El año 2020 hizo 75 años de la aprobación de la Carta de las Naciones Unidas y, por lo tanto, del nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Con motivo de este hecho, el 21 de septiembre del 2020, en el acto de obertura de la 75ª sesión anual de la Asamblea General de la ONU, se hizo la correspondiente conmemoración. El hecho central de la misma fue la aprobación extraordinaria por parte de la Asamblea General de una «Declaración sobre la conmemoración del 75 aniversario de las Naciones Unidas».

No podía ser cualquier declaración. Aunque también sea cierto que fuera cual fuera sería considerada como insuficiente y, en definitiva, como reflejo de la debilidad del papel de la organización al empezar esta nueva década del siglo XXI. Con, además, una pandemia en auge que sacudía al mundo entero y lo sumía en un mayor pesimismo en relación con la cantidad e importancia de los problemas que acucian a la humanidad y que, cada día que pasa, ponen más en entredicho el papel y capacidad, ante ellos, de la propia ONU.

Todo ello se vivía y se sigue viviendo bajo los períodos de mandato al frente de la organización del secretario general Antònio Guterres. Que, como mínimo hasta ahora que está empezando su segundo mandato, también es considerado un secretario general débil y relativamente irrelevante ante el mundo; diríamos, que en consonancia con la baja tonalidad de los tiempos que, como ya hemos dicho, viviría la organización.

Sobre el pensamiento del actual secretario general de la ONU, Sr. Antònio Guterres

¿Pero qué piensa, que escribe, que propone… este secretario general actual de la ONU? No es fácil responder a esta pregunta, pero en este caso tenemos un texto que quizás puede responder en parte a la misma. Se trata de un texto previo a la conmemoración del 75 aniversario de la ONU. Una lección magistral impartida en el día de Nelson Mandela de aquel 2020 y, por lo tanto, en un momento en que el secretario general ya estaba, seguro, plenamente imbuido del espíritu y los contenidos de la inminente conmemoración del 75 aniversario de las Naciones Unidas. Podemos encontrar este texto aquí: Encarar la pandemia de la desigualdad: Un nuevo contrato social para una nueva era. Nos atreveríamos a decir que es un texto que refleja bastante bien lo que el secretario general tenía ya en mente pensando en aquella conmemoración del 75 aniversario y, sobre todo, en lo que esta podría y debería significar para el futuro de la organización de las Naciones Unidas. Los autores de este artículo nos sentimos muy cómodos dentro de este texto, por lo que a continuación destacamos algunas citas textuales.

I) La COVID-19 es como una radiografía que revela las fracturas en el esqueleto frágil de las sociedades que hemos construido;

La mentira de que los mercados libres pueden proporcionar asistencia sanitaria para todos;
La ficción de que el trabajo de cuidados no remunerado no es trabajo;
El engaño de que vivimos en un mundo post-racista;
El mito de que todos estamos en el mismo barco.

Pues si bien todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en super-yates mientras otros se aferran a desechos flotantes.

La respuesta a la pandemia y al descontento generalizado que la precedió deberá basarse en un Nuevo Contrato Social y un Nuevo Acuerdo Global que creen igualdad de oportunidades para todos y respeto por los derechos y libertades de todos.

Un Nuevo Contrato Social en las sociedades permitirá a los jóvenes vivir con dignidad; asegurará que las mujeres tengan las mismas perspectivas y oportunidades que los hombres; y protegerá a los enfermos, a los vulnerables y a las minorías de todo tipo.

II) La desigualdad define nuestro tiempo.

Múltiples desigualdades se intersectan y refuerzan entre sí de generación en generación. La vida y las expectativas de millones de personas están en gran medida determinadas por las circunstancias de su nacimiento.

La lucha contra la desigualdad ha sido una fuerza impulsora en favor de la justicia social, los derechos laborales y la igualdad de género.

La visión y la promesa de las Naciones Unidas es que los alimentos, la atención de la salud, el agua y el saneamiento, la educación, el trabajo decente y la seguridad social no son mercancías que se vendan a quienes puedan pagarlas, sino derechos humanos básicos que tenemos todos.

Trabajamos para reducir la desigualdad, todos los días, en todas partes.

El aumento de las brechas de confianza entre personas, instituciones y líderes nos amenaza a todos.

