Querido Don Victor:

El mes pasado no le escribí porque tuve que dedicar el espacio a un querido profesor —tal como usted debió serlo para tantos estudiantes— que falleció. Ahora nos toca comentar sus entradas del año 1937. Pero antes un comentario sobre un hecho que vivió a finales del año 36: una nueva prohibición. El primero de diciembre le quitaron la línea telefónica ¿por qué? ¡Por ser judío! Y esto lo describe como «Acto casi simbólico. Absoluta miseria y absoluta soledad». Mejor descrito no puede ser porque la soledad es lo que sienten mis compatriotas, ¿a quién le importamos en medio de tanta oscuridad? Y en la Noche Vieja afirma: «Quien no es enemigo mortal de los nazis no puede ser mi amigo», para terminar con el lapidario: «la pobreza viene de la pobreza» al padecer nuevas carencias cada día que pasa. «Nuestra comida es lo más pobre y elemental que imaginarse pueda» (27 de marzo). El totalitarismo lo destruye todo, tanto lo material como lo espiritual. Envilecer el alma del pueblo es su principal objetivo. Y su Diario permite comprender cómo se fueron dando los pasos de esta tragedia.

Hay una gradualidad en el totalitarismo que no se detiene. Un proceso de permanente pérdida de los derechos humanos, de las condiciones de vida, de la dignidad humana, ¡y no había comenzado la guerra! Pero ella está ahí en el discurso del tirano que según usted son «rugidos de animal de presa, exigiendo colonias y esos bramidos contra la ‘Rusia-Judea’». Se va incrementando la tensión hasta que termine estallando. Y lo peor de todo, y esto es algo que he pensado mucho al analizar con mis alumnos del curso sobre historia del siglo XX cuando tratamos el tema del Holocausto, la siembra del odio. El sistema logra que sean las propias personas sometidas que controlen a sus semejantes, alimentando resentimientos al sobrevivir a costa de sacrificar al otro. La guerra llevará esto a la plenitud, aunque usted piensa: «esa guerra quizás cambie las cosas, quizás sea una ayuda o nos traiga la muerte, en cualquier caso, será una salida…» (10 de enero).

Otro mecanismo del régimen es lo que resalta el 28 de enero, cuando se «publica la nueva ley del funcionariado del Tercer Reich». «Antes los funcionarios juraban fidelidad a la Constitución de Weimar; ahora ‘la nueva ley crea una relación de fidelidad al Führer, en el sentido auténticamente alemán de fidelidad y adhesión personal’. Además ‘la ley hace patente la indisoluble e íntima unión entre el Partido y el Estado, al incorporar a la ley al NSDAP, portador del pensamiento político alemán’». El Estado dejó de estar al servicio de la nación y ahora solo sirve al partido y su líder.

«¿Quién escribe en sus memorias la pobre y mezquina miseria cotidiana?» (15 de abril), y después nos cuenta cómo antes usaba papel de periódico bien cortado en el excusado y después empezó a usar lo que era un lujo de los hoteles: el papel higiénico, y ahora en medio de la pobreza «ya no puedo prescindir de ellos». A mí me ha gustado esta anécdota por ser tan humana. Quizás esto es lo que constituyen los mejores diarios: la sinceridad de las angustias que pueden parecer insignificantes. ¿Y cómo se vive en medio del horror? Su respuesta es clara: «No hay remedio, no se puede vivir con normalidad en una época anormal. No quiero preocuparme más que de mañana, todo lo demás no conduce a nada». Para después agregar: «Solo estoy abatido a rachas, fuera de eso dejo correr las cosas y hay horas en que tengo verdadera alegría de vivir. Ahora nuestro jardín estará exuberante» (28 de junio).

En mayo viajó a Berlín en su carro con su esposa a visitar a unos familiares, lo cual le generó alegrías, pero también molestias por la segregación («por dondequiera que he viajado, esos carteles: ‘No se admiten judíos’», 12 de septiembre). Lo que más resaltó son los cambios en el país: el progreso material de las vías y la infraestructura. Los viajes acá son muy extraños. La crisis junto al problema de la gasolina y la inseguridad los convierten en verdaderas aventuras llenas de peligros. Es muy triste, pero es así. En eso usted sale ganando por ahora y la ha pasado de maravilla en varias escapadas a pesar del costo de las reparaciones del auto. Una diferencia que percibo en usted con respecto a otros años es que su patriotismo ha disminuido. La causa está en que se ha convencido de que el nazismo surge de la cultura alemana. Afirma: «mi sensación interior de ser alemán ha desaparecido» (17 de agosto).

Al terminar una parte de su libro sobre el siglo XIX: Rousseau, con su frase: «Ahora puedo empaquetarlo y dejar que se pudra. Es una cosa tristísima: mi mejor libro y perfectamente inútil, una quijotada»; fue inevitable pensar en los docentes-investigadores de mi país. Al menos tenemos Internet, las publicaciones digitales e imprimirlos fuera; es verdad. Sus palabras lograron interpretarme porque hay anhelo de que este gran esfuerzo tenga un sentido y sea valorado; y siempre vuestra enseñanza: «Es deprimente y sin embargo no me queda más remedio que seguir con mi trabajo…» (27 de marzo).

Seguimos mi querido maestro, seguimos sin desfallecer. Una vez más le repito agradecido: mi esperanza y ejemplo es su historia y la de tantos como usted. Su Diario siempre me anima porque no esconde angustias, preocupaciones y desesperanzas y, en medio de ellas, no se deja vencer. Sigue con sus sueños escriturales. Este año avanzó en su obra El siglo XVIII y ya establecía los cimientos en su bitácora anotando ideas para su Curriculum o Vita (Memorias) y Lingua Tertii Imperii. Espero algún día leerlas con el mismo interés que ahora siento por sus diarios.