Hace poco más de 20 años, en marzo de 1999, Stanley Kubrick fallecía en Londres, la ciudad a la que se trasladaría desde su Nueva York natal. Lo hacía en 1962 para filmar su controvertido éxito Lolita, la película basada en la obra maestra de Vladimir Nabokov, nunca regresó. El cineasta convertiría la capital británica no sólo en su hogar sino en el escenario para rodar la mayoría de sus grandes éxitos cinematográficos.

El pasado 26 de abril el London Design Museum inauguraba Stanley Kubrick: The Exhibition, donde se pueden ver películas, entrevistas, carteles, fotos, cartas, litografías, bocetos, storyboards, claquetas y todo tipo de curiosidades extraídas de las películas del cineasta. Vista por primera vez en la ciudad alemana de Frankfurt en 2004, desde entonces la muestra sobre la obra de Kubrick ha visitado 16 ciudades de todo el mundo antes de llegar, renovada, a Londres.

La entrada a la exposición es a través de una sala de pantallas en ángulo, un «corredor en perspectiva», que al moverse a través de él evoca la técnica de rastreo de Kubrick, utilizada de manera magistral en The Shining (El Resplandor). En la primera sala se puede ver el único Óscar que ganó en 1968 a los Mejores Efectos Especiales por 2001: Odisea en el Espacio, su silla de director, las claquetas, los carteles, su cámara, su mesa de edición pero en especial lo que más llama la atención son sus cajas, en las que archivaba de manera meticulosa todo lo que podría servirle para sus películas.

Precisamente es ésta, la pasión por el control de cada detalle de Kubrick en lo que más se centra la exposición: su obsesión por explorar nuevas técnicas, el dirigir a sus colaboradores a su voluntad, hacer que los actores repitieran escenas hasta la saciedad… Kubrick era un hombre privado que rara vez viajaba, le gustaba hacer sus películas cerca de casa, en Childwickbury Manor, una mansión de 18 habitaciones a media hora de Londres. Por este motivo el hotel de El Resplandor, ambientado de manera ficticia en las Montañas Rocosas, fue recreado en Elstree Studios, cerca de Londres, a solo 19 kilómetros de la casa de Kubrick; e incluso las escenas de Vietnam en La chaqueta metálica fueron filmadas en el este de la capital inglesa, con la ayuda de 200 palmeras traídas desde España.

Desde elDesign Museum de Londres se incide en que la exhibición no es sólo una colección de objetos, se ha intentado crear una atmósfera, hacer que las películas de Kubrick cobren vida con el sentido que él las inspiró, cargadas de minuciosidad y con gran gusto por el pequeño detalle.

Las primeras cámaras que atrajeron a Kubrick, hijo de inmigrantes judíos europeos en Estados Unidos, fueron las fotográficas. En 1945, tras acabar la escuela, consiguió un trabajo en la revista Look como fotógrafo y usaba sus ahorros para hacer cortos documentales.

De la mano de James Harris, Kubrick hizo su primera incursión importante en el cine con el clásico de cine negro The Killing, pero fue Senderos de Gloria la que le labró un nombre en la industria cinematográfica. Kirk Douglas, el mítico actor estadounidense, lo ficha para dirigir Espartaco. Era una película épica, basada en la novela homónima de Howard Feast, adaptada por Dalton Trumbo y protagonizada por Douglas. Esta fue la primera producción de gran presupuesto en la que trabaja Kubrick.

En 1962, el cineasta se atreve a dirigir otra novela de renombre: Lolita, de Vladimir Nabokov. En ella, un escritor de mediana edad se enamora de manera enfermiza de una preadolescente durante un retiro de verano, antes de volver a su puesto como profesor. En aquel momento la que hoy se ha convertido en una película de culto no obtuvo un gran reconocimiento por parte del público ni de la crítica.

Fue a partir de ¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú, en 1964, cuando el mundo del cine se rindió a los pies de Kubrick. La sátira sobre la Guerra Fría, protagoniza por partida triple por Peter Sellers, marcó un antes y un después en la carrera del director.

A ésta le siguen 2001: Una Odisea en el espacio, La naranja mecánica (1971), Barry Lyndon (1975), El Resplandor (1980), “La chaqueta metálica* (1987) y, por último, Eyes Wide Shut (1999).

Las aristas, las complejidades y la «belleza» estética de las películas de Kubrick hicieron que cada uno de sus estrenos fuera el descubrimiento de una nueva obra de arte. Desde el tono bélico de algunas cintas a la ciencia ficción, Kubrick mantuvo una coherencia estética que ha trascendido así como su constante búsqueda de perfección que dejó huella en casi todos los profesionales que trabajaron con él. En especial, en sus actores y actrices.

En El resplandor, Shelley Duvall, la actriz que dio vida a Wendy Torrance en la adaptación de la novela de Stephen King, tuvo que repetir 127 veces la mítica escena del bate. Kubrick quería que sus lágrimas fueran reales. Para que Eyes Wide Shut quedara como él quería, el rodaje se extendió durante 400 días, cuatro veces más de lo que estaba planeado. El director estuvo presente durante cuatro años en la vida de los actores protagonistas, Nicole Kidman y Tom Cruise.

Este impulso obsesivo del director es posiblemente lo que ha hecho que su películas sigan vigentes 20 años después de su muerte.

De acuerdo con el estilo obsesivo de Kubrick, esta exposición está cargada de material, que incluye accesorios, arte conceptual, guiones y diagramas. Es pura sobrecarga de información y llevaría al menos cuatro horas absorber todo lo que se muestra. Si el que lee este articulo es fanático de Kubrick y del cine adorará esta exposición por no haber dejado nada de lado.

La exposición, catalogada como un viaje al interior de la mente del vanguardista director, productor, guionista, editor, fotógrafo y cineasta estadounidense se podrá visitar hasta el próximo 15 de Septiembre en el London Design Museum.