Un encuentro secreto entre el General Juan Vicente Gómez y la diva del ballet internacional Anna Pavlova se lleva a cabo en una discreta sala de espera del Gran Hotel de Caracas, en donde se hospeda la bailarina rusa luego de haberse presentado en el Teatro Municipal con la obra maestra La muerte del cisne, convirtiendo ese 17 de noviembre de 1917 en un hito para el impulso de la danza clásica en Venezuela.

Desempolvando el baúl de los archivos históricos que describen la evolución de la sociedad, nos topamos con fechas, lugares, nombres y anécdotas que, de una u otra forma, nos trajeron a donde estamos hoy. Sin embargo, no todos estos hechos ni, mucho menos, su relevancia, suelen ser del conocimiento popular.

Es allí donde, en clave cómica de sainete, se estrena en los teatros caraqueños El Benemérito y La Pavlova, pieza teatral de Federico Pacanins, para fusionar versos, música, canto y baile con datos fieles a cuando la artista llegó a tierras venezolanas como parte de una gira mundial. Tal hecho causó una admiración tan grande que, hasta el Benemérito General Gómez, presidente de la República en aquel momento y hombre asiduo a las artes, disfrutó del performance de la célebre invitada, obsequiándole un cofre en cuya tapa se podía leer el nombre de La Pavlova armado en morocotas, monedas de oro de la época, como regalo por sus presentaciones triunfales bajo el cielo de este país.

Aquella visita despertó un interés excepcional por el ballet. Por tal motivo, es considerada como el comienzo del arte dancístico en Venezuela, ya que, a raíz de ciertas gestiones de Gómez, su difusión se expandió considerablemente.

El Benemérito General Juan Vicente Gómez fue un dictador, político y militar venezolano que gobernó de manera autoritaria la república desde 1908 hasta 1935, momento de su muerte. Durante su mandato, tocó la puerta de esta y otras naciones latinoamericanas el arte de Anna Pavlova, primera bailarina rusa de finales del siglo XIX y principios del XX, reconocida por ser una de las principales artistas del Ballet Imperial Ruso y de los Ballets Rusos de Serguéi Diáguilev; además de ser famosa por su interpretación de La muerte del cisne y por haberse convertido en la primera bailarina en viajar por todo el mundo, incluyendo Sudamérica, India y Australia.

En su más reciente temporada –septiembre, 2022, en el Trasnocho Cultural–, la obra El Benemérito y La Pavlova cuenta con un elenco de lujo, encabezado por el primer actor Armando Cabrera, como el General Juan Vicente Gómez; la bailarina y actriz Anakarina Fajardo, en las zapatillas de la estrella internacional Anna Pavlova; la galardonada intérprete Valentina Garrido, encarnando a Auristela Chacón Flores, chaperona andina de la rusa; el cantante y actor Juan Carlos Grisal, encargado de Lino Tirado y Terán, trovador caraqueño contratado por el Benemérito para lisonjear a la artista de la danza; y la actuación especial de Sandra Yajure, quien personifica a Dionisia Bello y Dolores Amelia, las dos mujeres de Gómez que contextualizan con sus testimonios la vida personal de esta icónica figura política.

En el montaje, dirección de arte, escenografía y vestuario son de Edisson Spinetti; iluminación y asistencia de dirección, de Hernán Rosas; producción general y asistencia de dirección, de Paola Martínez; y texto, dirección y puesta en escena, de Federico Pacanins.

Versos de Job Pim, el Pobre gallo bataraz de Gardel y sonetos de Calcaño Herrera son solo algunas de las pinceladas histórico-culturales que enmarcan el instante central de la obra: la ejecución de La muerte del cisne, célebre número de ballet clásico que ilustra los últimos momentos de un cisne herido y que, en El Benemérito y La Pavlova, se presenta fiel a la coreografía que Michel Fokine diseñó especialmente para la danzarina, pero bajo una innovadora versión de la música de Camille Saint-Saëns.

En medio de un contexto en el cual pareciera que nos olvidamos, cada vez más, de aquellos que nos precedieron y en cómo el pasado influye dentro de nuestro presente, resultan necesarias propuestas culturales como El Benemérito y La Pavlova, pues lo que conocemos hoy día sobre la danza y el arte en general no sería igual sin esa anécdota de cuando la prima ballerina visitó Venezuela en tiempos de Gómez.