Afortunadamente las redes están bastante nutridas de este gran compositor alemán que hizo de Venezuela, y su forma de interpretar la música, su razón de vida y trascendencia. Solo puedo añadir en estas líneas mi experiencia como referente para otros ya que, aunque no se leer partituras ni asistí a ninguno de sus conciertos, sus melodías y ritmos con ese peculiar estilo de rock progresivo entre el joropo y la tonada llanera marcaron gran parte de mi juventud melómana. Ahora lo recuerdo y busco sus temas, ya que hace un mes unos amigos de la Universidad de Oriente cuando vivía allí en los 80 colocaron en el chat del grupo el cliché sobre: «¿si te vas a una isla perdida que música llevarías contigo?». Es cierto, hay tanta buena música la cual es tu alegría y cultura, que hacer una sola selección es muy difícil. Pues yo logré fácilmente recordar a Vytas Brenner.

Retomé la red para descargar, pues, aunque mis amigos melómanos tienen sus viejos acetatos, yo acudí a internet debido a la distancia y el tiempo que me separan de estos apreciados amigos con quienes oía a Brenner. También un gran colega, Julio Delgado, en los Estados Unidos me envió digitalmente tres de sus discos. En todo ello recordé como siempre a mi difunto tío Raimundo, quien tenía Ofrenda de 1973, cuando yo apenas marcaba los 10 años. En esos años el rock progresivo de Emerson, Lake and Palmer y muchos otros británicos eran mi gusto principal que el tío estimulo, sin embargo, este nombre tan poco venezolano (Vytas) combinaba ese estilo internacional con la música nuestra de una manera tan especial que significó mucho para mí.

En la televisión venezolana, muchos programas hasta la década de los 80 e incluso ahora, usan su música como fondo de los paisajes y documentales nacionales. Sentir el arpa, el cuatro, y las maracas, fundirse con los sintetizadores, el bajo y la guitarra eléctrica era toda una experiencia que ofrendaba Vytas.

Si no lo conoces, pero oyes su música por primera vez y eres venezolano de finales del siglo XX e incluso inicios de los 2000, es muy seguro reconozcas sus melodías y particular forma de entender las armonías llaneras con los ritmos rockeros. Busca su tema San Agustín, es una buena introducción para este alemán nacido en Tubinga en 1946. Todos sus temas son instrumentales, versan sobre lugares, plantas y animales de Venezuela.

Vytas llegó a nuestro país a los tres años de edad, donde luego el colegio musical Emil Friedman de Caracas lo formó muy bien. Diez años después regresó a Europa demostrando sus primeros pasos en agrupaciones con su hermano Haakon.

Otra década pasó regresando a Venezuela e irse casi de inmediato a estudiar más música en la Universidad de Tenessee, allí tomo cursos de Electronic Music. A su retorno inauguro con ese gran disco Ofrenda, el nombre también de su agrupación. La portada es muy llamativa y criolla, son unos diablos de Yare en caricaturas. El tema más hermoso a mi gusto de ese disco es Frailejón, la planta que sobrevive en las alturas de los andes desde nuestro país hasta Ecuador pasando por Colombia. Comienza con el cuatro, nuestra simplísima guitarra criolla de cuatro cuerdas, el piano, el bajo y otros instrumentos van llegando, se suma el arpa, donde cada melodía y ritmo van perfectamente combinados. Irrumpe la guitarra eléctrica añadiendo fuerza a la melodía y quizás de manera grosera para los puristas del folclore venezolano, pero no así la armonía es bellísima. Congas y tambores añaden negrura africana al tema, luego la flauta recordando quizás una influencia de la banda inglesa Genesis (¿o es mi memoria de rock sinfónico que me traiciona?). El piano regresa con violines dando más hermosura, casi como una sinfonía. Y así cerrar con el cuatro y los tambores.

Vytas ya lo han descrito como un Rick Wakeman tropical, y lo oímos así en Ganado, si esa gran manada de reses que pastan las llanuras de Venezuela. Ese sonido de los teclados con una melodía que pasa luego a la guitarra eléctrica del gran Pablo Manavello (1950-2016), se repite y repite como algo beethoveniano in crescendo. Pero el sintetizador y el piano son los reyes del tema, los platillos de la batería acompañan perfectamente con el bajo el viaje que te hace navegar Vytas en esas vacas que quizás lo inspiraron.

Hay un tema genial que se llama Caracas para locos el cual refleja casi en música disco con toques «jazzosos», el alboroto y tráfico de esa urbe latinoamericana, el sintetizador va al fondo, aunque lo super rítmico predomina. La batería, el pito y el bajo no te sueltan en esa orgia musical que te ajetrea, pero de forma divertida. Ya Caracas no es eso, dormida y probablemente muerta en la segunda década del siglo XXI, que afortunadamente Vytas no vio agotarse, ya que llegó hasta sus 57 años en Salzburgo, Austria, del año 2004. En Europa descansan sus restos en una bella tumba.

Aunque invito a escucharlo todo, quiero cerrar con su tema Ofrenda de 1993. El tronar del aguacero que se acerca, ese bajo eléctrico que te lleva, pero las cuerdas pulsadas del arpa dan la melodía introductoria, el sintetizador de fondo, con el cuatro que nunca falta, la lluvia al fondo se continúa escuchando. Las maracas, esas maracas. Golpes de agua, y más golpes de agua se notan al ritmo de la temporada de lluvia. El teclado parece trompas de una orquesta sinfónica que hacen de la canción algo notable. Se despide con el arpa y la tempestad anunciada por una voz coloquial y los truenos a lo lejos. Hasta siempre Vytas…