Los talleres literarios no son un fenómeno nuevo, sino que desde que aparecieran, allá por los años ochenta, no han dejado de multiplicarse.

Frente a ello, existe gran debate entre sus acólitos y detractores, con argumentos desde que el estilo propio se fragua en solitario hasta que cualquier habilidad técnica es susceptible de aprendizaje.

Mientras que en Europa continúan siendo bastante novedosos, en los países anglosajones gozan de antigüedad y prestigio, en concreto en Norteamérica forman parte de la docencia universitaria desde los primeros cursos. Muchos son los escritores que imparten talleres y que asisten como invitados a las escuelas de letras (de la talla de Philip Roth o David Foster Wallace), y muchos son los escritores que antes han sido alumnos de estos talleres (de la talla de Raymond Carver o Richard Ford).

La gran cuestión es: ¿el poeta nace o se hace? Ya debatían Platón y Aristóteles sobre este tema en la Antigüedad clásica. Platón valora que el poeta es un ser tocado por los dioses, que las musas llegan a él por iniciativa divina, por lo que este queda exento de toda facultad de aprender una técnica. En cambio, Aristóteles, discípulo del anterior, entiende las artes como técnicas imitatorias que dan lugar a determinada producción que, por tanto, se puede aprender, por lo que la literatura sería una técnica imitatoria y lingüística.

Contradiciendo a Platón, el autor no estaría dotado de un talento innato, aunque sí habría de poseer ciertas cualidades, además de una sólida formación académica y cultural. Los talleres hacen hincapié en la escritura como oficio que se va perfeccionando con los años, y que por tanto se puede aprender, además de una disciplina, esencial para el trabajo posterior. Los más escépticos añaden que quien ha de ser escritor lo será igualmente, restando a los talleres tal responsabilidad, para concluir afirmando que no es posible enseñar a alguien a escribir.

Todo arte requiere de una técnica y un refinamiento, conseguido con la experiencia, que se volverá destreza con el tiempo. Esto es lo que sucede con las artes, por ello la aparición de talleres literarios rechaza la idea de que el poeta escribe solo cuando recibe la inspiración divina, negación que se ve reforzada con la publicación de libros que tratan de desentrañar los misterios de la escritura.

Llegados a este punto, resulta relevante señalar, entre tales publicaciones, la obra de David Lodge, El arte de la ficción. A través de retazos de la literatura más representativa de los últimos tiempos, nos introducimos en el universo de la creación literaria, en donde tendremos acceso a las nociones básicas que nos permitirán entender cómo se articula de manera consciente e inconsciente una obra, así como a información práctica acerca de la construcción de personajes, los cambios temporales, la metaficción, el flujo de conciencia y mucho más. Además de resolver los clásicos dilemas del escritor con excelentes descripciones y grandes dosis de humor, ejerce una poderosa atracción hacia el apasionante mundo de la literatura.

Para todos los escritores en potencia que aún no tienen claro si Platón o Aristóteles, y para los que sí lo tienen claro, he aquí un listado con algunos de los talleres literarios a los que podrán acceder, si este es el paso que les falta para empezar a escribir: la web de Espido Freire, Escritura Creativa, Escuela de escritores, Hotel Kafka, Escuela Literaria, Aula de Escritores, Fuentetaja Literaria, Escritores, Taller Paréntesis , Escuela de Escritura Creativa.

En cualquier caso, con o sin talleres: Do nothing but writing.