Hay algo especial en la película sobre Vincent van Gogh, dirigida por Julian Schnabe y protagonizada por Willem Dafoe. Algo asfixiante, que nos atrapa y no nos permite huir, el viaje al mundo íntimo y personal del pintor holandés, perdido en el sur de Francia. Parte de los diálogos y monólogos están construidos con fragmentos de las cartas que éste enviaba a su hermano Theo. La película, filmada con una cámara en movimiento y desenfocada, con una música de piano a todo volumen, que resuena a veces como gritos, con una fotografía que nos muestras los desnudos paisajes que el artista recorría, su drama cotidiano y sus estadías en clínicas psiquiátricas, donde era entrevistado, haciéndonos conocer su percepción del mundo y abriendo sus heridas para que podamos entrar en él sin poder salir. Sus conversaciones con Paul Gauguin, su visión del arte y su mensaje: mostrar el mundo como yo lo veo para que otros también puedan sentirlo y verlo, nos arrastra a su desnuda realidad emocional. El drama inicia con el consejo de Paul Gauguin a Van Gogh: irse al sur para encontrar la luz que buscaba.

Mucho en la película está tejido con el hilo de sus largas caminatas y pinturas, con sus obsesiones y naïveté, con su inocencia, candor y fragilidad, que lo hacen romperse en cada pincelada y palabra. Caos mental, junto a un sentimiento de fusión cósmica y una idea de eternidad religiosa, que duele y también con la cotidianidad, las difíciles relaciones con las otras personas, su soledad hiriente y la suma de las pequeñas incomprensiones y prejuicios sociales, que lo llevan hasta la muerte.

En una escena, Van Gogh le ofrece a la mujer que lo ayudaba a arreglar su cuarto 50 francos para que se quedara con él un rato y ella le responde: tú no tienes 50 francos. O la escena donde aparece sin oreja, explicando que se la había cortado para dársela como regalo a Gauguin para que no partiera. Y después muchos de los motivos de sus cuadros, como las contorsionadas raíces de un viejo árbol, que nos reflejan su estado de ánimo y agitación, como si pintar fuese un método para autocontrolarse y someter provisoriamente a sus fantasmas.

La estética de Van Gogh es personal, no sólo en el sentido de ser propia de él, sino que personal en sus efectos. El pintaba para sí mismo, para entenderse, para huirse y dejar de pensar. Su pintura reproduce su estado de ánimo, conflictos internos y su objetivo, por excelencia, es emocional. Es decir hacernos sentir, herirnos, arrancarnos la piel y mostrarnos su desesperación, soledad y realidad con una fuerza y vitalidad innegable, que como pocos, nos hacen reaccionar, despertándonos a golpes, conmoviéndonos hasta las lágrimas y este es finalmente el arte de Van Gogh: comunicar poéticamente a través de las emociones y, en este sentido, Vincent es un poeta sin lírica de imágenes mudas y a la vez tan llenas de palabras y gritos.

No quiero ni puedo afirmar que la película sea una obra maestra, pero puedo decir que ésta logra su objetivo, mostrarnos a quemarropa el personaje, encarcelándonos en su mundo para hacernos sentir y pensar. Las caminatas, la cámara en movimiento, los colores fuertes y la música de piano a todo volumen, los espacios abiertos, la fragilidad de protagonista, la búsqueda y la desesperación nos asfixian y por un momento, por pocos segundo, somos él y nos encontramos detrás de sus ojos, oídos, acosados por sus sentimientos en un acto de empatía forzada, que en algunos provoca ansias y nausea, porque todo gira rápidamente y no tenemos puntos de referencia, como esa extraña sensación, que nos produce su cuadro La noche estrellada, donde el cielo azul oscuro, la luna y las estrellas bailan.

Al final de la película, dos jóvenes del lugar, cargados de armas y prejuicios, le disparan y huyen, dejándolo herido. Vincent van Gogh sobrevive por dos días y nunca menciona quién le disparó ni por qué para morir después por una infección causada por el disparo. En la escena final, vemos al pintor vestido de blanco, pálido y sin expresión en su ataúd abierto, rodeado por sus cuadros en casa de su hermano y en ese momento, la humanidad descubre haber perdido un gran artista, pero es tarde, porque éste ya no pinta, no se mueve, ni respira.