo en el susto que me dieron las cataratas que me impedían leer como acostumbraba. Las operaron y la lectura se normalizó por varios años y con el tiempo me acostumbré a leer con lentes que me dejan marcas cuando me despierto con ellos puestos y el libro en el suelo.

Hoy al caminar no protejo lo necesario las piernas ni los pies. Lo haré desde mañana. Hace unos días operaron a mi hermana de su pierna izquierda, la operación fue todo un éxito, pero le prohibieron apoyarla durante seis semanas y desde que me lo dijo trato de imaginar su tremenda contrariedad. Aunque ella me ha demostrado que nada le impide moverse de un lado a otro. La nieve acostumbra a caer junto a las navidades y a esa altura ella va a poder apoyar sus dos piernas.