Con el nuevo libro ya a la venta y una película por estrenarse, la saga de Los juegos del hambre vuelve a ser tendencia, pero no como antes, ya que los paralelismos con nuestra realidad cada vez se hacen más auténticos.
Desde los inicios, el ser humano siempre fue muy imaginativo. Siempre quiso escapar a tierras desconocidas, alejadas de nuestra realidad. Una de las maneras de hacer esto es la literatura. Hasta el día de hoy, muchos han comentado cómo utilizan este arte como una forma de escapar de sus realidades, hacia mundos que no se asemejan en lo más mínimo al nuestro. Sin embargo, al mismo tiempo que existen estas historias, hay autores que se aprovechan de ello y crean lugares peculiares, que terminan siendo, de alguna manera y al mismo tiempo, un reflejo de nuestra realidad. Un espejo de las crueldades del mundo, de todo lo que elegimos ignorar.
La autora estadounidense Suzanne Collins hace esto mismo en su exitosa saga Los juegos del hambre. En vez de presentarnos un universo fantasioso y bello, nos muestra las atrocidades cometidas por el ser humano, pero esta vez en un mundo distópico. Uno podría leerlo y sentirse agradecido de no vivir en un mundo así. Pero, ¿qué ocurre cuando empezamos a darnos cuenta de que nuestra sociedad está convirtiéndose cada vez más en aquello que más temíamos? ¿O ya lo había hecho?
La saga de Los juegos del hambre fue escrita por la autora estadounidense Suzanne Collins. La historia sigue a Katniss Everdeen, una adolescente de 16 años que vive en un país postapocalíptico llamado Panem (proveniente de la frase latina panem et circenses —pan y circo—), donde los chicos de entre 12 y 18 años participan de los ya mencionados juegos, un evento anual organizado por el Capitolio, en el que un chico y una chica de cada distrito son elegidos por medio de una lotería para participar en esta competencia mortal.
La autora mencionó cómo se inspiró en el mito griego de Teseo y el Minotauro, donde el rey Minos obliga a siete chicos y chicas a pelear contra la bestia. Además, también comentó que se inspiró en los gladiadores romanos e incluso en los reality shows. Al respecto, explicó que una noche estaba haciendo zapping, cuando de repente apareció un programa donde la gente competía por un millón de dólares, mientras que en otro canal se mostraban imágenes de la guerra de Irak. Luego de ver esto, contó que “las imágenes se fusionan de una manera muy inquietante”, y así fue como se le ocurrió la historia de Katniss. También mencionó cómo el hecho de que su padre haya estado en Vietnam la impactó mucho desde que era chica. Pero ella no era la única encontrando horrores en la historia y en la vida real.
Luego del éxito de los libros y las películas, con el tiempo los fanáticos empezaron a comprender los paralelismos. No solo los que eran obvios por el contexto en que se escribió la historia, sino también con situaciones que ocurren hoy en día. Los reality shows muestran cómo la gente está dispuesta a llegar al extremo con tal de conseguir fama y dinero, o incluso el morbo de los espectadores al mirar estos programas. Esto se puede ver en shows como Gran Hermano o Survivor, por nombrar ejemplos obvios. No solo en la televisión, sino también en las redes sociales.
La Met Gala es un evento que ha cautivado al público desde su creación, pero cuanto más tiempo pasa, más se cuestiona lo que estamos viendo. El hecho de observar a gente rica y famosa desfilar ante las cámaras, pagando una entrada costosa solo por el evento de renombre, mientras se ignoran las protestas afuera del museo o incluso los problemas que ocurren actualmente, es algo que muchos pudieron relacionar con la saga. El Capitolio en sí se ve muy similar: la gente usa ropa extravagante y colorida, consume medicamentos para verse siempre perfecta, y son los mismísimos espectadores de los juegos, donde hay chicos muriendo solo por entretenimiento.
Esto también se ve reflejado en las guerras actuales, ya sea en Ucrania o Palestina. Todos los días nos llegan noticias sobre lo que ocurre en el mundo, pero como no sucede al lado de nuestras casas (o al menos no nos afecta directamente), no reaccionamos con seriedad. Los famosos no son los únicos ciudadanos del Capitolio: nosotros, involuntariamente, también lo somos. No elegimos esta vida en la que solo observamos, pero sí podemos elegir hacer algo al respecto. Katniss decide hacerlo: ella, siendo del Distrito 12, el más pobre de todos, sabe que hay mucha gente que sufre, no solo en su distrito, sino en los demás.
Todos son víctimas del régimen, pero ella decide no quedarse callada ni ser su peón. Voluntaria o involuntariamente, termina siendo un símbolo de la rebelión, algo que ocurre muy seguido con figuras activistas como Greta Thunberg o Malala. Ellas decidieron no callar y defender sus ideales. Nosotros podemos aprender de ellas, sean personajes ficticios o no. Al fin y al cabo, eso es lo que Collins quiere mostrar. Quiere que veamos la realidad, tal vez no exactamente como es, pero sí una representación que puede ayudarnos a entender la nuestra.
Los juegos del hambre es una saga que llegó para quedarse. Nuevas generaciones la descubren, ya sea por las películas o los libros, y termina siendo un punto de partida para el activismo, o al menos para tener una mirada más crítica sobre nuestra realidad y nuestro mundo. Suzanne Collins sigue inspirando a muchos a analizar su entorno, ayudar a otros, aprender a no callar y luchar por lo que creemos que es correcto.