La ópera es un género artístico multitudinario, es decir, que integra, suma o adhiere varias artes (pintura, escultura, cinematografía, danza, etc.) dentro de su representación escénica. De hecho, sin su escenificación suele llamarse “concertante”, y aun así, es posible utilizar en el escenario del concierto vestuario o utilería alusiva a la historia del drama operístico. Uno de los elementos humanos más importantes para su éxito y supervivencia es el director musical.
Desde luego que el director escénico es importante, pero la esencia está formada por la música, por la arquitectura de la partitura que indica las bases de su ejecución en escena. Por ello, un director de ópera debe atender simultáneamente lo que sucede en la puesta escénica (cantantes, solistas, cantantes del coro, orquestas tras del escenario, algunas veces músicos en el escenario, decorados y desplazamientos, lo mismo que en el foso orquestal, etcétera) para que todo evolucione unido bajo su batuta. Estamos casi hablando de una especie particular de músicos, y en esta ocasión hemos conversado con el Director Musical General de la Gürzenich-Orchester, de la ciudad de Colonia, Alemania, que al mismo tiempo es la orquesta de la ópera de dicha ciudad.
Andrés Orozco-Estrada nació en Medellín, Colombia, y antes de dedicarse a la dirección orquestal a la temprana edad de 15 años, ya había iniciado sus estudios de violín. Tras graduarse en su patria en 1997, se trasladó a Viena para estudiar en la Universidad de Música y Artes Escénicas, llegando a ocupar una cátedra de dirección orquestal en el 2022.
Me invitó a su camerino unos minutos antes de que iniciara la función de la ópera Manon Lescaut, del compositor italiano Giacomo Puccini.
A veces nos preguntamos cómo es que la ópera logra subsistir con el maremágnum de medios de comunicación que tenemos hoy. Algunos se expresan casi de ella como si fuese un museo sonoro, cosa que me parece injusta y equivocada….
Sí, es cierto, porque la ópera nos brinda una mezcla en vivo de energía, de vibraciones en escena de cantantes y músicos de orquesta que el espectador experimenta directamente mientras lo tiene de frente…
Me viene a la cabeza un partido de fútbol, de tenis o de cualquier deporte, ¿no?, donde los espectadores se emocionan con sus atletas favoritos, mientras en una representación operística se involucran con la trama y las interpretaciones….
Es correcto… Todos estamos involucrados con esa escena: cantantes, tramoyistas, orquesta…, todos estamos buscando crear un ilusionismo plagado de belleza, que es lo que anhela el espectador, sea en vivo o mediante una grabación sonora, audiovisual o incluso cinematográfica. Esa búsqueda de la belleza es algo inherente al ser humano y no va a cambiar por más avances tecnológicos o inteligencia artificial que tengamos: no va a cambiar, porque lo que expresa el ser humano…
¿Es insustituible?
—Así es, y no vamos a cambiar.
Bien, ya que hablamos de técnicas, han evolucionado los instrumentos, las técnicas de canto, ¡todo! Y la definición de la afinación ha variado, no siempre fue 440 para el La4 (viene de la Conferencia Internacional de Londres de 1953), pero en la época de Verdi era distinta, y al trasladar una ópera barroca, clásica o romántica, la adaptamos a la afinación moderna…
Divagué mentalmente unos segundos, viendo en una especie de secuencia de recuerdos fragmentada, notas de libros, revistas, búsquedas en internet, filmes, (y hasta conferencias y mis clases universitarias, o de niño las instrucciones de mi profesor de clarinete), cómo el asunto de la afinación variaba considerablemente.
En la época de Verdi, la afinación no era siempre la misma, variaba, aunque hubo una tendencia hacia tonos más altos que generó protestas de cantantes, que se quejaban del esfuerzo. Verdi apoyaba tonos más bajos, como 432 Hz, por considerarlos más bellos y menos dañinos para las voces y los instrumentos antiguos como los Stradivarius. Y es que en 1859 en Francia (a lo mejor para buscar un consenso general) se estableció un estándar de La4 a 435 Hz; pero la idea de una "afinación de Verdi" basada en el Do central a 256 Hz, que propicia un La4 a 430.54 (a veces referido como 432 Hz), buscando una afinación más natural y menos dañina para las voces e instrumentos era muy popular. Se le llamaba científica o filosófica, y se asoció con la belleza natural del sonido y la protección de las voces. Hay movimientos actuales que reviven esta afinación para conciertos en honor a Verdi, buscando la calidad sonora que él defendía.
El maestro Orozco-Martínez me respondió:
La modificación de la afinación tiene que ver con la modernización de los instrumentos. Desde los años sesenta a ochenta el sonido empezó a volver más brillante y para alcanzar esa brillantez había que subir la frecuencia. Desde luego que eso tiene implicaciones para quien canta, pues obviamente no tiene que temperar, pero sí ajustarse.
¿Pero hay orquestas que afinan más bajo que otras?
Sí, algunas afinan por los 440.

Andrés Orozco-Estrada asume el rol de Director General de Música de la ciudad de Colonia y Director musical de la Orquesta Gürzenich y la Ópera de Colonia, Alemania.
Fascinante. Pero pasando a otro tema, ahora que estamos con una ópera de Puccini, en la que hay muchos temas políticos, cabe preguntarse: ¿cuál es el equilibrio entre la denuncia o la crítica social y el arte puro? Muchas veces los montajes se van más por lo político….
Bueno, eso depende de la obra como tal, pues hay óperas más propensas a los aspectos políticos mediante adaptaciones a nuestros tiempos. En nuestro montaje de Manon Lescaut, se ajusta más a los parámetros musicales.
—Sí, un buen balance protege a la ópera, dije—.
Hubo un segundo de silencio. Sabía que había sido muy amable al aceptar conversar conmigo, pero en breve debía subir al escenario, así que le pregunté a bocajarro:
Como músico de origen latinoamericano, ¿estaría dispuesto a promover repertorio en español?
Pues francamente no lo sé, porque no lo tengo previsto, programado… Realmente no lo sé, pero creo que si se diera el caso, tendría que ser más bien una obra contemporánea, una obra nueva. Pienso que el repertorio tradicional (hispanoamericano), que realmente no conozco muy bien, no se ajusta del todo a la ciudad o al contexto… Tendría por eso que ser algo realmente apropiado, que vaya con el carácter de la ciudad (Colonia, Alemania) y mis intenciones artísticas. Quizá un Piazzolla, un Ginastera o un mexicano que seguro debe haber. Quizá…, quizá, hay que ver…
Me despedí cordialmente y minutos más tarde el público aplaudía su ingreso frente al atril del director. Al final de nuevo aplausos, más enérgicos. Su dirección había sido dinámica y precisa, la función, maravillosa.















