Yo fui udista, o aún creo que lo soy. Quienes estudiamos en la Universidad de Oriente (UDO) de Venezuela sentimos ese denominador común. Para mí, los maravillosos años 80 los viví en Cumaná, donde estaba su núcleo principal durante mis estudios universitarios de pregrado, donde me gradué al final como orgulloso biólogo marino.

Allí aprendí lo que son los estudios universitarios básicos. Las primeras matemáticas avanzadas y su aplicación tanto en la física como en la biología e incluso en la medicina, las conocí en sus aulas. Las humanidades no eran menos en la formación de un licenciado udista, sus profesores te expandían las nociones de la filosofía y letras que ves en secundaria, haciéndote amar la poesía y las artes. Sus laboratorios tenían la dotación tanto en equipos como reactivos para hacer experimentos y conocer el medio natural que eran los mares vecinos al sur del Caribe, donde podías hacer expediciones en su buque de investigación El Guaiqueri II; hasta el Calipso de Jaques Cousteau surcó esas aguas y dejó su huella en el Instituto Oceanográfico de Venezuela, que era parte de la UDO. Incluso creo en Cumaná aprendí a ser más independiente como persona.

Sus profesores vivían muy bien tanto en viviendas propias e incluso quintas de las mejores urbanizaciones donde estaban sus núcleos de enseñanza e investigación. Se alimentaban bien e incluso viajaban fuera del país con sus bien remunerados salarios. Había becas para los estudiantes más necesitados. Todo ello era posible desde su fundación en 1958 con el inicio de la democracia bipartidista venezolana hasta hace unos tres lustros que se inicio su declive.

La UDO fue una universidad promedio en el ranking mundial; sin embargo, cumplía una función vital en el este del país cubriendo los cinco estados orientales: Anzoátegui, Bolívar, Monagas, Nueva Esparta y Sucre. Si bien era una institución que ocupaba segundos lugares nacionales académicos — cuando se la comparaba con la Universidad Simón Bolívar, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, la Universidad de los Andes y la Universidad Central de Venezuela —, su papel como formadora de ingenieros, médicos, administradores, docentes, filólogos y oceanógrafos era relevante. Además realizaban congresos, editaban revistas y libros de buena factura y contenidos, aún lo siguen haciendo en digital.

Lo que quizás hace a la UDO más noble es que educaba gente de bajos recursos, de extracción popular, muchas veces veía compañeros de clase quienes llegaban en alpargatas con maletas rústicas amarradas con mecates desde los pueblos más humildes del oriente venezolano. Esos muchachos llegaban escasamente hablando un español inteligible, sin embargo, antes de graduarse terminaban expresándose en el mejor castellano posible y siendo excelentes profesores y hasta médicos cirujanos. El lema de la universidad es: Del pueblo venimos, y hacia el pueblo vamos.

Hace algunas semanas llamé a un colega y compañero de estudio, que aún esta en Cumaná como profesor de la UDO y el Oceanográfico. Ya sabía de la ruina que la rodeaba desde comienzos del siglo XXI con la minusvalía de los salarios docentes, la inflación voraz de la última década, y los comentarios de otros udistas sobre el saqueo de las instalaciones de la sede principal desde el año 2018 o mucho antes. Sin embargo, no estaba preparado para los detalles:

  • Los libros de las bibliotecas incluyendo tesis son hurtados por vándalos quienes entran entre la tarde y la noche para usarlos como combustible con el fin de iluminar las barriadas vecinas más pobres debido a los cortes eléctricos.

  • Todo el edificio de Matemática y parte del de Ciencias han sido desmantelados en sus puertas, ventanas, equipos, iluminación, laboratorios, cables, pupitres y mesas. Ahora van por los ladrillos y metal de los cimientos.

  • El comedor universitario se piensa usar como comedor popular… ¿y entonces dónde irán los pocos estudiantes que quedan?

  • Y si por estudiantes vamos, solo en la Escuela de Biología eran como 200 hasta los años 90. Ahora escasamente llegan a 30 desde los cuatro que ingresaron en 2018 hasta último nivel que quedan por graduarse. Nadie quiere estudiar... para qué, dirán muchos.

  • El profesorado ha huido del país en su mayoría. Quedan unos cuantos héroes o por jubilarse. Ellos enseñan a uno o tres jóvenes en aulas casi inexistentes entre las 9 am y 2 pm. Es el horario seguro, no pienses educar en la noche porque no hay iluminación y el riesgo a que te hagan daño es real.

  • El departamento de bomberos que ayudaba a la ciudad, también fue saqueado hasta de sus equipos especiales de rescate como el de apertura de vehículos chocados.

¿Hay más detalles? Sí, pero, ¿para que continuar la larga lista con la nefasta política?

Todo está hecatombe es la misma que se repite en los hospitales de la Venezuela del 2019, igual en otras universidades del interior del país y muchas otras instituciones educativas, ciudades pequeñas y pueblos. No obstante, el panorama de la Universidad de Oriente parece ser uno de los más calamitosos. A las grandes capitales el saqueo no ha llegado…y que no ocurra. Todos esperamos que un evento afortunado cambie el rumbo de la destrucción que lleve al cierre definitivo de esta alma mater.