Todo comenzó con una polémica, en torno a un debate informal, junto a amigas de lucha, entre mujeres feministas de sesenta, cincuenta, cuarenta y treinta años y jóvenes adultas, en todos los ámbitos, estudiantes, investigadoras, artistas, doctoras, artesanas, campesinas, poetas, profesoras de instituto, reunidas en torno a un café, en uno de los encantadores cafés de la capital Túnez, antes casi exclusivamente masculino, investido por las mujeres desde el levantamiento popular de 2011. Una polémica sobre el derecho a la ciudad que favorece a los hombres, en detrimento de las mujeres, ejerciendo una despectiva discriminación sexista hacia ellas por parte de un patriarcado en la plenitud de su poder.

Si la legendaria fundadora de Cartago es la reina fenicia Alyssa Didon, en torno al año 814 a.C., y si la moderna Túnez, en su primera república fundada por Bourguiba, revolucionó la región del norte de África, el Gran Magreb, toda África, y el momento de la independencia en 1956 mediante reformas vanguardistas a favor de los derechos de la mujer, ¿por qué no hay monumentos, y hay muy pocas calles con nombre de mujer? ¿Por qué esta ingrata falta de reconocimiento a las que hicieron a Túnez?

Aunque para honrar a las profesionales de la salud que están en primera línea en la lucha contra la pandemia de coronavirus se haya puesto en circulación un billete (que sustituye a Alyssa Didon) con la imagen de Tawhida Ben Cheikh, la primera mujer médico de Túnez, en África y en el mundo «musulmán» estamos lejos de un reconocimiento efectivo. Una Túnez que ostenta desde 1956 la abolición de la poligamia, la sustitución del repudio por el divorcio judicial, la abolición de la institución del tutor matrimonial, la estructuración de la familia tunecina y de toda la sociedad por la desaparición de la familia extensa en favor de la familia nuclear, y la progresiva sustitución del patriarca por la pareja parental, y que se enorgullece de sus verdaderos pilares, mujeres excepcionales que han grabado sus nombres en su historia, sólo reconoce a 10 de ellas, en 2019, inmortalizadas en placas con sus nombres y un «zócalo de las activistas» que por fin ha visto la luz en Túnez. Es un pequeño tributo que pagar por los sacrificios y las luchas que han hecho, y que sus descendientes siguen haciendo, desafiando las amenazas e intimidaciones, las agresiones y los ataques a su persona, su libertad y sus derechos como ciudadanas activas de pleno derecho.

Muchas de ellas se han distinguido por su lucha, su compromiso, su creatividad artística, su valor, sus logros deportivos y su estrategia y visión política progresista para hacer avanzar al país. Pero muy pocas han tenido el honor de que su nombre se atribuya a una carretera, una arteria importante del espacio público, un billete o una ley. Y aunque tengamos la primera jefa de gobierno en 60 años, las mujeres no sólo buscan ser reconocidas y celebradas dignamente, sino también los medios para desempeñar sus funciones en serio y forma, ¡porque no somos escaparates!

La exclusión de las mujeres del derecho a la ciudad, una discriminación sexista ejercida por el patriarcado

A medida que nuestra discusión se profundizaba, después de pasar por la historia, las épocas, los nombres de las calles, aterrizamos en el verdadero tema candente de todos los tiempos y de muchos países, ya sean en vías de desarrollo, subdesarrollados o desarrollados: el patriarcado y su papel en el mantenimiento de la desigualdad entre hombres y mujeres en el uso del espacio público, del espacio corporativo privado/público, del espacio político, económico y privado.

Y si nos limitamos esta vez a abordar el espacio público, o el derecho a la ciudad, siempre seguirán otros temas en torno a la desigualdad de género y la inseguridad.

Es cierto que la calle ha sido durante mucho tiempo pensada y construida por y para los hombres, y el patriarcado, o lo que se conoce como «dominación masculina», ha actuado la primera forma de globalización en el espacio urbano: el sexismo no responde a los sueños de las mujeres, no les da voz ni las escucha. Sin embargo, es contra el confinamiento al espacio privado y a las esferas restringidas del hogar y del vecindario inmediato contra lo que han luchado las mujeres.

