Hoi recordamos al poeta i su legado, pero también al tío que hizo las veces de abuelo. Sé que el lector notará una rareza ortográfica en este escrito. Más adelante encontrará la explicación.

Sus amigos lo llamaban «Rafito», para mí siempre fue «tío Rafito». Fue parte de mi vida durante mis primeros años i conservo recuerdos i anécdotas que indudablemente me marcaron. Por eso me siento motivado a rendirle un homenaje cubierto de palabras, a su mejor estilo. La diferencia es que las mías las tecleo en mi ordenador, mientras que las suyas salían de una pluma guiada por manos temblorosas que dibujaban unos textos para mí ininteligibles. Efraín Subero, heredero del sillón letra «I» que ocupó en la Academia Venezolana de la Lengua, definió su escritura como una «trabajosa letra de madera labrada». Los poetas siempre encuentran la forma de traducir conceptos ordinarios en frases hermosas.

Lo recuerdo como una persona mui seria, circunspecta, de pocas palabras, aferrado a las tradiciones, pero a lo mejor es una percepción bajo la óptica del respeto reverencial que los niños teníamos por los mayores en aquellos tiempos. No invadíamos sus espacios i practicábamos, resignados, un respetuoso silencio en su presencia. También recuerdo cómo caminaba de un lado a otro, las manos enlazadas en la espalda, i un gesto de profunda concentración. No sé si por genética o por imitación, pero heredé de él esa forma de ordenar mis pensamientos antes de sentarme a escribirlos.

El escritor Mario Briceño Perozo lo describe así:

Tuvo la sencillez del sabio, la disciplina del filósofo, la austeridad del maestro y la amplitud del poeta, ajeno en todo instante a la vanidad crepitante de los engreídos.

Sus estudios formales fueron mui limitados i él mismo se definió como autodidacta. Sin embargo, adquirió una vasta cultura a través de la lectura i de su relación con la generación de intelectuales de la época. Consideró a Udón Pérez, una de las grandes referencias literarias del Zulia i de Venezuela, como su maestro:

Yo, como alumno aprendiz toda la vida, i como poeta siempre en trance de alumno, soi discípulo afectuoso i devoto de Udón Pérez.

Fue nieto de José Ramón Yepes, militar i escritor zuliano conocido como «El Cisne del Lago», cuyos restos reposan en el Panteón Nacional. Sus padres fueron Rafael Yepes Serrano i Josefa Trujillo Durán. Contrajo matrimonio con Josefina Zabala Boscán, la «tía Nina». Tuvo tres hermanos: José Ramón, mi abuelo, quien ya se consagraba como poeta i falleció prematuramente cuando mi padre, Fabio, contaba con tres meses de nacido, Guillermo, quien contrajo matrimonio con Delia Teresa, una de las hijas de Udón Pérez, i María, mi madrina.

No solo fue un poeta i un académico. Efraín Subero, en su discurso de incorporación a la Academia Venezolana de la Lengua, nos recuerda otras facetas de su vida:

En la esfera privada fue comerciante e industrial, periodista y dirigente entusiasta de instituciones culturales de Maracaibo y Caracas. En la administración pública: subsecretario de la Cámara de Diputados, director del Gabinete del Ministerio de Educación y del Ministerio de Hacienda.

También fue director del Archivo Nacional.

Como académico, tuvo una larga trayectoria i fungió como secretario de la Academia Venezolana de la Lengua hasta el momento de su partida. Fue también miembro correspondiente de la Real Academia Española i de la Academia Mexicana de la Lengua. En su labor como académico se propuso «trabajar tenazmente porque, junto con la pulcritud del idioma florezca la renovación de las ideas i se modernice así la expresión bajo la nueva luz del pensamiento». Si bien fue un gran defensor de la pureza del idioma, fue también un propulsor de la incorporación de neologismos a los diccionarios, como una forma de permitir la inevitable evolución del lenguaje.

Dejó su amada Maracaibo para hacer vida en Caracas, pero siempre tuvo a su ciudad natal en la mente i en la pluma.