Las personas quieren sistemas sociales y económicos que beneficien a todos. También quieren que se respeten sus derechos humanos y libertades fundamentales. Quieren tener voz y voto en las decisiones que afectan a sus vidas.

Las mujeres de todo el mundo han llamado la atención sobre uno de los ejemplos más atroces de desigualdad de género: la violencia perpetrada por hombres poderosos contra mujeres que simplemente tratan de hacer su trabajo.

El movimiento antirracista que se ha extendido desde los Estados Unidos por todo el mundo tras el asesinato de George Floyd es una señal más de que las personas han dicho basta: Basta de desigualdad y de discriminación que trata a las personas como delincuentes por el color de su piel.

III) Las naciones que salieron al frente de las Naciones Unidas hace más de siete décadas han rechazado contemplar las reformas necesarias para cambiar las relaciones de poder en las instituciones internacionales.

Esto es especialmente cierto en el caso de la composición y de los derechos de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y los consejos del sistema de las instituciones financieras y económicas de Bretton Woods.

La desigualdad comienza en lo alto, en las instituciones globales. Hay que abordar la desigualdad para reformarlas.

Las disparidades profundas comienzan antes del nacimiento y definen vidas y muertes tempranas. Y una nueva generación de desigualdades va más allá de los ingresos y la riqueza, para abarcar los conocimientos y las habilidades necesarias para tener éxito en el mundo actual.

Ponemos cara a los hechos. El sistema político y económico mundial no aporta bienes públicos globales críticos: salud pública, acción climática, desarrollo sostenible, paz.

Para cerrar estos vacíos y hacer posible el nuevo contrato social, necesitamos un nuevo acuerdo global para garantizar que el poder, la riqueza y las oportunidades se comparten de manera más amplia y justa internacionalmente. Un nuevo modelo de gobernanza global que debe basarse en la participación plena, inclusiva e igualitaria en las instituciones globales. El mundo en desarrollo debe tener una voz mucho más fuerte en la toma de decisiones globales. Hay que evitar flujos financieros ilegítimos, blanqueo de capitales y evasión de impuestos.

IV) De cara al futuro, dos cambios sísmicos configurarán el siglo XXI: la crisis climática y la transformación digital.

Ambos podrían ensanchar aún más las desigualdades.

La brecha digital refuerza las divisiones sociales y económicas, de la alfabetización a la atención sanitaria, de lo urbano a lo rural, del jardín de infancia a la universidad. Estamos en peligro de tener un mundo con una rendija insalvable de dos velocidades.

Al mismo tiempo, hacia el 2050, estimamos que la aceleración del cambio climático afectará a millones de personas a través de malnutrición, malaria y otras enfermedades, migraciones y eventos meteorológicos extremos. Esto crea serias amenazas para la igualdad y la justicia entre generaciones. Los jóvenes manifestantes climáticos actuales están en la primera línea de la lucha contra la desigualdad. Es por eso por lo que hacemos un llamado no solo a la acción climática, sino a la justicia climática.

Los líderes políticos deben alzar su ambición, las empresas deben alzar su visión, y la gente de todas partes debe alzar la voz. Hay una manera mucho mejor de hacer las cosas y hay que aprovecharla.

V) Un mundo cambiante requiere una nueva generación de políticas de protección social con nuevas redes de seguridad, incluida la cobertura sanitaria universal y la exigencia de un ingreso básico universal.

Es fundamental establecer niveles mínimos de protección social y revertir la inversión crónica en servicios públicos, incluidos la educación, la asistencia sanitaria y el acceso a Internet.

Necesitamos programas de acción afirmativa y políticas dirigidas para abordar y enderezar las desigualdades históricas en materia de género, raza o etnia que han sido reforzadas por malas concepciones y praxis de muchas normas sociales.

Como decía Nelson Mandela: «Uno de los retos de nuestro tiempo es volver a inculcar en la conciencia de nuestro pueblo este sentido de solidaridad humana, de estar en el mundo los unos por otros y a causa de los otros». Nos debemos los unos a los otros. O luchamos juntos o nos hundimos.