El derecho a la movilidad segura negado a las mujeres

Aunque nos encontramos en el siglo XXI, a pesar de la ocupación del espacio público por parte de las mujeres desde hace muchos milenios, si creemos en los libros de historia, y en los relatos de nuestras abuelas para algunas, y de las líderes feministas, su inclusión en igualdad con los hombres sigue siendo una utopía. Mientras los hombres ocupan el espacio público libremente, sin límites ni obstáculos, las niñas y las mujeres, vulnerables al acoso callejero, se ven obligadas a adoptar enfoques restrictivos e injustos, donde sólo prevalecen la injusticia y la desigualdad.

Ser mujeres «despreocupadas» tanto en el campo como en la ciudad, y sentirse libres de moverse en el espacio público sigue siendo difícil, aunque sean usuarias de este espacio a través de su trabajo, estudios, compras, paseos y participación en la vida pública y política. Sin embargo, entre los lugares por los que pasan y los que evitan, hay muros invisibles que delimitan su camino, las marginan y varían según el lugar y el nivel de miedo que despierta. En algunas regiones, debido a las limitaciones personales o familiares, a la peligrosidad del trayecto a la escuela y al aumento de las agresiones en las zonas rurales y en las ciudades, llegan a abandonar los estudios, el trabajo y la escuela, con un absentismo que supera el 20% en algunas regiones, y los padres invocan, además de sus dificultades económicas, la necesidad de «preservar el honor» de su hija impidiéndole viajar a la escuela y mezclarse con los chicos, o por razones de seguridad relacionadas con los peligros de la carretera y la distancia. Algunos incluso, a pesar de la independencia económica de su hija, aumentan su recelo a la hora de acudir a determinados lugares, atreviéndose incluso a hacerla sentir culpable y prohibirle salir.

Algunas mujeres tienen incluso miedo de cruzar la puerta de su casa, sin haber reflexionado a dónde ir, qué ponerse y qué barrio evitar. La ciudad no está adaptada para su uso, la ausencia de aseos públicos adaptados a ellas y la ausencia de transporte público en su zona, además de la inseguridad, el sexismo y la negativa a alquilarles por ser jóvenes estudiantes, la intimidación, las agresiones verbales diarias de los conductores masculinos y el acoso, son factores que han empujado a un gran número de chicas y mujeres a renunciar a salir hasta para hacer las compras.

El levantamiento popular de 2011 y los nuevos espacios públicos

El simbolismo del cuerpo femenino, altamente sexualizado y que los hombres solían cubrir, velar y prohibir que apareciera y se viera, en el pasado y aún hoy en algunas familias extremadamente conservadoras, está compartiendo el espacio público con estos mismos hombres, que siguen considerándolas hasta el día de hoy como una provocación peligrosa y un objeto de deseo que hay que domesticar absolutamente, mediante el acoso moral o sexual en las calles, los transportes públicos y los pasillos de los edificios, y ejerciendo sus tocamientos, seguimientos y amenazas de represalias en caso de denuncia.

Sin embargo, los temores de las mujeres no están sistemáticamente vinculados a las violencias, aunque se basan en ellas, sino en la experiencia, la vida cotidiana y el posicionamiento político, entre la legitimidad y las relaciones de poder.

El levantamiento popular tunecino de 2011 estuvo en el centro de la reapropiación del espacio público y del espacio discursivo, político, social y económico por parte de las mujeres. Su renacimiento se produjo mediante debates organizados, reuniones políticas, sentadas y otras manifestaciones, y discusiones informales en las terrazas de los cafés. La política ya no se practica en círculos cerrados como en la época del dictador Ben Ali, sino en la calle.

Nuestras militantes feministas, pilares fundamentales de la sociedad civil tunecina, siempre han luchado, luchan y seguirán luchando con determinación y firmeza por la promoción de los derechos de todas las mujeres, respetando sus diferencias y diversidades, y siguen movilizándose contra la injusticia, la violencia y la segregación en los espacios públicos y privados. Ni la negación de sus derechos adquiridos al precio de sacrificios y luchas sin tregua, ni los ataques a su dignidad conseguirán desestabilizarlas y debilitar su determinación.

