Algunos aspectos importantes que preocupan a quienes creemos ser consientes medianamente del Chile que la inmensa mayoría de los ciudadanos anhelamos:

Advertencias

Hasta ahora, las ambiciones personales de todo tipo, las posturas cerradas y monotemáticas de algunos convencionales, la falta de visión de futuro y, especialmente, de inclusión de todos los ciudadanos, cualquiera sea su característica, su credo, su visión del mundo y de la vida, se han mostrado con demasiada frecuencia. Es preocupante.

Para quienes tenemos conciencia de la gravedad respecto a sus consecuencias que significa seguir manteniendo nuestra «cultura chilensis» o «des cultura actual» nos preocupan algunas actitudes evidentes de ciertos constitucionales que profundizan una conducta consecuente a la cultura chilensis que se supone esta Constitución ha de generar el rumbo como un proceso de cambio para lograr desarrollar una sociedad diferente a la actual. Una Constitución que priorice el Bien Común ciudadano, implica un proceso de cambio cultural lo que difícilmente se obtendrá de parte de personas que no desean que ello ocurra. Es preocupante.

El relativismo ético de algunos personajes públicos, (tan propios de las «avivadas» de la cultura chilensis) que son semillas para que se mantenga y se siga desarrollando la corrupción y los privilegios en el país siguen muy vigentes. Una ilustración de ello son las primeras declaraciones de la Sra. Loncón, presidenta de la Convención Constituyente, al señalar el caso Rojas Vade según el diario El Mercurio de Valparaíso «que como ser humano él tiene derecho a equivocarse». Esta declaración de la máxima autoridad de la Convención Constituyente, que justifica la mentira, la manipulación a las personas, la ambición de figuración, la alimentación social de la desconfianza mutua, que es el resultado de la actuación pública y confiesa de este Sr. Rojas Vade, es una acción de parte de la Sra. Loncón extraordinariamente preocupante.

El egoísmo, el pensar fundamentalmente en que «obtengo yo», (el famoso «como voy yo ahí» propio de la falta de probidad y de conductas corruptas), tan propia de la denominada «cultura chilensis», el pensar «solo» en «mis derechos» pero nunca en «mis responsabilidades», es parte preocupante de nuestra «descultura» y desafortunadamente demasiado arraigada. Es preocupante.

Cuando se postula a una nueva Constitución que priorice el Bien Común, la dignidad ciudadana, estamos postulando a generar los fundamentos que permitan ir modificando en los niños y jóvenes ese modo de pensar y actuar.

La nueva Constitución es una oportunidad que, si no se aprovecha a cabalidad, generará una enorme frustración y nadie sabe qué consecuencias traerá.

De la política, los partidos y una democracia diferente

Uno de los grandes problemas que enfrentamos hoy, tanto como sociedad chilena y como humanidad, es el hartazgo que en general hay con los políticos y sus partidos. No existe país o sociedad que no manifieste su descontento con ellos. Suelen ser un mal ejemplo para los ciudadanos, no cumplen con lo que prometen y a veces se involucran en situaciones éticamente deplorables y a veces francamente delictuales.

Es necesario que, al pensar en una nueva Constitución para Chile, los que conforman la Constituyente escuchen a los ciudadanos, a lo que de una u otra manera han estado protestando. El resultado del plebiscito respecto a que la Convención Constituyente no tenga el 50% nominado por los partidos políticos, y que todos sean electos, va más allá de que se trate de personas 100% elegidas como candidatos, no postulen como parte de algún partido: lo que se votó en estricto rigor, es que no se postulen personas que sigan amparando corrupción, faltas de ética, determinados privilegios. Se desea una nueva Constitución que oriente hacia la inclusión de todos los ciudadanos en lugar de que sea restrictiva a la inclusión de determinados grupos, doctrinas, ideologías o credos.

Lo primero que conviene destacar, es que las ideologías están obsoletas, dado que en términos prácticos todas ellas suelen representar determinado tipo de «intereses corporativos». Que los partidos políticos que representan dichas ideologías, también están obsoletos, dado que no tienen una visión de gobierno en beneficio de la sociedad, de los ciudadanos del país, sino que sus políticos defienden posturas de los determinados grupos, credos, ideologías o corporaciones que dicen representar.

Que los partidos políticos, como lo señala la palabra son partidos, no tienen una «visión sistémica e incluyente de los ciudadanos que son naturalmente heterogéneos, tal como es toda la manifestación del Universo.

Una nueva Constitución para la sociedad que la mayoría anhelamos, ha de reflejar en sus articulados y en su redacción el respeto a dicha diversidad a través de priorizar el Bien Común ciudadano, reflejado en «el amparo, la inclusión, el respeto a lo diverso». Que todos los ciudadanos se sientan parte de su sociedad, de su país. Cualquiera sea su característica, su decisión de vida, sus credos, su manera de pensar y sentir el mundo.

El Bien Común implica «un proceso en el tiempo» que ha de llevar a una Institucionalidad en la que se vaya generando una sociedad de respeto a la dignidad ciudadana, a la libertad de todo sentido (mas no al libertinaje), a satisfactores de las necesidades ciudadanas que apunten a mínimos que se vayan actualizando en el tiempo, que lleven hacia una sociedad de bienestar, donde los derechos humanos estén combinados a las responsabilidades humanas. Donde las garantías que ofrecerá la Constitución estén sustentadas por el compromiso ciudadano de aportar a la generación de recursos que hagan posible en el tiempo un proceso para ir satisfaciendo adecuadamente dichas garantías.

