No olviden nunca que una crisis política o social bastará para poner en tela de juicio vuestros derechos, deben permanecer vigilantes durante toda su vida.

(Simone de Beauvoir)

Desde su lugar en el espacio público y frente al machismo rampante por parte de los hombres, del que ya hablamos en un artículo anterior, («Acoso, género y sexismo en la ciudad»), hoy son tres hermosas guerreras humanistas, feministas del sur, sonrientes, firmes, que unen tres objetivos: la búsqueda de la justicia, la igualdad de oportunidades y la implantación del liderazgo de las mujeres allí donde se encuentren, con un arma única, eficaz y salvadora, el arte y la cultura.

Tres historias, tres trayectorias que reúne el arte escénico: teatro, cine y música

Se unieron a mí en una hermosa mañana lluviosa arrullada por las canciones de Feyrouz, otra mujer de lucha, Ayda Ben Chaabane, Hend Ben Haj Ali y Yasmin Corrales, que representan un microcosmos de un verdadero laboratorio social. Son tres historias distintas, tres recorridos que, empezando por una temprana toma de conciencia, muestran cómo, a través de las experiencias, los éxitos, los esfuerzos, las luchas, los fracasos y las desilusiones, llegan a la escena política como mujeres de teatro, de cine, como directoras y autoras de convergencias artísticas y culturales para la salvaguardia de la memoria, las palabras, los gestos y la belleza de nuestra cultura africana, tunecina-africana y afrovenezolana.

Me han ofrecido el privilegio de adentrarme en sus respectivos universos por las luchas que están protagonizando.

Vamos a empezar con Ayda Ben Chaabane.

Ayda Ben Chaabane, es una mujer tunecina de 55 años, profesora de literatura francesa, expresidenta de la Coalición para las Mujeres Tunecinas, feminista y activista por los derechos humanos.

Frente a la injusticia en el seno de su familia, de las tareas domésticas que se le imponían mientras a su hermano no se le ocurría hacer nada y salir, al no aceptar nada de lo que se le imponía, desde muy joven emprendió su propia pequeña revolución personal e intelectual.

Me dijeron: eres una mujer salvaje y peligrosa. Estoy contando la verdad. Y la verdad es salvaje y peligrosa. He escrito artículos que alaban la libertad y tengo convicciones filosóficas. Pero mi mayor crimen es ser una mujer libre en una época en la que solo se toleran los esclavos. Nací con un cerebro pensante en una época en la que se quiere matar la razón.

(Nawal Saadaoui)

Lectura, teatro, cine y música...

Amante de la lectura, encontró muy pronto su libertad en la literatura francesa, en la latinoamericana, con una particular atracción hacia los movimientos revolucionarios de liberación en América Latina y en los panfletos escritos en tinta negra por los más grandes del mundo, mujeres y hombres.

A los 16 años, siendo una joven miembro del Partido Comunista, fundado en 1925 y el más cercano al pueblo en aquella época, siempre se sintió libre, donde el lugar de la mujer era fundamental y donde la igualdad entre hombres y mujeres era ya un hecho normal. Allí abrió los ojos y, muy joven, conoció a Nawal Saadaoui, Marcel Khalifa y Oumeima el Khalil, personajes emblemáticos y comprometidos con el arte y la cultura.

Sexismo...

Con su bachillerato en el bolsillo, y todavía implicada en el movimiento estudiantil, consiguió pasar la Escuela Nacional de Administración (ENA) de Túnez, pero debido a su activismo en el Partido Comunista, se le negó el acceso al Ministerio de Asuntos Exteriores cuando sus compañeros de la ENA fueron nombrados embajadores y embajadoras.

Todavía enfrentándose al sexismo, Ayda, una artista nata, realizó una película sobre la inmigración informal, Separación, seleccionada en 2009 para el concurso oficial de documentales tunecinos, pero el director de la película le quitó su nombre a pesar de todo el trabajo realizado y se apropió los honores y el éxito. Afortunadamente, poco después, se unió a una compañía de compromiso, «Les colombes blanches», que estaba recorriendo el país, introduciéndolo en la dinámica y los movimientos de protesta activos en los clubes de cine, de teatro y de canción comprometida, a pesar del dominio del partido gobernante de entonces sobre la democracia y sobre las instituciones del Estado, contra el que siempre se había posicionada.

