Escribir poesía no es fácil e imponer un estilo reconocible aún más difícil. Después, hacerlo en un momento histórico dominado por una figura imponente es una empresa casi imposible. Pero Nicanor Parra lo consiguió y no sólo, consagrándose como un personaje innegable en el mundo de la lírica, acuñando su propio estilo como anti-poeta, que en ese entonces significaba ser el anti-Neruda, valiéndose del humor, de la cotidianidad, de lo seriamente absurdo y de lo absurdamente serio.

Nicanor Parra revindicó la popularidad de la poesía y la sentó en la plaza, la rodeó de gente y la hizo hablar, dejando atrás ese aire ligeramente patético y exclusivo, que había condenado la poesía a unos pocos y, al hacerlo, la rescato como forma de expresión lejos del intimismo y sentimentalismo, que a él le parecía vacío. Quizás, uno de los logros más audaces del anti-poeta fue vestir la poesía de sorpresa, realidad y humor.

Nicanor Parra creció en un ambiente lleno de música, fue el mayor de un grupo numeroso de hermanos que se ganaban la vida cantando y componiendo canciones. Estudió matemáticas y física, fue docente por toda una vida y aprendió entre sus alumnos el arte de comunicar y hacer pensar. Su poesía fue eso, un modo directo de hacer más concreta, palpable y comprensible la realidad. Su lenguaje fue directo, su vocabulario simple, sus imágenes fácilmente reconocibles, pero esto no le quitó profundidad.

Muchos afirman que seguramente fue uno de los más grandes poetas contemporáneos. Entre sus afeccionados tenemos a Roberto Bolaño, que una vez declaró abiertamente de ser parrista. También Enrique Lihn era parrista y nos dice que ser poeta significa hacerse poema y superarse a sí mismo, rompiendo las convenciones para forjar nuevas formas, lenguaje y expresiones. En este sentido, Nicanor Parra innegablemente lo consiguió.

Nicanor Parra no participó en la ceremonia de entrega del premio Cervantes del 2011 y mandó a su nieto, daba pocas entrevistas y se mantenía lejos de los periodistas y el ruido que acompaña la popularidad. Siguió siendo el mismo hasta el último momento, un sobreviviente bajo la dictadura, un disidente durante los gobiernos de izquierda, una persona independiente, que conservó su autonomía, criticando directamente la mediocridad de la aparente intelectualidad y se describió a sí mismo, en toda su concreta humanidad, en el poema Un hombre imaginario, como también describió el mundo que lo rodeaba en *Los vicios del mundo moderno.

Nicanor Parra ha muerto a los 103 años de edad. Murió con la misma sonrisa de siempre, con sus cabellos canos y despeinados, con su figura quijotesca, alzando el índice hacia el alto, mientras susurraba: observad siempre la realidad, que se esconde detrás de tantas falsas apariencias para mostrarla, como él hizo, desnuda en una poesía sinigual. Al llamarse anti-poeta, dio vida, sin lugar a duda, a una de sus poesías mejor logradas, ya que creo escuela y, por ende, una nueva forma de poetizar.