¿Existe diferencia entre escribir textos para canciones y escribir poesía? Muchos dirían que no, otros afirmarían que sí. En mi opinión, existe una convergencia, en el sentido que tienen muchos aspectos en común y también el contrario, pequeñas divergencias, que son necesarias evidenciar. La primera es que la canción tiene que ser cantada y la poesía recitada o leída. Una canción tiene una duración de unos 3 a 4 minutos en media y está acompañada de música y, siendo así, tiene que ser, por definición, musical. La poesía, por su lado, es un texto breve, encerrada en sí misma y su lectura no requiere una extensión temporal prefijada. La musicalidad puede estar presente en ella, pero no conforma una precondición necesaria. En estos últimos decenios hemos visto tendencias que alejan la poesía de la letra de una canción, aproximándola a textos en prosa.

La canción, además, tendría que ser fácil de cantar y recordar y por esto tiende a ser repetitiva y más fácil de anticipar. Una estrofa a menudo es cantada 2 o más veces como un estribillo. En la poesía esta repetición no es necesaria. Por otro lado, la letra de la canción tiene que calzar con la música, la poesía no tiene esta limitación. Estas observaciones no impiden que una poesía pueda ser cantada y, en realidad, muchas poesías se han convertido en canción, pero esto no es una exigencia inherente a la poesía misma, sino más bien una posibilidad adicional. En este sentido, hay poetas que son fácilmente adaptables y otros, que dificultan el pasaje. Lorca o Hernández pertenecen a los primeros, Borges y Pisarnik seguramente al segundo grupo, por no mencionar los textos de Fabián Casas o Karmelo Iribarren.

Personalmente he afrontado el problema de adaptar ligeramente textos pensados como poesías para que puedan ser cantados y las modificaciones han sido: alargarla, encontrar un posible estribillo y/o pensar más en la rima y la entonación del texto mismo para convertirlo en letra de canción. Esta exigencia determina que el pasaje de un verso a otro sea suave y pueda seguir la melodía sin pedir esfuerzos sobrenaturales al cantante.

No afirmo que estas dos actividades sean diametralmente diferentes u opuestas entre ellas. Porque no es así. Lo que afirmo, es que el texto está orientado de modo diferente y no siempre puede converger en canción. Tampoco tengo consejos precisos, fuera de los ya conocidos, leer letras de canciones, leer textos nacidos como poesía y adaptados a canción y leer poemas pensado y escritos como tales.

Un ejemplo de poesía que vale la pena leer y que seguramente no será fácil hacerla canción es la poesía de José Ángel Valente. No digo que la empresa sea por definición imposible, pero en Valente encontramos una expresión poética con otras características y esto para no mencionar las poesías de Roberto Bolaño y de muchos otros autores o poetas. Agrego, que muchos cantautores pueden ser considerados poetas y que muchos poetas han dado letras a canciones.

Para dejar una idea práctica del problema adjuntos 3 textos escritos por mí.

Un primer texto concebido como canción

El amor es una espuela,
que en la noche nos encierra.
Cabalgando luz sin luna
y agua clara de estrellas.

El amor es una piedra
que por tu senda rueda.
Siguiendo todos tus pasos
en lejanas primaveras.

El amor es una cruz,
que sella tu boca fresca
y no hay rosa ni azucena
que tiemblen como tus piernas.

Ay niña, cuanto he sufrido
por besar tu nuca de almendra
y enredarme en tus cabellos,
que sin alas al viento vuelan.

Un texto adaptado para canción

Tengo una amiga a lo lejos
y la siento tan cerca.
Nos seguimos en silencio
y en horas contrapuesta.

Mis tardes son sus mañanas,
mi alba, su noche ciega.
Su voz susurra al viento
y su reír es agua fresca.

Tengo una amiga que duerme,
cuando el día ya me espera
Ella me habla de soles
y yo cuento las estrellas.

Escribe mirando la luna,
suspira tejiendo poemas
y yo la leo, pensando
a lo que el destino me juega.

Pensado exclusivamente como poesía

Tengo un beso
suspendido en el alma,
esperando tu regreso.
Un beso que sabe a días
de espera interminable.

A sueños aún no realizados,
a la salada brisa del mar
y a la soledad de tantas noches
abrazado a la almohada,
como si fueras tú.

Un beso detenido en el tiempo
y que en su espera crece,
como la sed y el hambre.
Tengo tantas caricias
para darte que esperan,
como la luna espera el ocaso,
para mostrar su rostro de luz pálido.

Tengo tantas cosas que contarte,
que me llenan el pecho de suspiros
y que caerán sobre tus oídos
como las densas y profundas gotas
de un río subterráneo,
que por tus tierras se abre paso.

Tengo las manos ávidas de ti
y mi corazón espera
poder pausar sus batidos
siguiendo los tuyos,
amarrándote en un fuerte abrazo.
Tengo un beso suspendido en el alma,
esperándote en silencio.