«Mi mayor orgullo son mis alumnos y mi credo es hacer de ellos hombres y mujeres libres, futuras y futuros hacedores y hacedoras»

Es en la enseñanza secundaria, donde ejerce desde hace 34 años, donde su lucha ganó fuerza, permitiéndole ver la realidad de la sociedad a través de sus alumnos, a los que ha seguido sensibilizando, concienciando, y empoderando. Algunos de ellos que ahora son jueces, abogados, artistas, dirigentes de asociaciones y microempresas, y continúan la lucha para salvaguardar la patria, que ha caído en manos de una minoría que secuestró el levantamiento popular de 2011, nacido de las reivindicaciones de la izquierda obrera y estudiantil, y que, apoyada por países extranjeros, ha tomado el control de la transición democrática, impuso a la Asamblea Constituyente una constitución minada por las trampas que evocan la sharia, permitió el desmoronamiento del estado, el deterioro de la economía tunecina, del sector público en general y la erosión del poder adquisitivo de las ciudadanas y los ciudadanos, y que, a pesar de los asesinatos de dirigentes emblemáticos, los atentados contra los soldados y la guardia nacional, sigue actuando con impunidad.

«A pesar de la llegada de los terroristas en nuestras instituciones, hemos permanecido de pie». La Coalición para las Mujeres de Túnez

Junto con otras mujeres creó la red Coalición por las Mujeres de Túnez, con asociaciones culturales, educativas, infantiles y para la salud. La Coalición, presente en todo el territorio tunecino, ha realizado una colosal labor de defensa de los derechos de las mujeres, los jóvenes y los niños, a través de diversos proyectos sobre la ciudadanía, la participación de las mujeres en el ámbito público, la imagen de las mujeres en los medios de comunicación, así como mediante la formación. El éxito de este trabajo es notable, pues ya no vemos a las mujeres en los medios de comunicación hablando solo de cocina y cosmética, sino también de economía, política, gobierno, laicismo e incluso teología. El mayor éxito fue una formación para las elecciones municipales de 2018, que tuvo como resultado la elección de 15 valientes mujeres como «concejalas locales» en todo el país.

Investidos por la dramática actualidad que vive el país, colectivos, asociaciones y redes, incluida la Coalición, se movilizan: desde el debate y el mega movimiento por la anulación del artículo sobre la«complementariedad», en 2012, un artículo de la vergüenza, hasta la lucha por igualdad en las herencias, aún en curso, por la despenalización del consumo de drogas blandas, la ley 92-52, rehén de la dilación política tras la enésima condena de tres jóvenes a 30 años de cárcel por un porro de cannabis, por el desmantelamiento de la escuela coránica de Rgueb en 2019, denunciada por un reportaje televisivo que ha revelado las condiciones de salud, higiene y seguridad, violencia y abusos de 42 niños de entre 10 y 17 años. Al menos otros 200 campos similares han corrido la misma suerte.

«Tantas mujeres en la sombra nos han dado y nos siguen dando lecciones de valentía»

Ayda ha estado y sigue estando en contacto con campesinas, obreras, recolectoras de botellas, mujeres de toda condición que desafían a los islamistas y oportunistas en la sombra y se erigen en baluartes contra sus operaciones mafiosas y criminales: como esta mujer del barrio de Ghazela, bastión de los islamistas, que abrió un café, que fue saqueado varias veces, y sufrió una inspección fiscal, y que, a pesar de la violencia física, moral y verbal, sigue allí.

«Mi fuerza reside en la unidad y la humildad, cuanto más pretenciosas seamos menos eficaces seremos» —un claro mensaje a los egocéntricos

El egocentrismo de una cierta sociedad civil de izquierdas ha destruido la dinámica de la Coalición, también ciertas presidentas de asociaciones de la red, que debilitaron y luego bloquearon su funcionamiento. Sin embargo, la fuerza de las mujeres comprometidas debe residir en la reflexión, la autoevaluación y la autocrítica de los viejos mecanismos que no funcionaron, no en su continuidad.

Hemos observado en Túnez, durante los últimos 11 años, a antiguos activistas de «izquierda» apoyando un Estado teocrático, reivindicado por el islam político, fascista en su gobernanza, con una pseudo liberación de la dictadura, una pseudo libertad de expresión y unas pseudo libertades individuales.