Además, bajo la presión de la sociedad civil nacional, liderada por la Coalición Nacional para Combatir la Violencia contra las Mujeres, nuestro país ha desarrollado un arsenal legal contra la violencia de género con una ley contra el acoso sexual en 2014, y una ley orgánica 58-2017 que abarca la persecución, protección, prevención y atención a las víctimas. Y ha ratificado previamente la mayoría de los convenios relativos a los derechos humanos de la mujer basados en la igualdad de género, incluida, desde 1985, la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, aunque con ciertas reservas, y siempre se ha comprometido a aplicar los distintos planes de acción de las conferencias a las que ha participado, como la de Viena de 1993, la de El Cairo de 1994 y la Plataforma de Acción de la conferencia de Pekín de 1995.

Hay una necesidad urgente de liberarse de la ansiedad que el espacio público crea para algunas. El lugar de las mujeres no es más en casa que el de los hombres, y el miedo que quieren crear los acosadores y potenciales agresores es una herramienta para controlar el territorio tal y como ellos lo ven, para esconder su miedo a ser invadidos por las mujeres. El acoso, la intimidación, los ataques, las agresiones verbales y físicas de estos hombres, ya sean conservadores, islamistas o simplemente machistas, son la expresión de una lucha de poder, heredada de generación en generación, como un traspaso, con la ayuda de un sistema que lleva décadas funcionando. Y por muy «progresista» que parezca, este sistema sigue corrompido por un machismo y un patriarcado inquebrantables.

¡Pero cuando los salafistas en 2012 atacaron a una chica que se bañaba en el mar frente a su casa, al día siguiente y durante todo el verano, todas las playas de la costa tunecina fueron invadidas por hordas de chicas en bikini! Y cuando atacaron las librerías y rompieron sus escaparates y ordenaron a los libreros que cerraran y retiraran los libros escritos por mujeres, o sobre temas considerados por ellos contrarios al pudor o que contenían fotos de mujeres, al día siguiente, miles de personas nos sentamos en las aceras de las calles y avenidas de todas las grandes ciudades, con un libro en la mano, en el suelo, hijas, esposas, abuelas y abuelos, padres, hermanos, maridos, hijos, compañeros, camaradas. El poder de resistencia de nuestras mujeres y compatriotas también es inquebrantable.

Es por ello por lo que las mujeres siempre han optado, junto con la juventud marginada por el poder vigente, las verdaderas fuerzas de cambio en nuestro país, por situarse en el camino de la lucha y la resistencia a un sistema corrupto, patriarcal, retrógrado y hostil a los derechos y las libertades.

Nuevos paradigmas para aplicar el derecho de las mujeres a la ciudad, bella porque rebelde

Cualquier lucha feminista en nuestro país ha sido acompañada por una fuerte y creciente presencia a nivel internacional, y el debate sobre la desigualdad en el espacio público y la necesidad de su ocupación y feminización, es un componente a escala global de las luchas feministas que se unen de forma solidaria en todo el mundo.

Nunca hemos sido un país de balbuceos, y nuestras mujeres no dejarán que el péndulo de la historia retroceda hacia el fortalecimiento del patriarcado, sino hacia su desmantelamiento. El derecho de las mujeres a la ciudad es esencial para una ciudad viva y bella: una ciudad hermosa porque se rebela contra el patriarcado, basándose en nuevos paradigmas para adoptar todas las medidas necesarias, normativas, urbanísticas, económicas y sociales, de las que el Manifiesto por el Derecho de las Mujeres a la Ciudad es una referencia imprescindible. Promovido desde 2019 a nivel internacional por una red de organizaciones en torno a la Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad, estimula hasta la fecha el debate, la concienciación y la aplicación de políticas consecuentes en todas partes, Túnez incluida.