Hoy, a las manifestaciones por la igualdad racial, en las campañas contra el discurso del odio, en las luchas de las personas que reivindican sus derechos y defienden las generaciones futuras vemos los inicios de un nuevo movimiento. Este movimiento rechaza la desigualdad y la división y une a los jóvenes, la sociedad civil, el sector privado, el presente y el futuro, las ciudades, las regiones, etc. en pos de las políticas de paz, del cuidado de nuestro planeta, de la justicia y de los derechos humanos para todos. Ya está marcando la diferencia...

Ahora es el momento en que los líderes globales deben decidir: ¿sucumbiremos al caos, la división y la desigualdad? O bien ¿iremos corrigiendo los males del pasado y avanzaremos juntos, por el bien de todos?

Estamos en un punto de ruptura. Pero sabemos a qué lado de la historia nos encontramos.

Declaración sobre la conmemoración del 75 aniversario de las Naciones Unidas

Tal y como ya hemos dicho, con motivo de la celebración del 75 aniversario de las Naciones Unidas, la Asamblea General aprobó, extraordinariamente, la «Declaración sobre la conmemoración del 75 aniversario de las Naciones Unidas». Destacaremos de la misma los doce puntos que, después de una de las iluminantes frases de la Declaración, se consideran como los doce compromisos que se adoptan en la misma y que aún nos acompañan en el estadio político actual —en el seno de la ONU— de la post Declaración:

Por lo tanto, no nos hemos reunido para celebrar, sino para tomar medidas; guiados por los propósitos y principios de la Carta, estamos aquí para asegurar el futuro que queremos y las Naciones Unidas que necesitamos.

1) No dejaremos a nadie atrás.
2) Protegeremos nuestro planeta.
3) Promoveremos la paz y prevendremos los conflictos.
4) Acataremos el derecho internacional y garantizaremos la justicia.
5) Centraremos nuestra atención en las mujeres y las niñas.
6) Fomentaremos la confianza.
7) Mejoraremos la cooperación digital.
8) Modernizaremos las Naciones Unidas.
9) Aseguraremos una financiación sostenible.
10) Impulsaremos las alianzas.
11) Escucharemos a la juventud y trabajaremos con ella.
12) Estaremos preparados.

Y acabaremos, sobre todo, recogiendo y destacando también aquí, y textualmente, los tres últimos párrafos de la Declaración:

Lo que acordemos hoy afectará a la sostenibilidad de nuestro planeta, así como al bienestar de otras generaciones durante décadas. A través de una acción mundial revitalizada y aprovechando los progresos alcanzados en los últimos 75 años, estamos decididos a asegurar el futuro que queremos. Para ello, movilizaremos recursos, redoblaremos nuestros esfuerzos y demostraremos una voluntad política y un liderazgo sin precedentes. Trabajaremos junto con los asociados para fortalecer la coordinación y la gobernanza global en favor del futuro común de las generaciones presentes y futuras.

Solicitamos al secretario general que presente un informe antes de que finalice el septuagésimo quinto período de sesiones de la asamblea general con recomendaciones para promover nuestra agenda común y responder a los desafíos actuales y futuros.

Nos comprometemos a presentar esta declaración a nuestra ciudadanía, con el verdadero espíritu de «Nosotros los pueblos».

«Nuestra agenda común». Informe del secretario general de la ONU del 5 de agosto de 2021

Dando escrupuloso cumplimiento al penúltimo de los párrafos recogidos en la Declaración citada en el apartado anterior de este artículo, el 5 de agosto de 2021, el secretario general de la ONU presentaba su informe sobre «Nuestra agenda común».

El lector puede encontrarlo en una edición a todo color, muy bien ilustrada y también en español.

En estos momentos, en los meses de febrero y marzo de este 2022, la Asamblea General de la ONU tendrá sesiones especiales de debate sobre el mismo. Volveremos a hablar de ello al final de este artículo. Pero queremos subrayar ya aquí que, también por el procedimiento y trato recibido, quizás estamos delante de la pieza política de más importancia de los últimos tiempos para el futuro próximo de la ONU y, por lo tanto, para el futuro de toda la humanidad.

Y todo esto transcurre, sin que exista prácticamente ninguna conciencia pública del momento realmente importante y quizás transcendente en que nos encontramos. El mundo «se comunica cada vez peor». El permanente, ruidoso y ensordecedor alboroto existente en las dinámicas de la comunicación mundial —entre redes «sociales», influenciadores, fake news, etc.—, silencia, en cambio y peligrosamente, hechos y realidades que deberían formar parte, como mínimo, del nivel de una opinión pública bien informada.