De hecho, el extremismo también existe en la izquierda. Por eso tenemos que permanecer unidos y crear una estructura fuerte y funcional que respete los derechos consagrados en la Carta de la ONU con un proyecto que defender. La izquierda que queremos hoy debe respetar los derechos económicos, sociales, culturales y políticos, la libertad de expresión, el poder local, la autogestión en las regiones bajo control del Estado, la voluntad del pueblo, y acabar con la hegemonía sobre nuestros pueblos de los Estados poderosos que imponen leyes de mercado abusivas para saquear nuestras riquezas y someternos.

Los medios de comunicación, la radio... Darles voz a las palabras de las mujeres invisibilizadas por el sistema

Ayda, también condujo durante muchos meses, en 2021 y 2022, un programa en la nueva radio web R2C, «La tribuna de las libertades», a través del cual se debaten y denuncian los temas candentes del momento, tras 11 años de desastroso y dramático gobierno islamista.

Las mujeres que me han dado lecciones de vida, son mujeres desconocidas, que han dejado atrás toda la ostentación y las circunstancias y han tomado las riendas de sus vidas.

Todas las mujeres de Túnez son mujeres en lucha: en la ciudad o en las aldeas remotas, en las montañas, las chicas estudian, trabajan, las mujeres son activas en sus hogares, cuidan de sus hijos, trabajan fuera, mientras participan en los movimientos sociales. Tanto en la precariedad como en el sufrimiento, resisten a pesar de las dificultades. Una de ellas lo dejó todo para volver a estudiar, limpiando casas para vivir y pagar sus actividades y clases de teatro, y ahora se ha vuelto a casar, está felizmente casada y trabaja. También está Mabrouka, una pastora cuyos hijos, pastores, fueron degollados por los yihadistas en las montañas por haber sido denunciados. Hoy sigue luchando, denunciando y sensibilizando a la gente de su pueblo para que no ceda nunca ante las amenazas terroristas, con el lema «la patria ante todo».

«La lucha de las mujeres es de naturaleza progresista, no consagra el conservadurismo» como decía Zeineb Farhat, que fue una mujer abrumadora y brillante de generosidad y abnegación, cuya militancia por el arte y la cultura, nunca decayó a pesar de su lucha contra la enfermedad, que descanse en paz. Noura Borsali que fue extraordinaria. Y las que siguen luchando y movilizándose, y logrando cosas hermosas como Sonia Chamkhi en el cine y Mounira Zakraoui en el teatro, de las que nadie habla. Ahlem Belhaj, Yosra Frawes, y muchas otras que han construido Túnez desde la independencia hasta hoy.

No es posible participar en la liberación de un pueblo sin liberar a la mujer

«La lucha continúa, la lucha evoluciona, por lo que es imprescindible crear una red Sur-Sur con las mujeres de la cuenca mediterránea y las del resto de África y América Latina». Para Ayda, la verdadera lucha es la de las mujeres africanas y latinoamericanas, contra el imperialismo, la explotación de las riquezas de sus países, y por la consagración de la soberanía, la adquisición y el respeto de las libertades individuales, como el derecho al aborto para las mujeres latinoamericanas, y contra la ablación y por la igualdad en la herencia para las mujeres africanas y en los países árabes de Asia del oeste y la península arábiga.

Es inaceptable que una mujer que lucha por su país y por las libertades individuales y socioeconómicas no sea ella misma libre. Ante el fervor del pueblo tunecino, tras la decisión presidencial del 25 de julio de 2021 de congelar las actividades del parlamento y recientemente de disolverlo, las mujeres tunecinas deben unirse en torno a reivindicaciones más políticas que feministas. Concebir un estado de derecho sin la consagración de la plena ciudadanía y delegarlo en una élite que no está en sintonía con las demandas y necesidades fundamentales del pueblo es perjudicial para el proceso de transición democrática. Un Estado de Derecho es un Estado en el que las mujeres reciben el mismo trato que los hombres y en el que delegar en tal o cual candidato es inútil. Somos capaces de actuar y cambiar el curso de las cosas. ¿Por qué estar detrás de los hombres, cuando podemos estar junto a ellos, para cambiar y mejorar nuestro país?