Es fundamental que se trasmita conciencia de que la Carta Constitucional no se trata de algo «mágico» con garantías que se lograrán sin esfuerzo o sin consensos, sino que será un proceso en el tiempo de toda la sociedad, como país al cual todos nos sentiremos parte. Que no se generen frustraciones sino esperanzas.

La nueva Constitución chilena tendría que tener un artículo fundamental: Chile ha de ser un país, una sociedad que priorice el Bien Común ciudadano.

Los demás artículos de la Constitución han de ser artículos derivados que estén en armonía con la prioridad fundamental definida para el país.

Se trata de ir generando una sociedad abierta, armónica, tolerante, inclusiva, respetuosa de las minorías y mayorías, con un sistema económico y social donde el Estado y el sector privado fuesen activos: no más subsidiariedad que ampare la debilidad de alguna de las partes. Un modelo económico-social que garantice el adecuado uso de recursos para asegurar la dignidad de todos los ciudadanos en un proceso en el tiempo.

No más políticos profesionales. Sí una participación amigable y activa de la ciudadanía desde sus organizaciones de base, una readecuación de las Instituciones de manera que se legitimen. Habrá que diseñar los sistemas y protocolos que lo permitan.

Los partidos políticos en la actualidad cumplen un rol monopólico en el nombramiento de candidatos a cargos públicos, lo que sin duda no puede continuar. Los candidatos a cargos de elección actualmente no se evalúan si cuentan con la competencia para un adecuado desempeño en lo que dichos cargos implican, ni la calidad ética, psicológica, de probidad, de antecedentes personales, de quienes son candidatos con las consecuencias ya conocidas. Por todo lo señalado, postulo a una idea derivada de lo anterior, que tuvo aplausos de la enorme mayoría de los asistentes a los «Cabildos ciudadanos» a los que yo asistí:

Que el futuro parlamento no sea de políticos profesionales sino de equipos competentes multidisciplinarios, (desde abogados, ingenieros, filósofos sociales, urbanistas, artistas), con diversas especialidades y experiencias, que puedan aportar al proceso legislativo, con antecedentes de tipo personal intachables en lo ético, en probidad, en sus capacidades de escuchar y trabajar en equipo; que diversos grupos vayan trabajando en legislar simultáneamente, de manera de crear una legislación entendible para los ciudadanos.

Formarían parte de estos equipos personas que desde las organizaciones sociales como juntas de vecinos y otras en un sistema de participación activa ciudadana, sean nominados candidatos para formar parte de esos equipos con la función de preguntar, entender y aprobar los términos en que las leyes se redacten de manera que sean entendibles por cualquier ciudadano en su redacción y aplicación.

Que las leyes que se redacten tengan claridad en el «espíritu» de las mismas, en qué es lo que pretenden; que además de su redacción tengan una sección ilustrando acerca de sus modos de aplicación, con las ilustraciones que sean de utilidad, tanto para una igualdad en su modo de aplicación o interpretación, como para que no sea posible que se puedan aplicar generando impunidades gracias a «martingalas legales».

De hecho, habrá que repensar muchos aspectos en el actual sistema judicial. La igualdad no ha de confundirse con homogeneidad sino con similares oportunidades sociales y aplicación de las leyes evitando la impunidad y la mantención de los actuales privilegios.

Para que el país pueda funcionar adecuadamente sobre las bases de esta nueva democracia con participación ciudadana activa, además de ir creando los medios para que ello sea posible, habría que educar a los jóvenes y niños del país sobre la base de formar capacidades de expandir o ampliar la conciencia. Esto significa que manteniendo la libertad de educación y los sectores públicos y privados, (mejorando sustancialmente la educación pública), se genera un Programa Nacional con formación de profesores, monitores que enseñen de manera activa a saber silenciarse, a escuchar, a empatizar (escuchar con el corazón), a reflexionar, leer y entender, dialogar respetando al otro/a en su legitimidad sin descalificar; crear poemas, literatura, cuadros, esculturas, obras de teatro o lo que se trate, de manera de ir cambiando la cultura del país en visiones más humanistas, científicas, de vivir en consecuencia con los valores esenciales vinculados a la solidaridad, al respeto, a la conciencia de ser esencialmente humildes y consecuentes con el alto grado de ignorancia que tenemos como seres humanos. Se trabaja para un presente y futuro, de manera que después de unos 150 o 200 años la cultura chilena cambie del actual paradigma.

Incluir enseñanza de aspectos que actualmente son tabúes en la sociedad, como lo sexual, los derechos humanos y las responsabilidades ciudadanas, entre otros aspectos, han de formar parte de este Programa fundamental y complementario de educación y formación de la conciencia, lo que no impide que cada familia enseñe lo que corresponda a sus pertenencias o credos si así lo estimaran.

Recordemos que de acuerdo al Bien Común ciudadano siempre ha de ser la libertad individual de cada uno/a, el libre albedrío de cada cual el que en definitiva ha de determinar sus decisiones respecto de sus vidas.

Todo esto dicho a modo de «conceptos e ideas básicas» que llegado el momento tendrán que diseñarse y concretarse para llegar a una sociedad de bienestar armónico, pacifica, respetuosa de la diversidad.