Pues bien, en relación con este informe, y en un artículo de las dimensiones apropiadas al medio en que se publica, haremos hoy tres cosas (¡no son posibles más!):

  • Destacar algunos de los párrafos del resumen del informe que, más que un resumen, es una síntesis política, en nuestra opinión muy interesante, del informe sobre «Nuestra agenda común».

  • Llamar la atención, sobre la siguiente «infografía» que, a continuación del citado resumen, recoge las «Propuestas clave para cumplir los 12 compromisos de la Declaración sobre la conmemoración del 75 aniversario de las Naciones Unidas». Digamos solamente que la mayoría de las acciones propuestas están alineadas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y se han concebido, en este caso, para acelerar su consecución. Que el informe en sí mismo es la justificación, presentación y elaboración de estas propuestas. Pero que, en cambio, el resultado general: tanto del informe en sí mismo como de lo que contiene entre líneas, es una verdadera propuesta de salto político hacia adelante que, por supuesto, va mucho más allá de lo que supone su alineación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es una verdadera nueva propuesta de la que podría/debería ser «Nuestra agenda común» en estos momentos de la historia.


Infografía

  • Entrar, aunque poco, en solo uno de los 12 Bloques de Propuestas anteriores: el correspondiente al compromiso 2 de la declaración conmemorativa del 75 aniversario: proteger nuestro planeta.

Ocasiones habrá para contemplar otros aspectos del documento y, sobre todo, también, del camino que vayan recorriendo.

Subrayar también, ya en este momento, que tal vez el bloque considerado no sea ni el más «novedoso» ni el más «alumbrador», pero sí es el que está más cerca de los temas de cambio climático a los que estos autores se dedican muy principalmente. Y es por este último motivo por el que, anunciémoslo también ya en este momento, que creemos que en el inminente debate que tendrá lugar en la Asamblea General de la ONU sobre el Informe, y habiendo el próximo marzo una sesión completa dedicada a este bloque del informe, será necesario intentar influir allí, desde las posibilidades que tengamos todos para ello, en alinear «Nuestra agenda común» con el progresista, avanzado y más recientemente desarrollado Pacto Climático de Glasgow.

Del resumen del informe «Nuestra agenda común»

Lo dijimos ya: el resumen del informe tiene, a nuestro modo de ver, un alto contenido político que le da el carácter de síntesis política del mismo. En este artículo de hoy solo citaremos textualmente algunos de los párrafos más interesantes —otra vez y por supuesto según nuestra opinión— del resumen del informe.

Nos encontramos en un punto de inflexión en la historia.

Ante la mayor prueba de fuego a la que nos enfrentamos desde la Segunda Guerra Mundial, la humanidad tiene que tomar una decisión difícil y urgente: retroceder o avanzar.

El año pasado, con motivo del 75 aniversario de las Naciones Unidas, los Estados Miembros convinieron en que nuestros desafíos guardan relación entre sí, pese a las fronteras y todas las demás divisiones. Esos desafíos solo pueden afrontarse con una respuesta de las mismas características, mediante un multilateralismo revitalizado y con las Naciones Unidas en el centro de nuestros esfuerzos.

Los Estados Miembros me solicitaron que presentara un informe con recomendaciones para promover nuestra agenda común, y he aquí mi respuesta. Para preparar el informe, consultamos con una amplia gama de partes interesadas, entre ellas los Estados Miembros, prominentes intelectuales, la juventud, la sociedad civil y el sistema de las Naciones Unidas y sus numerosos asociados.

Hubo una idea que quedó clarísima: las decisiones que tomemos o dejemos de tomar hoy pueden hacer que retrocedamos aún más o que avancemos hacia un futuro más verde, mejor y más seguro.

Es nuestra decisión, pero la oportunidad de decidir no se presentará de nuevo.

Por eso, Nuestra Agenda Común es, ante todo, una agenda de acción pensada para acelerar la implementación de los acuerdos existentes, incluidos los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En primer lugar, es hora de volver a apostar por la solidaridad mundial y hallar nuevas formas de trabajar codo a codo por el bien común…

(Nota de los autores: el resumen continúa con una serie de párrafos que empiezan todos ellos con la frase «es hora de». En este artículo citaremos solamente partes del segundo, el cuarto y el sexto de estos párrafos).

