Si pudiéramos preguntarle a la computadora Multivac si la población de la Tierra podrá seguir creciendo exponencialmente hasta que la entropía nos destruya, ¿nos respondería su célebre frase «Datos insuficientes para una respuesta esclarecedora»? Es bastante improbable.

La confianza que tenemos en la especie humana siempre nos ciega con promesas de progreso tecnológico ilimitado, pero es imposible pronosticar si llegaremos a colonizar otros planetas habitables, como sucede en el relato de Isaac Asimov, o desarrollaremos soluciones a todos nuestros problemas gracias al ingenio de un grupo destacado de personas pertenecientes a nuestra especie. Por esta razón, lo más sensato es adelantarse a las posibles consecuencias futuras del gran aumento de población que estamos presenciando desde hace casi un siglo.

El Homo sapiens partió de África hace 120.000 años para expandirse por todo el planeta, logrando adaptarse a una gran diversidad de hábitats gracias a su magnífica capacidad para desarrollar herramientas y su condición de animal social. Así, durante la mayor parte de la historia su población se mantuvo constante en, aproximadamente, 1.000 millones de personas. No es hasta después de 1750, a la llegada de la Revolución Industrial, cuando comienza a aumentar intensamente y volviéndose más acuciante a partir de la Segunda Guerra Mundial, cuando se van sumando cada 12-15 años otros 1.000 millones de habitantes terrestres hasta alcanzar los 8.000 millones en la actualidad.

Una de las principales causas de este incremento es la transición demográfica moderna, es decir, la bajada de las tasas de mortalidad y el aumento de la tasa de natalidad. El progresivo desarrollo de la medicina y de las condiciones de higiene, sobre todo a partir del siglo XIX, hace que las tasas de mortalidad en Europa bajen hasta un mínimo sin precedentes. Sin embargo, la tasa de natalidad comienza a descender un siglo más tarde, coincidiendo con la emancipación de la mujer en los países occidentales gracias al feminismo.

Otro punto importante para comprender el exponencial crecimiento del Homo sapiens es la creación de maquinaria agrícola y el uso de organismos modificados genéticamente, lo que se denominó Revolución Verde. La producción de alimentos, en el caso de los países desarrollados, genera habitualmente excedentes capaces de acabar con la competencia por los alimentos básicos, controlando así uno de los factores principales que regulan las poblaciones.

No solo atendiendo a las cantidades sino a las cualidades de nuestra alimentación, podemos decir que esta actividad provoca la degradación de los ecosistemas debido a la destrucción de biodiversidad vegetal para sustituirla por monocultivos que puedan satisfacer una demanda cada vez mayor de alimentos, tanto para las personas como para los animales de granja. Es representativo el porcentaje de tierra ocupado por animales vertebrados en la actualidad: 67 % son animales de granja, el 32 % humanos y 1 % del resto de animales frente al 1 % de humanos y 99 % animales salvajes que podíamos encontrar hace 10.000 años.

La pérdida de biodiversidad y el uso indiscriminado de fitosanitarios seguirá siendo un problema cada vez más preocupante mientras la población siga ascendiendo en número a tal velocidad. Las dietas tienden a cambiar conforme los países se desarrollan, aumentando la demanda de carne y de productos de importación. Podemos suponer que, en un futuro, si todo sigue igual, los excedentes, de los que antes disponíamos en algunos países, ya no se producirán y nos encaminaríamos al desarrollo de conflictos internacionales cada vez más frecuentes.

En la naturaleza se observa como, tarde o temprano, las poblaciones alcanzan la capacidad de carga del ecosistema y su crecimiento pasa a ser de tipo logístico, anticipando una reducción drástica de la población. Los factores que pueden afectar a esta caída pueden ser dependientes de la densidad -del número de individuos que conforman la población- o no. Los últimos atienden a catástrofes naturales; los primeros, a elementos que afectan cada vez más negativamente a la población conforme esta aumenta. Estos factores dependientes de la densidad son la competencia por recursos, la aparición de enfermedades y parásitos, los desechos -cada vez más difíciles de controlar en nuestras sociedades-, y la depredación. La depredación en particular ya casi no nos afecta, pero los demás elementos sí que lo hacen.

No pretendo ser alarmista con toda esta exposición, ya que disponemos de soluciones si se quieren aplicar y, en cualquier caso, nuestra especie seguirá adelante, aunque muchas más personas sufrirán calamidades evitables. Estas soluciones pasan por la transformación del sistema productivo y de consumo, lo que implicaría el abandono de los combustibles fósiles, así como cambios en la alimentación y reducción de nuestro frenético consumismo, sobre todo en lujos innecesarios por parte de las personas con rentas más elevadas.

Otra medida fundamental sería la bajada de la tasa de natalidad. En algunos países esta tendencia a tener menos hijos se ha llevado a cabo de forma natural, como es el caso de Colombia, Corea del Sur o España. El acceso a la educación por parte de las mujeres y la libertad del uso de anticonceptivos parecen ser los factores fundamentales para tomar la decisión de tener una familia más reducida. La independencia alcanzada por las mujeres hoy en día, les permite decidir cuántos hijos desean tener y poder compaginarlo, si así lo quieren, con ocupaciones que tradicionalmente les estaban restringidas. Asimismo, en países como Tailandia o Colombia, la tasa de fertilidad -el número de hijos por mujer- ha pasado de estar en 1960 por encima de los 6 hijos por mujer a menos de 2 hijos por mujer en 2015.

Creo que con todos estos ingredientes la respuesta de Multivac está bastante clara. Es probable que nos brinde una lista de recomendaciones a seguir para frenar el sofocante crecimiento de seres humanos sobre la Tierra que, probablemente, no seguiríamos, sobrepasando en el año 2100 los 10.000 millones de personas.

Figura 1: Límites ambientales del crecimiento poblacional. Procedencia: openstax.org (2022).
China

Figura 2: Crecimiento de la población desde el siglo XIX. Procedencia: Populationmatters.
China

Notas

Martínez, I. y Sala (2015). N. La aventura del Homo Sapiens. Revista de Humanidades. Volumen 14, nº 1. pp. 65-79.
Van Bavel, J. (2013). The world population explotion: causes, backgrounds and projections for future. Facts, Views & Vision in ObGyn. Vol. 5, nº 4. pp. 281-291.
Vilches, A. et al. (2014). Crecimiento demográfico y Sostenibilidad [artículo en línea]. Organización de Estados Iberoamericanos. ISBN 978-84-7666-213-7.