En diversas publicaciones he hecho referencia a la existencia del paradigma de «opuestos en lucha por prevalecer» que marca por miles de años nuestro comportamiento como humanidad, de la necesidad de poder «sembrar» para modificar nuestra cultura relacional que nos conduzca hacia un nuevo paradigma que lo he denominado Paradigma de la Inclusión a través de incluir en los Programas nacionales de Educación tanto para lo público como lo privado, la entrega a los niños y jóvenes de herramientas para desenvolver la consciencia, apuntando a poder vivir los valores más preciados de la humanidad relacionados a la inclusión de la diversidad, la solidaridad, la probidad, la ética, el autocontrol empatizando con los demás, la amplitud mental, entre otros.

También he postulado a que los países y sus sociedades prioricen el bien común ciudadano. En ese caso la sola existencia de partidos políticos que apuntan a defender sus creencias, sus intereses, no tienen sentido.

El bien común nos ha de incluir a todos. De allí que postulo a una nueva democracia con un sistema legislativo diferente sobre la base de personas multidisciplinarias que trabajen en equipo, con competencias y antecedentes personales adecuados y con unas 3 personas elegidas desde las bases ciudadanas a fin de aportar, preguntar y dar visto bueno al texto legal que se confeccione, en el sentido de que es entendible, previa consulta activa con sus bases. Una democracia participativa y activa que habrá que crear.

Todas estas son «ideas fuerza» basadas, por una parte, en la evidencia de cómo está funcionando nuestra humanidad, la crisis mundial de liderazgos, la confusión y relativización valórica existente, la deslegitimación de las Instituciones en casi todos lados, entre tantos aspectos preocupantes, y, por otra parte, mi limitada experiencia personal de trabajar interior y exteriormente con la propia consciencia, por unos 60 años junto a otras personas que lo han estado intentando.

Mientras escribo este artículo, está desatado el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que confirma que el equilibrio en base a la fuerza tan propio del actual paradigma, tiene cada vez menos sustento en el tiempo por los enormes riesgos que significa, ya que los medios han difundido incluso amenazas de ataque con armas nucleares. La autodestrucción de la humanidad surge nuevamente como una amenaza que está presente en el actual paradigma en un «pseudo equilibrio» que se nos aparece como demasiado inestable.

Dudas que se pueden presentar

Un querido amigo refiriéndose a mis artículos me ha planteado sus dudas, todas las cuales me parecen muy válidas, que nos invitan a seguir reflexionando acerca de estos temas.

Respecto al paradigma, mi amigo me decía que «no existe ese paradigma» lo que existe es la «naturaleza humana» que no puedes cambiar. Siempre ha habido guerras, conflictos, pobreza... No lo puedes cambiar… Esta afirmación que parece ser «evidente», no parece tener una base científica en el sentido de que nuestra manera de relacionarnos sea «parte de nuestra naturaleza» y que no podamos siquiera manejarla.

El actual paradigma se manifiesta en nuestra manera de relacionarnos y nada confirma o desmiente que no se pueda cambiar a términos diferentes a través de un trabajo sistemático y perseverante en el tiempo orientado a desenvolver nuestra consciencia.

Al no estar determinada la afirmación de mi amigo, ¿No es mejor apostar a que podemos trabajar en nosotros mismos a fin de relacionarnos de un modo diferente?, en lugar de quedarnos sin hacer nada confiando en que, a pesar de las evidencias de las consecuencias de nuestro modo de relacionarnos, «no pasará nada»; ya que, hasta ahora, fuera de los destrozos, dolores y muertes aun nos mantenemos sobre el planeta.

Otro aspecto que señalaba mi amigo es que le tiene horror a que exista como parte del Programa Educacional, profesores que pretendan enseñar herramientas para desenvolver la consciencia dado que existe el peligro de que se dediquen a concientizar a los niños en determinado tipo de ideologías y creencias. Eso se ha hecho en más de algún régimen autoritario…

Esta duda me parece legítima y preocupante si la selección de profesores y monitores no se hace con máximo cuidado y se va experimentando de manera paulatina. Los cambios no han de hacerse generalizados sino con base en «experiencias pilotos». Es un asunto práctico. No olvidemos que se trata sólo de profundizar en valores relacionales como el respeto mutuo, la solidaridad, la apertura, técnicas de dialogo. Entregar herramientas para su uso creativo y libre para el desenvolvimiento de la consciencia. Esas herramientas y ejercicios han de ser neutros y los profesores no deben difundir doctrinas o creencias. Eso ha de ser muy controlado por quienes a su vez forman ese profesorado.

