Cuando uno piensa en la salud mental, sobre todo en cuanto atañe a los problemas psiquiátricos, lo suele hacer de adultos, más o menos desajustados a la sociedad, pero escasamente se piensa en la infancia al respecto. Si bien es cierto que los menores son los que están más expuestos a determinados trastornos del desarrollo propios de la edad en la que se encuentran, donde deben de aprender a manejar sus distintas capacidades, a la vez que potenciarlas mediante el ejercicio y la práctica, a pesar de ello, no se pensaría en problemas psiquiátricos ni que necesitasen de asistencia psicológica salvo en casos «excepcionales».

Pero la realidad es bien diferente, al menos según datos recientemente publicados por el Gobierno de Portugal con relación a la salud mental y los menores en centros de acogida, según este informe denominado CASA – Caracterização Anual da Situação de Acolhimento correspondiente a los datos del 2018, más de la mitad de los menores en centros asistenciales del gobierno tienen problemas psicológicos (el 53%), de ellos, estando en tratamiento psiquiátrico, casi 1 de cada 4 de estos menores debido a sus problemas de comportamiento, cognitivos, psicóticos y de adicciones.

Hay que hacer una salvedad con respecto a los datos anteriores, y es que se refieren a una población muy específica, los menores en casas de acogida u orfanatos, población que históricamente ha estado expuesta a una mayor cantidad de problemas de salud, tal y como lo evidencian los hallazgos del siglo XIX en los orfanatos alemanes, donde observaron que la esperanza de vida de los menores acogidos, era muy inferior a la de aquellos niños que vivían en familias «normales». A pesar de los esfuerzos en cuanto a incrementar las condiciones de salubridad de los orfanatos, al final se constató que lo importante era el cariño y la afectividad del cuidador, y su ausencia lo que estaba detrás de los trastornos físicos y psicológicos del desarrollo, denominándose a este efecto como hospitalismo.

Por tanto, una posible explicación a los datos alarmantes que desde el Ministerio de Salud portugués es que se debiese a una nueva modalidad de hospitalismo, es decir, consecuencias en este caso en la salud mental sobre menores asistidos que no se dan en la población general.

Datos que evidencian la gran importancia para el desarrollo psicológico, la atención del mundo emocional desde la infancia; encontrándose en esta misma época que la falta de afecto en los pequeños o una relación inadecuada con la madre desencadenaba una serie de consecuencias sobre el menor que con frecuencia no llegaba a recuperase, entre las cuales cabe mencionar un retardo en el desarrollo, con lenguaje incompleto, sin hábitos sociales, con gran demanda de afecto y baja tolerancia a la frustración.

Por tanto, estos datos estarían dando cuenta de la necesidad de mejorar los estados emocional y afectivo de estos menores en centros de acogida y orfanatos del Gobierno de Portugal como medida preventiva en cuanto a salud mental se refiere, evitando así la aparición de problemas que van a acompañar a la persona el resto de su vida, a no ser que reciba ayuda profesional.