En segundo lugar, es hora de renovar el contrato social entre los Gobiernos y la población, y dentro de cada sociedad, para restaurar la confianza y abrazar una concepción amplia de los derechos humanos. La gente necesita resultados concretos en su vida cotidiana. En ese sentido, debe darse una participación activa e igualitaria a las mujeres y las niñas, sin las cuales es imposible lograr un verdadero contrato social. También deben actualizarse los mecanismos de gobernanza para suministrar mejores bienes públicos y dar inicio a una era en que se universalicen la protección social, la cobertura sanitaria, la educación, la formación profesional, el trabajo decente y la vivienda, así como el acceso a Internet para 2030 como derecho humano fundamental. Invito a todos los países a que celebren consultas inclusivas y fructuosas a nivel nacional para escuchar a toda la ciudadanía y permitirle contribuir a imaginar el futuro de su país…

En cuarto lugar, es hora de corregir una falla mayúscula en la manera en que medimos la prosperidad económica y el progreso. Cuando las ganancias se obtienen a expensas de las personas y de nuestro planeta, nos quedamos con un panorama incompleto del verdadero costo del crecimiento económico. Tal como se mide ahora, el producto interno bruto (PIB) no refleja la destrucción humana y ambiental que generan algunas actividades empresariales. Pido que se busquen nuevas medidas, complementarias del PIB, para que las personas puedan entender del todo las repercusiones de las actividades empresariales y qué podemos y debemos hacer mejor por el bien de las personas y de nuestro planeta…

En sexto lugar, es hora de que tengamos un sistema multilateral más sólido, más interconectado e inclusivo, cuyo eje sean las Naciones Unidas. El multilateralismo eficaz depende de que las Naciones Unidas sean eficaces también, capaces de adaptarse a los desafíos globales y, al mismo tiempo, estar a la altura de los propósitos y principios de su Carta. Por ejemplo, propongo que se adopte una nueva agenda de paz, que se mantengan diálogos multipartitos sobre el espacio ultraterrestre y que se concierte un Pacto Digital Global, además de que se celebre una Cumbre Bienal entre los miembros del Grupo de los 20 y del Consejo Económico y Social, el secretario general y las jefaturas de las instituciones financieras internacionales. En todo, necesitamos una mayor participación de todas las partes interesadas, y procuraremos tener un Grupo Consultivo sobre Gobiernos Locales y Regionales.

Durante 75 años, las Naciones Unidas han unido el mundo para afrontar distintos desafíos globales: desde conflictos y hambrunas hasta enfermedades, el espacio ultraterrestre y el mundo digital, los derechos humanos y el desarme. En estos tiempos en que predominan las divisiones, la fragmentación y la desconfianza, se necesita este espacio más que nunca para garantizar un futuro mejor, más verde y más pacífico para todas las personas. Partiendo del presente informe, pediré a una Junta Consultiva de Alto Nivel, dirigida por exjefes y jefas de Estado y de Gobierno, que señale los bienes públicos globales y otras esferas de interés común donde más falta haga mejorar la gobernanza y que proponga alternativas a tal fin.

Con ese espíritu, propongo que se celebre una Cumbre del Futuro para forjar un nuevo consenso global sobre cómo debería ser nuestro futuro y qué podemos hacer hoy para que se convierta en realidad.

La humanidad ha demostrado una y otra vez que es capaz de conseguir grandes logros cuando trabajamos codo a codo. Esta agenda común es nuestra hoja de ruta para recuperar ese espíritu positivo y empezar a reconstruir nuestro mundo y a reparar la confianza mutua que tantísima falta nos hace en este momento de la historia.

Es hora de dar los próximos pasos en este camino que compartimos, solidariamente con toda la humanidad y en beneficio de ella.

Proteger nuestro planeta y estando preparados para el futuro

El pasado 23 de diciembre de 2021 el presidente de la Asamblea General de la ONU decidió organizar una serie de consultas temáticas, abiertas, inclusivas e informales, sobre el informe «Nuestra agenda común». Serán cinco sesiones, cada una de dos días de duración, que tendrán lugar durante los próximos meses de febrero y marzo de este 2022. Véanse todos los detalles al respecto en la mencionada carta del presidente de la Asamblea General.

