Únicamente limitándonos a iniciar un programa de recuperación de especies de fauna o conservación general del medio ambiente, es fácil comprobar que las inversiones actuales en nuestro país oscilan entre pequeños montos. Ahora bien: así y todo, qué difícil es recabarlos.

Siguiendo los estándares internacionales de acuerdo a presupuesto ofrecidos por fundaciones como la Rufford Foundation, en el Reino Unido se otorgan cantidades desde 6.000 libras esterlinas hasta 32.000 por año. En los Estados Unidos, el Servicio de Conservación de Recursos Naturales del Departamento de Agricultura (USDA) logra asignar desde 10.000 hasta un millón de dólares. En España, un proyecto en el Mediterráneo valenciano para limpieza submarina de playas emplea buzos que aportan 1.500 euros mensuales por cada voluntario. En Colombia, un programa de conservación de caimán llanero cuesta 220.000 dólares anuales.

En Venezuela, un proyecto de conservación de especies en peligro de extinción requiere montos que rondan los 600.000 BsF anuales del año 2017, teniendo la opinión del oceanógrafo José Ramón Delgado para un sondeo inicial con tres personas a cargo, materiales de campo y viáticos a nivel nacional. Una vez ya se comenzado a operar, el segundo año y la continuación dependerá de aumentar el personal más la ampliación del mismo.

En mi experiencia personal, con una década de coordinación y cálculo de presupuesto en programas similares fuera de las principales ciudades del país manejando un promedio de cinco asistentes locales contratados para un periodo menor de un año, cancelar alquiler de habitaciones y el depósito de materiales, rentar lanchas y gastos de vehículos terrestres con pasajes aéreos ocasionales, viáticos moderados a una tasa de 7.500 Bs/día, con el pago incluido de los honorarios del encargado y la renovación de equipos básicos de campo, estaríamos hablando de al menos 1.450.000 BsS. Al cambio libre serian menos de 1.000 USD, aproximadamente, mucho menos que los estándares internacionales. Pero la hiperinflación desde 2016 se come cualquier cálculo en cuestión de días.

Obtener estos montos en moneda dura puede lograrse en lugares donde operan compañías petroleras o de desarrollo industrial que puedan ocasionar impactos ambientales y estén dispuestas a colaborar con tales empresas. Igualmente como aportes a la LOCTI o donación de responsabilidad ambiental. Los biólogos y técnicos en Venezuela están acostumbrados a laborar en condiciones difíciles con un grado de profesionalismo encomiable. Sin embargo, se encuentran también muchos voluntarios, pero a todos hay que darles una logística básica cuando se trabaja en campo y algo de recompensa por estas labores.

Saque usted su cuenta y piense un poco que recuperar la naturaleza cuesta. Pero lo mejor es que en nuestra nación sale económico.