Un célebre productor de televisión sufría una escasez de ideas; iluminarse para detener el espiral o colapsar con gran estruendo era su oscuro porvenir. El sagrado matrimonio también andaba en la cuerda floja, el desánimo y la caída de la libido le impedían hacer el amor a una bellísima mujer catalogada como trofeo y exhibida como tal. Desde su oficina en lo más alto del moderno edificio, iba contemplando esplendidas vistas del mar infinito cuando se enfrascaba en filosofar sobre lo efímero del éxito. Los triunfos de antaño ya habían sido olvidados, ahora percibía el ocaso en su carrera, podía olerlo con esa prominente nariz que actuaba como parante a unos redondos espejuelos.

Junto a Abraham, el asistente que soñaba con tomar su puesto, Pedro rebusca proyectos que han ido reposando una larga siesta. Bajo el rotulo: machiguenga en las montañas, se hallaba el archivo que captó su atención; tras revisarlo en minucia se entusiasma y lo utiliza como salvavidas en un mar alborotado. El nuevo programa tenía que ser revolucionario. La apuesta era introducir etnias disímiles para remplazar programas donde atléticos jóvenes compiten en pruebas de habilidad y destreza. Un poblador andino de alturas tan inmensas como cordilleras y un habitante de inhóspitas llanuras amazónicas debían intercambiar puestos y enfrentarse en un medio ambiente hostil. Quien sobrevivía y se adaptaba mejor era una arriesgada apuesta para restablecer su prestigio.

Debía buscar candidatos con carisma, rostros amigables o divertidos, intentando tal vez replicar el éxito de una serie internacional donde un aborigen llega a la gran ciudad —Cocodrilo Dundee.

Pedro cogió un vuelo comercial y viajó hacia la selva sur. Al bajar del avión sintió el bochorno y la humedad, el calor extremo lo hacía traspirar gruesas gotas, poco adaptado a temperaturas tan elevadas. Fue trasladado al muelle, lo alimentan con productos de la zona, nuevos sabores para un paladar exquisito que cuenta con prominente barriga. Desde ahí la logística lo fuerza a navegar en una lancha rápida por un tributario del río amazonas. Tras ocho horas de viaje que transcurren entre una verde monotonía de árboles gigantescos y ríos achocolatados, llegan a un poblado remoto en búsqueda de concursantes.

Contrario a lo asumido, nadie se interesó en el reto y todos retornan a sus actividades habituales. Pedro, fue sorprendido por la manera en que lo ignoran y los pocos deseos de participar, pensó tendría una avalancha de candidatos. Continuaron hacia el siguiente poblado, donde sucedió algo similar. Cuando se encontraban desanimados, se acerca un joven a inquirir por el puesto; contaba con alas desplegadas a la espera de vientos de libertad. Lo entrevistan y se dan cuenta que era el candidato ideal, un rostro sonriente que discierne con inteligencia. Músculos, cerebro y una cara agraciada, atributos para triunfar en el mundo televisivo. Suben a Donato a la lancha y se lo llevan para ser entrenado como protagonista de una nueva serie. Lo irónico, él nunca se detuvo a observar la caja boba.

Mientras tanto en la puna a 4,400 metros de altura Abraham, sufría de mal de altura y tuvo que usar oxígeno para remediar su malestar. Se sentía morir y renegaba por encontrarse en ese remoto y olvidado rincón. Durmió un día entero y luego de recuperarse, describió su malestar como una resaca fenomenal tras el exceso de alcohol. Debía ir en búsqueda de una locación y el candidato idóneo. Se detuvieron en varios poblados sin resultados. En un villorrio detenido en el tiempo, con casas de piedras y puertas sin ventanas y techos de paja que van dispersas entre cerros colorados y pequeños riachuelos, fueron sorprendidos por una gran tormenta que desató granizos tan pesados como limones destruyendo los sembríos. Tras una rápida selección, Raymundo un campesino aindiado que no deja de hablar y se muestra insolente, fue elegido para ser protagonista.

La primera parte del proyecto había finalizado, los dos candidatos fueron presentados y ahora debían intercambiar hogares.

Raymundo había llegado a la selva en solo una oportunidad y nunca más quiso regresar. No se adapta al calor extremo, pero no lo mencionó por temor al rechazo. Ahora debía de hacer un gran esfuerzo e intentar ganar el concurso con un premio monetario que lo motivaba. Donato nunca había salido de la selva y desconocía que le sucedería cuando subiera a la altura. Luego de un rápido asesoramiento, ambos fueron derivados a un nuevo hábitat, debían alimentarse por sus propios medios y resistir las inclemencias del clima.

Raymundo, se encontraba aturdido por el calor. Hizo el intento pescar con lanza, pero no atrapó ningún pez, como no sabía nadar ni pescar una importante proteína base de la alimentación en el bosque fue descartada. Cosechó yucas y fue su único alimento durante el día. Iba impresionado con los sonidos de la selva y aunque no lo intimidaban los animales salvajes, debía empezar a practicar con el machete. Se acerca demasiado a un panal de abejas y fue atacado con innumerables aguijones en la piel; hinchado llega a su refugio donde descansa frustrado un poco prometedor primer día. Al día siguiente se encontró afiebrado, pero intentó adaptarse al medio ambiente. Al tercer día, la fiebre aparece y desaparece sin romper los termómetros. La falta de apetito se incrementa junto a un intenso dolor de huesos, letárgico. Luego de que las tembladeras aumentaban en frecuencia se descubrió su paludismo.

Mientras tanto, Donato se movía con lentitud. El mal de altura lo había afectado sobremanera y pasó dos jornadas en cama. El tercer día se sintió mejor y salió a buscar comida. Cosechó papas y habas cocinándolas en el fogón. Toda una vida sin usar calzado había ensanchado los pies, no encontró zapato alguno y así tuvo que caminar descalzo. Se encontraba muerto de frio, y no sabía ni trasquilar ovejas o tejer. El agua se encontraba congelada, sus dedos también, tiritando dentro de la casa intentaba calentarse. Tuvo una pésima noche, sin conciliar el sueño. Al día siguiente un médico diagnosticó neumonía.

El programa fue abandonado como un rotundo fracaso y solo resonó en las noticias que Pedro había decidido auto eliminarse.