En concreto, la cuarta sesión está prevista para los días 4 y 5 de marzo de 2022 para abordar el tema correspondiente al título de este apartado de nuestro artículo: proteger nuestro planeta y estando preparados para el futuro.

Los párrafos del informe que se debatirán en esta sesión incluyen los más representativos de la problemática del cambio climático, tal como los enfoca el secretario general en su informe que, tal como ya hemos mencionado, fueron elaborados y redactados meses antes de Glasgow, cuando ni tan siquiera estaba nada claro que Glasgow se pudiese llegar a realizar.

Por lo tanto, para dar cumplimiento nosotros al tercer objetivo que nos hemos auto propuesto en el apartado 3 de este artículo, presentaremos los párrafos a discusión. Pero tanto nosotros mismos como el posible lector deberíamos pensar en cómo deberán ser modificados después del Pacto Climático de Glasgow. Y no es esta una cuestión meramente de tiempos y updates; en este caso y dada la importancia y la cantidad de lo pactado en Glasgow, deberá tratarse de un upgrade. Y de un upgrade que, para no repetir equivocaciones anteriores, debe alinear con el máximo de precisión posible Nuestra Agenda Común de la ONU con el Pacto Climático de Glasgow de la UNFCCC. La ONU, en este caso, debe alentar y ayudar a la UNFCCC a cumplir lo que se ha acordado en Glasgow como legislación internacional multilateral sobre la lucha contra el cambio climático. Pero también es importante remarcar que la ONU no debe ejercer de UNFCCC. Esto es siempre un error político que demasiadas veces se ha cometido en un pasado no tan lejano y que lejos de ayudar más bien ha entorpecido: consecuencias de una determinada construcción del multilateralismo en multiplicidad de tratados internacionales multilaterales como lo es la UNFCCC.

¿Qué dice acerca de la grave problemática del cambio climático el Informe del secretario general «Nuestra agenda común»? Textualmente (y por supuesto entre muchas otras cosas y a muy diferentes niveles):

82) En el 26.º período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en 2021, todos los países deberían comprometerse a cumplir el objetivo de limitar el calentamiento a 1.5 grados centígrados como parámetro de referencia global en materia de mitigación. También insto a la Conferencia a que, en consonancia con el llamamiento que he hecho a todos los Estados para que declaren una emergencia climática, acelere urgentemente la acción, abordando sin demora los nuevos problemas y evolucionando a la vez que la ciencia. En el Acuerdo de París, los Estados Miembros se comprometieron a presentar periódicamente contribuciones determinadas a nivel nacional actualizadas y más ambiciosas. También acordaron determinar el avance colectivo hacia los objetivos a largo plazo del Acuerdo cada cinco años en el denominado balance mundial del Acuerdo de París. Mi intención es convocar a los dirigentes antes del primer balance mundial, que tendrá lugar en 2023, para llegar a un entendimiento político sobre las medidas urgentes que hay que tomar para limitar el calentamiento global a 1.5 grados centígrados, proteger a las personas y las comunidades de los impactos climáticos y alinear la financiación pública y privada con los objetivos del Acuerdo de París.

83) La Conferencia de las Partes podría servir de plataforma para reflejar la creciente insistencia de multitud de personas que en el mundo entero claman por la acción climática y amplificar las opiniones de los más afectados, que nos pedirán cuentas al resto. El cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París es responsabilidad de todas las partes interesadas. Las emisiones de algunas empresas superan las de países enteros, y las ciudades generan más del 70 % de las emisiones del planeta.

