Desde hace más de 2.500 años, los pensadores griegos, encabezados por Protágoras y Sócrates, trataron de darle valor al ser humano, confiriéndole por el mero hecho de ser persona lo que ahora llamamos dignidad, considerada como un derecho a ciertas oportunidades y acciones en la vida, sin importar su origen. Pero ellos eran una excepción en la Antigüedad y las personas y pueblos eran manejados por reyes, faraones o tiranos y hasta por religiosos, que los manipulaban y no les concedían derechos humanos y los dirigían como un rebaño de animales, señalándoles a las personas que su primera obligación era para su Dios, representado por su rey, el Estado, y para sus Iglesias y sacerdotes.

Pero surgió Sócrates en Atenas en el 469 a.C., era un hombre sencillo de escasos recursos económicos, conocido por su virtud y sabiduría, él estaba convencido que el enemigo del hombre no era el Universo, sino el mismo hombre, por lo que era más importante estudiar al ser humano y su conducta. La madre era partera y ayudó a muchas mujeres a traer a sus hijos al mundo. Esa experiencia le sirvió a él y en razón de eso afirmaba:

«yo ayudo al alma de los hombres a parir la verdad que llevan adentro»

a esto se le calificó como mayéutica (obstetricia), similar al oficio de su madre. Tuvo dos esposas y tres hijos. Jamás trabajó ni se preocupó por el mañana. Comía cuando sus discípulos lo invitaban a su mesa. No era bienvenido en su casa, porque descuidaba a su mujer Jantipa y a sus hijos, y para su esposa era un haragán que no servía para nada y que daba a su familia más notoriedad que pan, pero a pesar de eso ella lo amaba.

No escribió nada, al igual que Buda en Oriente y que Jesús posteriormente y fueron sus alumnos Platón y Jenofonte los que los dieron a conocer. Él era un maestro de la interrogación, la formulación de preguntas en forma constante en una discusión era su método para alcanzar la verdad. Reunió a su alrededor a un grupo de discípulos y en lugar de explicarles problemas, los interrogaba sobre qué creían ellos era la justicia, la virtud o la sabiduría y todos los otros problemas que agitan a la sociedad humana de esos tiempos y aún hoy.

Con sus alumnos y otro grupo de gente culta de Atenas buscaban un lugar sombreado de los pórticos del templo e iniciaba las discusiones. De esa manera lograba mostrarles que lo que parecía sencillo no lo era y que hasta las opiniones más aceptadas merecían un examen detallado y crítico. Él le había enseñado a Platón y a sus alumnos que la filosofía comienza cuando alguien comienza a dudar de sus creencias más cercanas, de sus axiomas y que esta consistía en dialogar para encontrar la verdad. Al método educativo inventado por él, se le designó como «método socrático».

Algunos consideran que Sócrates abusó de esa actividad de diálogo, pues era muy crítica e incluso a veces destructiva, ya que confundía a sus oponentes y a veces no daba soluciones. Decían que Sócrates preguntaba más de lo que podía contestar y dejaba la mente de los individuos que interrogaba más confusa que antes. Incluso el famoso Aristóteles, alumno de Platón, decía que Sócrates acostumbraba plantear preguntas pero no a dar respuestas.

En un templo del Oráculo de Delfos en Grecia está escrito

γνωθι σεαυτόν,

es decir: Conócete a ti mismo, divisa que este filósofo escogió como norma vida. La importancia de esto señalaba él, reside en que una vez que uno se conoce íntimamente es más fácil comprender a los demás. En realidad, Sócrates consagró su vida a enseñar a los hombres a pensar y a buscar la verdad en la vida de cada uno y de la sociedad en donde se vivía. De hecho, fue el primer filósofo que centró el interés de la filosofía en el hombre, ya que la mayoría de los filósofos que lo precedieron (considerados en cierta forma filósofos científicos), centraron la filosofía en conocer el mundo que nos rodea y el cosmos.

Se puede decir que Sócrates hizo descender el conocimiento del cielo para aplicarlo al ser humano y ayudarlo a entender los problemas del bien y del mal y, ver si podía desarrollarse en Atenas una moralidad nueva y natural. Aunque algunos filósofos sofistas como Protágoras por ese tiempo habían tratado ese tema centrando sus discusiones en el problema del hombre como ciudadano. Pero Sócrates siempre trató de darles a sus conciudadanos no solo un saber útil para la vida pública, sino útil para el hombre en cuanto a ser razonable en todas las actividades humanas. Para él, la clave para mejorar al hombre era dar en la educación, énfasis en la enseñanza de la virtud y el conocimiento de la justicia.