Maracaibo, la ciudad de la raíz i del afecto (...) Maracaibo, la ciudad del Lago, de Sol, i de armonía geoespiritual, en donde me nació el anhelo de expresar la Belleza i en donde adquirí la costumbre de pensar las palabras.

Su amado Lago, en mayúscula, fue también tema obligado de sus escritos.

¡Cielo color de Lago! ¡Lago color de cielo,
i un infinito azul entre los dos!
No alcanzan las pupilas del anhelo
a saber si Dios vaga por el cielo en un vuelo,
o si huellan el Lago las sandalias de Dios.

Quienes lo conocieron afirman que, aparte de Maracaibo, tuvo otros dos grandes afectos: España i Bolívar.

¡Oh la Hispania soberbia que en la sangre le roba
a la Roma diuturna los resabios de fiera!

Tuvo la oportunidad de visitar España en la ocasión del II Congreso de Academias de la Lengua Española celebrado en Madrid en 1956, donde asistió como jefe de delegación de la Academia Venezolana de la Lengua, acompañado de sus amigos de siempre, Ramón Díaz Sánchez i Edgar Sanabria, quien fungió como secretario del Congreso.

También en Madrid recibió un homenaje, en ausencia, en el Festival para conmemorar la Fiesta de la Raza, celebrado en el Teatro Real el 12 de octubre de 1924. Allí, la insigne actriz Lola Membrives leyó la poesía titulada «Amor», premiada por el Real Consistorio Hispanoamericano del Gay Saber. En 1929, la Academia de Bellas Artes de Barcelona, España, lo hizo su Miembro Correspondiente.

Su inmensa vocación bolivariana la reflejó en un libro escrito en prosa: El Libertador: civilista i héroe i en numerosos poemas i ensayos.

Tuvo del Cristo i del Quijote. Era una rosa de sangre entre el arcano, un relámpago azul entre lo humano i sobre la ignominia, una bandera.

Su obra literaria

En mi concepto, la poesía es el equilibrio armonioso de la expresión i de la idea; por eso admito i admiro todas las escuelas poéticas, siempre que se distancien de la prosa, que es el equilibrio de la palabra i del pensamiento.

Su obra literaria es extensa, en forma de poemas, ensayos i discursos, i abarca tanto la poesía como la prosa.

Fue merecedor de un premio universal, así lo cataloga, por su poema «Amor», i de varios premios internacionales i nacionales. Me gusta recordar el título de algunos de sus libros citando el poema que mi extinta hermana Corina, su ahijada, le dedicó en ocasión de su fallecimiento.

¡Qué sola quedó «La Cabaña del ritmo»!
Se marchó su huésped hacia otros caminos.
Caminos que llevan a «El Otro Universo»
Tan lejos del sueño, tan lejos del verso.
Que no te imagino así «Desde la Cima»
Sin pluma y papel, dibujando una rima.
¿Quién hará girar los mágicos cristales
del «Kaleidoscopio» de tu inspiración?
¿Quién encenderá los místicos raudales
de la extraña luz de tu imaginación.
De tus «Cascabeles» se apagó el hechizo.
Se acalló el sonido de tus armonías.
Tal vez el instinto de tu ruta quiso
derramar tu música en la lejanía.
Pero tú que nunca sin pensar hablaste.
Tú que conjugaste en el saber la labia.
«La Palabra Pensada» nos dejaste,
y en el pensar, el hablar de la voz sabia.
Tú en el vértigo fugaz de los instintos.
arrojaste el alma en místico espiral.
En donde bailaron la musa y el ritmo
al compás de las notas del sonido
del girar de «Vórtices de Cristal».
Y ahora que marchaste a «El Otro Universo»
Tan lejos del sueño, tan lejos del verso.
¿Quién hará girar los mágicos cristales
del «Kaleidoscopio» de tu inspiración?
¿Quién encenderá los místicos raudales
de la extraña luz de tu imaginación.