Insto a los Gobiernos a que reconozcan oficialmente en la Conferencia la colaboración y las aportaciones de todas las instancias que contribuyen de manera significativa al cumplimiento de los compromisos de los países. Además, tengo previsto invitar a líderes de la sociedad civil, el sector privado y la juventud a la reunión de dirigentes que precederá al balance mundial de 2023 y asegurarme de que puedan participar verdaderamente en ese proceso…

85) En términos más generales, todos los flujos financieros deben ser compatibles con la trayectoria hacia un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero. La financiación pública es crucial, sobre todo para las inversiones que no producen beneficios económicos, como ocurre con ciertas medidas de adaptación, pero también necesitamos financiación privada a gran escala para ayudar a los países a pasar de una economía dependiente de los combustibles fósiles a otra con bajas emisiones y resiliente al clima. Insto a todos los países a que implementen mecanismos de fijación de precios del carbono... El compromiso de lograr las emisiones netas de valor cero que asumieron las instancias financieras del G20 supone un paso decisivo, pero, si quieren demostrar su credibilidad, todas ellas deben fijar objetivos verificables que abarquen la totalidad de sus carteras, para dejar de invertir en sectores con un alto nivel de emisiones y decantarse por una economía resiliente al clima y con emisiones netas de valor cero, junto con plazos para cumplir sus promesas.

86) Tenemos que trabajar sin descanso para prevenir el cambio climático y a la vez prepararnos para la perspectiva de que el clima y el medio ambiente cambien radicalmente en el futuro. La mayoría de los países necesitan adaptar su economía, su infraestructura y sus servicios al impacto del cambio climático y, como se ha dicho antes, la adaptación de los países en desarrollo requerirá un mayor apoyo. Los sistemas de alerta temprana que existen en el mundo solo llegan a una de cada tres personas, por lo que es esencial aprovechar plenamente el Servicio de Financiamiento de Observaciones Sistemáticas de la Organización Meteorológica Mundial para garantizar la cobertura universal. A medida que empeoren los impactos del cambio climático y aumenten los desplazamientos, la Asamblea General podría considerar la posibilidad de adoptar medidas para abordar las amenazas territoriales que provoca el cambio climático, especialmente las que afectan a los pequeños Estados insulares en desarrollo y a otros Estados que corren un grave riesgo… Se podrían seguir estudiando posibles opciones para la prevención, la protección y las soluciones en situaciones de desplazamiento ambiental.

Algún comentario sobre estos últimos contenidos y, en general, alguna conclusión de este artículo

Como ya hemos dicho insistimos en que es preciso contextualizar los tiempos de las diversas tomas de posición en consideración. Los textos anteriores son, a lo sumo, de antes del verano del año 2021. En aquellos momentos ni tan siquiera estaba claro que Glasgow llegara a realizarse. Pero, afortunadamente, Glasgow se realizó y además sus resultados fueron bien prolíficos y, en diversas facetas, bien progresivos e importantes. Algunos de nuestros últimos artículos en WSI así lo han intentado transmitir y valorar.

Por lo tanto, el primer comentario con relación a los contenidos citados, y también la primera conclusión de este artículo, es subrayar la importancia de que lo aprobado en Glasgow el pasado noviembre, llegue el próximo mes de marzo a Nueva York en espíritu y letra. La Asamblea General debería integrarlo sabiamente e incluso profundizarlo adecuadamente. Pero, también, debería evitar intentos de debilitar el Pacto Climático de Glasgow. El Pacto Climático de Glasgow, sobre todo en los objetivos de mitigación para esta crucial década 2020-2030, debe hacerse un lugar preeminente en la evolución de «Nuestra agenda común».

Este artículo, otra vez también largo (demasiado) y complejo, termina aquí con la esperanza de haber cumplido con su objetivo principal: dar a conocer —bien contextualizadamente— un proceso importante que se está viviendo en Naciones Unidas. El corazón del multilateralismo mundial está pasando por una época de gran debilidad, pero mantenemos la esperanza que de esta debilidad resurja una nueva y activadora energía. Energía que pueda ser alimentada —entre otras fuentes— por el Pacto Climático de Glasgow y que pueda vencer la debilidad y pase a hacer realidad las dos últimas frases del resumen del informe del secretario general Antònio Guterres:

La humanidad ha demostrado una y otra vez que es capaz de conseguir grandes logros cuando trabajamos codo a codo. Esta agenda común es nuestra hoja de ruta para recuperar ese espíritu positivo y empezar a reconstruir nuestro mundo y a reparar la confianza mutua que tantísima falta nos hace en este momento de la historia.

Es hora de dar los próximos pasos en este camino que compartimos, solidariamente con toda la humanidad y en beneficio de ella.

(Artículo en coautoría con Olga Alcaraz Sendra, Doctora en Física y profesora en el departamento de Física de la Universitat Politècnica de Catalunya)