El Espíritu: En el oleaje de la vida, en el torbellino de la acción, ondulo subiendo y bajando, me agito de un lado a otro. Nacimiento y muerte, un océano sin fin, una actividad cambiante, una vida febril: así trabajo yo en el zumbador telar del tiempo tejiendo el viviente ropaje de la Divinidad.

(Johann Wolfgang von Goethe Fausto)

Antoine-Laurent Lavoiser, descubrió la ley que causó una de las mayores revoluciones de la química: «La materia no se crea ni se destruye solo se transforma». Se comprendió así que la materia se puede transformar pero no eliminar.

Einstein sugiere que la energía y la materia no son dos cosas separadas, sino dos aspectos de lo mismo: E=mc2. Las cosas pueden verse como oscilaciones de energía en el espacio o excitaciones en el vacío que están constantemente surgiendo y desapareciendo. Sin embargo, muchas veces nuestra concepción del mundo es influenciada por una visión cartesiana de una diferencia irreconciliable entre mente y materia.

Arthur Eddington, astrofísico que confirmó la teoría de la relatividad de Einstein en un eclipse de sol en 1919, ha dicho: «nosotros pensábamos que la materia es una cosa; ahora ya no es así. La materia es más como un pensamiento que como una cosa».

Si al reflexionar sobre los pensamientos de Lavoiser, Einstein y Eddington, nos preguntamos por la vida y la muerte, y qué ocurre con nuestra energía mental, con nuestra consciencia, al momento de la muerte biológica. Tal interrogante, sin duda, encierra uno de los grandes misterios de la existencia humana.

Sin embargo, existen experiencias de ilustres personajes en la historia de la masonería que han tenido y mantenido un contacto con energías conscientes en un plano más allá del que perciben nuestros cinco sentidos, tal es el caso de Jaime Galté Carré, un destacado masón de la Gran Logia de Chile, quién dejó un legado de conocimiento y sabiduría.

Investigar la vida de don Jaime Galté Carré, es amar la búsqueda del conocimiento y de la verdad que inspira y motiva la vida de todo libre pesador. El mismo Jaime Galté sobre el dogma y la razón señaló en 1962:

Si bien es cierto que la tolerancia nos exige el respeto por toda creencia sincera, no podemos olvidar que nuestra razón debe rechazar todo dogmatismo, todo fanatismo y toda superstición, porque en otra forma, faltaríamos a nuestro juramento de luchar sin descanso contra el error y la maldad.

Jaime Galté Carré nació el 24 de mayo de 1903, en Santiago de Chile; y falleció un 1° de noviembre de 1965, a la edad de 62 de un cáncer. De profesión Abogado de la Universidad de Chile, fue profesor en la Cátedra de Derecho Procesal en la Universidad de Valparaíso, abogado del diario La Nación y del tribunal de cuentas de la Contraloría General de la República, y formó parte de la comisión redactora del Código Orgánico de Tribunales.

Jaime Galté, era hijo de masón, y fue iniciado en la masonería el día 25 de agosto de 1937 en la Respetable Logia Deber y Constancia N° 7 de Santiago, de la fue Venerable Maestro en 1942 y 1943. Participó en la Gran Logia de Chile de la cual fue miembro del Tribunal de Honor entre 1955 y 1962, llegando a ser elegido Gran Orador en 1962.

Jaime Galté participó además en destacados grupos de espiritualidad siendo miembro iniciador de un grupo Martinista en Santiago de Chile –Orden fundad por Papus en 1891). Además participó en la fundación de la Sociedad Chilena de Parapsicología en 1963. Participó en el Rito Antiguo y Primitivo Memphis-Misraim, masonería de inspiración egipcia y caracterizada por una enseñanzas hermético-esotéricas más ocultas.

Jaime Galté, tenía el don de la mediumnidad, la que siempre y generosamente puso al servicio de los demás. La mediumnidad es una sensibilidad inherente a ciertas personas, no es un poder mágico ni satánico, es pues la facultad que poseen ciertos seres, de exteriorizar sentidos profundos de energía que, en el mayoría de las personas, permanecen inactivos y velados durante la existencia terrenal.

Como médium, en Jaime Galté se incorporaban dos entidades: el Dr. Halfanne y Mr. Lowe.

Halfanne era un médico suizo-alemán de renombre internacional (Erick Halfanne), cuya existente logró comprobarse. Halfanne había muerto en Bolivia (Sudamérica) por el año 1906. Cuando el Dr. Halfanne se encarnaba en Jaime Galté jamás habló a través de sus labios, sólo escribía sus mensajes con las manos de Galté, diagnosticaba por escrito enfermedades y dictaba tratamientos con medicamentos modernos. Galté atendía gratuitamente a cualquiera que buscase su ayuda, y nunca negó su ayuda a nadie.

La figura del Dr. Halfanne dio renombre internacional a Jaime Galté por sus curaciones como médium entre las cuales destaca la curación de Liliana tía de la presidenta Michel Bachelet quién padecía de una enfermedad renal.

Mr. Lowe, la otra entidad que se encarnaba en Jaime Galté se hizo presente en 1927. Mr. Lowe nunca se manifestó por escritura sino mediante la voz. Jaime Galté caía en trance y comenzaba a hablar con una voz con acento «inglés», en un tono muy suave y bondadoso, su mensaje era un mensaje de amor hacia la humanidad. Mr. Lowe dijo en varias oportunidades que no le estaba permitido revelar su verdadera personalidad espiritual.

Mr. Lowe en una sesión, a través de Jaime Galté, señaló: «Cuando encontréis a sus respectivos Maestros y busquéis la Verdad sin apasionamiento por una idea o creencia, se abrirá la puerta y traspasaréis el Umbral con plena conciencia».

De las sesiones espiritistas en las cuales se manifestó Mr. Lowe se escribieron dos libros: Ante el Umbral y En el Umbral.

En Jaime Galté convivían dos mundos: el mundo racional de la masonería con el mundo espiritual.

El Ex Gran Maestro de la Gran Logia de Chile V:.H:. Marino Pizarro Pizarro, sobre Jaime Galté señaló:

Galté fue un hombre importante para la masonería, diría que si no hubiese muerto habría llegado al cargo de Gran Maestro que se lo merecía desde antes ya. Influyó notablemente la educación masónica en él. Y más que nada lo que es la esencia de la masonería que es el humanismo. El estudio del hombre, la creencia del hombre y el respeto por la personalidad humana.

El Jaime Galté Carré siempre vivió una vida íntegra, de irreprochable conducta social y masónica, fue un hombre de gran servicio público que nunca buscó reconocimiento social ni de sus pares, pues como masón la humildad era su guía.

Jaime Galté dejó una valiosa enseña sobre la principal virtud masónica que es la «caridad» afirmando:

La caridad es fundamental pero siempre se debe saber que los actos caritativos se miden por la mayor o menor entrega que de ti mismo puedas ofrecer a tus semejantes sin esperar beneficio personal ni recompensa. Este concepto de caridad no es el de las dádivas, sino que la caridad es aquella que entrega otro valor fundamental, el amor, en este caso, por los semejantes, por la humanidad entera, algo que parece quimérico en la actualidad.