Este Manifiesto pretende combatir la discriminación contra las mujeres y las niñas en todas sus formas, garantizando su pleno desarrollo personal, su igualdad en el ejercicio y realización de sus derechos de ciudadanía: paridad en la participación política; liberación y protección de las mujeres de toda violencia, física, psicológica, verbal, material o simbólica; libertad de circulación; garantía de una vivienda adecuada, incluida la seguridad de la tenencia y los derechos de herencia; reconocimiento, valoración y redistribución del trabajo de cuidados y de la atención comunitaria; acceso justo y asequible a los bienes públicos, servicios y oportunidades que ofrecen las ciudades, teniendo en cuenta la diversidad de las mujeres ; que las mujeres tengan una voz activa y decisiva en el proceso de planificación, diseño, producción, uso y ocupación del espacio urbano; promoción de su autonomía económica, igualdad en el empleo, dignidad e igualdad salarial; promoción de la igualdad de género en el acceso al crédito y a los mercados y en la defensa del medio ambiente y de la vida; eliminación de las desigualdades sociales, económicas y de género entre lo rural y lo urbano.

¿Un libro de sueños o una agenda de trabajo y movilización?

Hasta ahora, los poderes públicos han estado mucho más preocupados por resolver los problemas de la gestión urbana cotidiana, basados en el paradigma patriarcal, que por encontrar formas de diseñar un urbanismo y una gobernanza territorial democráticos, basados en la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que permitan prever cambios en las formas de producir y, por tanto, de utilizar los espacios públicos.

Este es el reto, pasar del debate a la acción, de un libro de sueños a una agenda de trabajo y movilización.

Es la hora de actuar de inmediato: el derecho de las mujeres a la seguridad

Las mujeres ya no tienen que enfrentarse a la inseguridad de forma individual. Es hora de que los poderes públicos presten una atención específica a la cuestión de la seguridad de las mujeres en las ciudades, al machismo, a los obstáculos a los que se enfrentan. Deben ponerse las gafas para luchar contra esta discriminación espacial que alimenta la inseguridad, a través de las buenas prácticas, subrayadas por ONU Mujeres, y de la educación para la ciudadanía y la igualdad de género, que es esencial desde la edad más temprana.

El diseño y la disposición de un espacio pueden acentuar las desigualdades de género o hacer avanzar la igualdad de género.

Cuanto más seguros, acogedores, limpios y abiertos sean los espacios, más mujeres y hombres podrán vivir en armonía en el espacio público. Facilidad de acceso al espacio y de salida del mismo, trabajando en los volúmenes, los materiales del suelo, más bancos, facilidad de movimiento dentro del espacio público, buena iluminación para que la gente pueda ver y ser vista, señales fáciles de leer, pasillos despejados y bien mantenidos donde los usuarios puedan verse fácilmente, buena visibilidad de todo el espacio, sin recovecos en los que esconderse, instalaciones para niños y personas mayores (muchas de las cuales son atendidas por mujeres), entorno urbano (aceras bajas y anchas para carritos, sillas de ruedas y andadores y zonas de baja velocidad, aseos limpios, seguros y de fácil acceso con lugares para cambiar pañales).

Una agenda para todas, para ser discutida y puesta en práctica, no sólo en los días de la mujer y no sólo por las mujeres.

Notas

Falú, A. (2021). ¿Cómo pensar el Derecho de las Mujeres a la Ciudad? Plataforma Global por el Derecho a la Ciudad de las Mujeres.
IAI. (2019). Manifiesto por El Derecho a la Ciudad de las Mujeres.
Khanna, N. y Puthran, P. (2020). Women In Public Spaces: When Gender Is Ignored While Shaping Cities. Feminism in India. Noviembre, 12.
Luxembourg, C. (2021). Le Droit à la ville pour les Femmes. Silomag. Septiembre.
Nawat. (2015). Harcèlement sexuel: Un jour… un combat. Noviembre 18.
ONU Mujeres (2020). Iniciativa Insignia Mundial Ciudades Seguras y Espacios Públicos Seguros para las Mujeres y las Niñas: Segundo compendio internacional de prácticas.
Rouen.fr. (2021). Consultation en ligne sur la dénomination des noms d'espaces publics du futur quartier Flaubert. Septiembre, 2.
Schwab, P. N. (2020). The feminisation of street names: useful debate or a political artifice? Marzo, 11.
Ville de Paris. (2021). Féminisons les noms des rues! Junio, 23.