En mi caso personal, he practicado esas herramientas por unos 60 años, y creo que me han sido útiles para ampliar mi mente y generar diálogos, para evitar o disminuir drásticamente la descalificación de otros, entre tantos aspectos. No sé de manera científica que pasaría conmigo si no estuviese practicando en ello. No tengo como demostrar su efecto.

Por otro lado, decía mi amigo que poder encontrar personas que legislen «para todos los ciudadanos» más allá de sus propias creencias, doctrinas, intereses, es casi imposible. Que por eso los partidos son indispensables, que no cree en esa capacidad de la gente y que con los políticos ya sabes que es lo que apoyarán.

No creo que necesariamente no sea posible, si apuntamos hacia un cambio de paradigma, el encontrar gente que se postule para legislar aprendiendo a pensar en todos/as, sin dejar de ser «el mismo», en sus pertenencias, credos, visiones del mundo y de la vida, y al mismo tiempo, sea capaz de legislar incluyendo a quienes tienen visiones diversas.

Reconocer que «no soy dueño de la verdad» y que somos diversos de manera que el libre albedrío de cada cual es fundamental, es parte de un proceso que lleva a cambiar el actual paradigma. No se necesita «dejar de ser quien soy» para legislar incluyendo a quienes puedan tener pertenencias diferentes a la mía.

La selección de los legisladores en equipos multidisciplinarios ha de ser sobre protocolos similares a la selección de los profesores y monitores para entregar herramientas de desenvolvimiento de la consciencia a través de la educación.

Ser capaz de aceptar diversas visiones que se respeten es la base de un paradigma que priorice el bien común, de allí es que en lugar de ocuparnos en lo que cree cada cual, se apunta a su capacidad de escuchar, de incluir, de dialogar y trabajar en equipo. No importará que tipo de credos, pertenencias o pensamientos tenga cada persona, sino que aprendan a legislar priorizando el bien común. Hay temas como la legislación acerca de divorcio, aborto, eutanasia, donde cada persona tiene su visión que debe ser respetada y cada cual aplicando su libre albedrío elegirá si utiliza o no la legislación vigente según lo que le hace sentido.

Otro/a dialogante decía:

La clave para enfrentar efectivamente un problema es tener un buen diagnóstico. El punto está en que en materias económico-sociales, políticas y nacionales están nuestros intereses, ideologías, emociones y nacionalismos muy involucrados. Por lo mismo resulta extremadamente difícil llegar a una posición de objetividad que en definitiva supone efectivamente saberse poner en el lugar del otro. Te doy un simple ejemplo: Durante casi cien años tuvimos en nuestra principal plaza de Santiago homenajeando la figura de quien, no solo llegó a ocupar Lima (como sería el general que llegue a ocupar Kiev) sino que encabezó una cruel ocupación. ¡Y ni se nos pasó por la cabeza, o nos importó en absoluto, que ello heriría grave y gratuitamente el sentimiento de los peruanos! Claro, supongamos la situación inversa. Que Chile hubiese perdido la Guerra del Pacífico; que Atacama hoy día fuese peruano o boliviano; y que en la principal plaza de Lima hubiese estado homenajeada hasta hace poco la figura del general peruano que ocupó y encabezó una cruel ocupación de Santiago.

Sus comentarios también me parecen muy efectivos y válidos. Es indiscutible que cada quien tiene sus intereses, visiones del mundo y de la vida (lo prefiero al término ideología), pertenencias, etc. Lo que cambia es el enfoque del diagnóstico dado que lo que está sucediendo en nuestra relación como seres humanos es bastante coincidente en cuanto a sus expresiones. De ese enfoque, respecto a un diagnóstico coincidente, ha de surgir lo que se nos ocurre para superar la tragedia existente que parece ser la consecuencia esencial de nuestros diagnósticos.

Mi enfoque del diagnóstico apunta a que la manera como nos estamos relacionando no resiste más: ya no es sustentable. De allí que postulo, sumándome a más gente que piensa de modo similar, que el estado de consciencia en que está la humanidad, «incrustada» hace miles de años en un paradigma donde la solución a las diferencias se pretende buscar a través de la «lucha de opuestos por prevalecer», a veces de manera violenta y destructiva, pareciera tener sus días contados, con una humanidad destinada a desaparecer auto destruyéndose si no cambiamos ese paradigma mental y vivencial.