Consideraba que en principio todos los hombres son buenos. Nadie es malo voluntariamente, sino por la ignorancia que tiene. El hombre inteligente pude tener los mismos impulsos violentos y antisociales que sufre el ignorante, pero con toda seguridad los domina mejor y cae con menos frecuencia en la imitación de las bestias.

Sócrates consideraba que su misión era despertar la conciencia de sus semejantes para que trataran de ser mejores en su conducta en la vida, y por ello ser mas virtuosos y felices. Los valores humanos no están relacionados con la riqueza, el poder, la belleza personal, la fuerza física o la fama, sino exclusivamente con los valores del alma, que proporcionan el conocimiento de lo que es bueno o malo. El hombre por eso es el verdadero artífice de su propia felicidad o infelicidad. La felicidad estaría en ser justos y moderados, más que en tener éxito social. Se aprecia que él había consagrado su vida a enseñar a los hombres a pensar.

Para lograr lo anterior se debía estar en constante estudio y perfeccionamiento para aprender. El Oráculo de Delfos lo señaló como el hombre más sabio de la época, y era en verdad el más sabio, solo porque sabía que no sabía. El no pretendía poseer el conocimiento, sino únicamente lo buscaba, por esa razón dudada sobre lo que se afirmaba en su tiempo en cuanto a las cosas. Con esta conciencia crítica del carácter no absoluto del propio saber, sentó las bases de la verdadera ciencia, donde el único dogma existente, es que no hay dogmas en ella.

En una oportunidad le preguntaron si admitía la igualdad de todos los hombres. El contestó que en el campo moral sí; en el social, cultural y económico esto era imposible.

Sócrates fue finalmente llevado a juicio ante un jurado de quinientos uno hombres, siendo acusado de impiedad y de corromper a la juventud y, además, aparentar ser antidemocrático. Fue acusado de ateo y de falta a la moral debido a que no reconocía a los innumerables dioses griegos en los que creía el pueblo, a pesar de haber manifestado no ser ateo ya que creía que había un ser superior o Dios. Entre las acusaciones que se le hicieron para para condenarlo, estaba el hecho de que él ponía el hombre por encima del Estado, ya que Sócrates sostenía que este ha sido creado para servir al ciudadano. Sus enemigos señalaban que corrompía a los jóvenes al estimular su independencia intelectual y su libertad de disentir y temían que eso los induciría a desobedecer las leyes, incluyendo su participación en el ejército, sin tener en cuenta que él siempre fue un patriota y que había cumplido con sus deberes de ciudadano y de soldado, participando en tres batallas, las de Potidea, Delos y Anfípolis, y su comportamiento se consideró valeroso. En la batalla de Delos había salvado la vida del aristócrata Alcibíades.

Sócrates señalaba que para los griegos, lo más preciado eran los honores, la posición social y el dinero, él despreciaba eso y solo trataba de perfeccionar moralmente al hombre dándole el conocimiento de lo que es bueno o malo como fin supremo.

Siglos antes, el poeta campesino Hesíodo, había señalado lo mismo, criticando al famoso Homero, autor de la Ilíada y la Odisea, ya que éste había convencido a los griegos que ser un guerrero e ir a la guerra era lo más importante en la vida y por ello, los nobles no trabajaban y se pasaban peleando entre sus ciudades-Estados, unas contra otras todo el tiempo. Así obtenían riqueza y esclavos para que trabajaran en lugar de ellos y poder dedicarse a andar paseando o discutiendo en foros de Grecia. Hesíodo, por el contrario, decía que trabajar y producir, como lo hacían los campesinos, era lo adecuado, pues el trabajo dignifica al hombre, y así lo escribió en su libro Los trabajos y los días.

Posiblemente Sócrates habría sido absuelto si no hubiera insistido en usar su método socrático con el jurado hasta enfadarlo y hacer que 281 jurados lo consideraran culpable contra 220 que no. La ejecución sería hacerlo beber un veneno (la cicuta), que mata sin dolor. Y habrían de transcurrir 30 días antes de la ejecución, él pudo en ese tiempo haber escapado, como se lo proponían sus alumnos, pero no lo aceptó ya que prefería cumplir con la ley que lo condenaba, aunque le parecía injusta.

A él se le puede considerar el primer mártir de la filosofía al proclamar los derechos y la necesidad del libre pensamiento y del valor de la persona para el estado.