Adolfo Romero Luengo, en el Prólogo de la obra recopilatoria Verso y Prosa de Rafael Yepes Trujillo, editada por la Fundación Belloso en 1974, realiza un profundo i extenso análisis de la obra literaria de quien fuera su amigo.

El poema «Amor»

Mención especial merece este hermoso poema. Para muchos, me incluyo, es su obra maestra. En él, su vena poética se desborda al definir, explicar i desmenuzar, desde todas las facetas posibles, el significado i la trascendencia de esas cuatro letras que han inspirado a tantos poetas i a todos los seres humanos que poseen un mínimo de sensibilidad. El poema culmina así:

VI
Preces

¡Amor! Porque tu vasto poderío
domina al orbe; porque lo eres todo:
la estrella en el vacío
i el diamante en el lodo,
la estocada en la negra encrucijada,
i la escala en el muro,
i el beso en la mejilla sonrosada,
i el agasajo puro,
i la impura delicia,
i el deleite superno,
i el impulso sensual de la caricia,
i el ósculo materno,
i el milagro divino,
i la savia, i el trino,
i el relámpago rútilo en las iras,
i porque eres, Amor, el universo,
el poeta en tus viras
enreda el alma múltiple del verso.

La i latina

El lector se habrá preguntado por qué he usado i copiado textualmente la i en lugar de la y. En mi caso, es un homenaje que rindo a mi tío, lo cual tuve en la mente por mucho tiempo i hoi hago realidad. En el suyo, paso a reproducir la respuesta que le dio a un profesor de castellano quien le escribió, sorprendido, al encontrar en una publicación oficial de la Academia Venezolana de la Lengua uno de sus poemas con esa rareza ortográfica. Esta fue parte de su respuesta:

Mui placentero para mí ha sido recibir sus letras, pues veo que todavía queda gente en nuestro mundo que se ocupa con gusto del castellano i de sus formas de expresión.

Yo no soi un gramático ni un profesor de castellano, i por eso no entro a explicar por qué he escrito, escribo i escribiré con i latina. Sólo le diré que uso esa i porque es la vocal, ya que la otra debería pronunciarse ye al escribirse sola, porque es consonante i por consiguiente no tiene sonido individual. Don Andrés Bello escribió en una época con i latina, acaso por estas mismas razones que yo le doi, luego, se plegó a la rutina, i escribió con ye.

Ideas para la paz

Conservo un documento, estimo que inédito, titulado Ideas profanas para la paz del mundo. Si bien no tiene fecha, hace referencia a la reciente finalización de la Segunda Guerra Mundial i allí hace un análisis crítico del reto de mantener la paz. Transcribo un párrafo que me pareció adecuado en estos tiempos donde la humanidad se encuentra al borde de una inminente nueva guerra mundial.

No es la hora de las ambiciones. Es la hora de la justicia, i hasta de la abnegación. Necesitamos un mundo sin egoísmos, sin atropellos i sin odios. Un mundo de igualdad, ya que sería sumamente optimista aspirar a un mundo de fraternidad. Lo contrario, es permitir a sabiendas, que ya se está incubando la otra guerra: la que ha de pulverizar violentamente a la humanidad.

Por cierto, en este documento, transcrito en máquina de escribir, se usa la y en lugar de la i. Yo recuerdo una oportunidad en que él se quejaba de que con alguna frecuencia esto sucedía cuando otra persona transcribía sus textos, por lo cual decidí restablecer la i.

Tío Rafito falleció en el Centro Médico de Caracas el 22 de marzo de 1972, luego de una penosa enfermedad i bajo los cuidados del insigne médico i amigo Joel Valencia Parpacén.

He leído que «los poetas nunca mueren». Quizás eso fue lo que él nos quiso decir en su «Poema de la muerte».

Pero un día ese muerto se saldrá de mi tumba
i se irá por los rumbos de la tierra hacia Dios,
i entonces quedaremos por siempre separados
i estará roto el lazo que formamos los dos.
Yo seguiré viviendo con la luz de mis versos,
pero él estará muerto debajo de una cruz,
un desnivel entonces mediará entre nosotros:
el desnivel eterno de la sombra i la luz.