El actual paradigma lleva a que los diversos conflictos no se solucionen. Se recurre a la violencia, a tratar de imponer ciertas visiones sin escuchar otras, y finalmente azuzados por los medios, los políticos, los pseudo líderes, y las redes sociales (entre otros), se traduce en que los conflictos se mantienen o se agravan.

Ciertamente la visión de unos es muy diferente a la de los otros y nadie se detiene a darse cuenta de que ambas visiones distintas son válidas. La visión del peruano y la del chileno, desde sus puntos de vista son válidas al recordar sus historias, pero es hora de pasar a otra actitud; y eso mismo, para todos los conflictos antiguos y presentes. Lo que ya no tiene sustento es pretender seguir igual: sosteniendo los conflictos y pretendiendo imponerse respecto «del otro/a» por «la razón o la fuerza». Ese tan triste lema de nuestro escudo chileno que hace mucho tiempo tendríamos que haberlo cambiado y que es el fiel reflejo de como funcionamos. Lo peor es que la «razón» en la mayor parte de los casos se sustenta en creencias, prejuicios y mucha ignorancia que por lo demás es actualmente parte de nuestras limitaciones.

No tiene sentido insistir en seguir viviendo un paradigma que solo nos lleva a la destrucción mutua; porque pensar «que nada se puede hacer, que es algo natural, que se va a arreglar solo», es demasiado riesgoso. Ya refería que, en algún medio, aparecía que Putin amenazaba con un ataque nuclear… Hitler de haber tenido esa arma posiblemente lo habría hecho. No sé si es cierto o es un fake news, pero demuestra como funcionamos y qué tipo de mensajes nos trasmitimos.

Completando nuestro diagnóstico: Desastre ecológico, calentamiento global, destrozo y desaparición de especies, migraciones forzadas de seres humanos, muertes, dolor, destrucción… a eso lleva la «lucha entre los opuestos por prevalecer». Siempre unos desean estar «por encima» de los otros/as.

No se trata de buscar «objetividad», se trata de aceptarnos en nuestras diferencias y respetarnos mutuamente. El diagnóstico de lo que nos sucede es similar. El enfoque es el que interesa. Pareciera que la salida no es buscar quien tiene razón, sino cómo podemos de una vez por todas modificar el rumbo de nuestras prioridades reconociendo quienes somos: nuestras limitaciones, nuestras fragilidades, nuestra ignorancia, nuestra pequeñez y también nuestras posibilidades. De lo que hemos desarrollado en lo filosófico y valórico, en lo científico y en lo tecnológico.

Desde allí postulo la necesidad de generar un gran movimiento de «apertura mental», de inclusión en la diversidad, donde nos relacionemos validando nuestros aparentes intereses contrapuestos los validemos a través de integrarlos en una visión de otro nivel mental, espiritual, social. Por ese lado se iría generando un proceso en el tiempo de sembrar hacia el cambio de paradigma: «De la inclusión, de lo sistémico, de lo integral». Es apostar de que es posible hacer esa siembra, de trabajar en desenvolver nuestra consciencia. De todas formas, la peor alternativa sería «quedarnos pasivos como si nada ocurriese» y no tomar iniciativa alguna.

Una relación de inclusión, de validarnos e integrarnos implica un desenvolvimiento de nuestra consciencia aceptándonos en nuestra diversidad sin pretender que nuestra visión o nuestros «intereses» se impongan a los demás. En eso consiste el priorizar el bien común y es por eso que en una nueva democracia los legisladores no pueden generarse desde algún partido, sino desde la consciencia más desenvuelta de quienes legislan al hacerlo para todos/as incluyendo todas las visiones, credos, o elecciones. Eso, independientemente a sus propias formas de ver y vivir… ¡Y sin duda con visiones valóricas y científicas!

Es la actitud dialogante que escucha a los demás, empatiza y trata de renunciar. Como el «ultra rico» que se da cuenta que puede hacer muchas obras para la sociedad, y renuncia a seguir «amasando» para sí mismo. El desenvolvimiento de la consciencia permite descubrir la riqueza de lo que es servir, entregar, compartir y disfrutar de una sociedad armónica que dados los medios de los que disponemos como humanidad racional, emocional y espiritualmente hablando, no tiene por qué ser imposible.